EL DIA QUE CAMILO APRENDIÓ A DISPARAR. Nuevos testimonios sobre el famoso sacerdote colombiano precursor de la Teología de la liberación

Torres guerrillero
Torres guerrillero

Cura y guerrillero, no el primero pero sí el más famoso para las generaciones católicas del ’60 y ’70 en Europa. Ahora el diario colombiano “El Espectador”, en una edición especial dedicada a los cincuenta años de actividad del Ejército de Liberación Nacional colombiano (ELN) -la segunda agrupación guerrillera del país después de las FARC- reveló nuevos aspectos sobre el ingreso y permanencia del cura en la organización guerrillera

Es una historia que comienza en 1959, cuando el sacerdote es nombrado capellán y después profesor de la Universidad Nacional de Colombia y entra en contacto con las primeras células de simpatizantes revolucionarios. Algunos años más tarde, a los 36 años, toma la decisión de abrazar la lucha armada. El jefe supremo actual del ELN, Nicolás Rodríguez Bautista más conocido como “Gabino”, que en esa época era un jovencísimo revolucionario, explica cómo ocurrieron las cosas en un documento titulado “La luz de Camilo”, publicado por la revista oficial del ELN, “Insurrección”, para celebrar los 44 años de lucha revulucionaria.

Presenta a Torres como “el compañero Argemiro”. Elogia su participación en la “organización del pueblo” encabezando el “Frente Unido Por el Pueblo”, el movimiento –pacífico- que Torres había fundado en oposición al “Frente Nacional” (el acuerdo de alternancia en el poder entre liberales y conservadores) y que terminó poniendo al sacerdote en la mira de la élite social.

Cuando vieron a ese cura alto y de ojos azules, los guerrilleros quedaron perplejos, no muy seguros de que aquél fuera su lugar en el mundo y en la historia. Torres adviritó la desconfianza y prometió que sería un buen soldado. El entrenamiento en las armas comenzó pocos días después de su llegada, en noviembre de 1965. En los momentos de descanso, por la mañana, el sacerdote daba lecciones de matemática, geografía y castellano a los compañeros analfabetos. Durante dos semanas lo adiestró el mismo Gabino: marchas, medidas de seguridad en el campamento, mimetismo, construcción de trincheras e instrucción en diversos tipos de emboscada.

Durante este tiempo se habría forjado una amistad entre ambos, hecha de confidencias personales y discusiones sobre los próximos movimientos del ELN. Pero el 15 de febrero de 1966, a los 37 años recién cumplidos, el nuevo guerrillero Camilo Torres resultó muerto en combate. Era su primera acción y había tomado parte en ella con el propósito de conseguir un fusil. Solo habían pasado cuatro meses desde que empezara el entrenamiento y sin embargo, fueron suficientes para que pasara a la historia como “el cura guerrillero”.

La noticia de su muerte fue recibida con indiferencia por la sociedad colombiana: “completamente normal” dijo el Presidente de la República, Guillerno Valencia. Y el diario del ELN la liquidó como “un tropiezo en la lucha”.

Para algunos, Camilo Torres Restrepo fue un Che Guevara católico. Se hizo famosa su frase: “Si Jesús estuviera vivo, sería guerrillero”. Pero según el periodista y escritor Antonio Caballero su figura se parece más bien a la de un Don Quijote moderno. Lo cierto es que el cura y el famoso revolucionario argentino comparten el mismo y trágico destino: “Su muerte en la selva, donde reconocieron su cadáver entre los cadáveres de los guerrilleros porque era un cadáver distinto: blanco, delicado, de niño bien, de cura”.

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