No es que Francisco quiera sorpendernos siempre. Es que intercala expresiones espontáneas, que le salen de adentro, que canalizan mejor los conceptos que le interesan. No creo que se las prepare con antelación. Más bien son respuestas o comentarios dichos libremente, típicos de alguien que siente que puede decirlos, incluso con una buena dosis de buen humor. Tomemos, por ejemplo, el último bergoglismo.
Del 1° al 4 de setiembre tuvo lugar en el Vaticano el tercer congreso educativo de Scholas Ocurrentes (Escuelas para el Encuentro), la red mundial de escuelas impulsada por el Papa. Esta red se ha transformado en un movimiento que trabaja en el ámbito de la educación basada en los pilares de la tecnología, del arte, de la cultura y, sobre todo, del deporte. Cuenta con más de trescientas mil instituciones inscriptas que pertenecen a unos setenta países de los cinco continentes.
Uno de los momentos más importantes, después del partido interreligioso por la paz organizado en el estadio olímpico de Roma donde participaron los grandes jugadores de todos los tiempos, fue la presentación de la nueva plataforma digital -scholas.social- que será una plataforma de intercambio de experiencias entre las escuelas del mundo (una especie de “facebook educativo”). Papa Francisco la ha estrenado dialogando en videoconferencia con los estudiantes de cinco escuelas, una de cada continente.
En un determinado momento de la videoconferencia, frente a jóvenes de todo el mundo que lo escuchaban atentos, y dejándose llevar por el entusiasmo típico del educador apasionado que desea transmitir sus certezas, le salió de adentro un argentinismo. Esas expresiones ricas de significados y connotaciones difíciles de entender para uno que no es argentino. Ha dicho: “Algo que no es de mi autoría sino que Jesús dijo muchas veces: ‘¡No tengan miendo!’ En mi país tenemos una expresión, que no sé cómo traducirán al inglés: ¡No arruguen! Tiendan puentes de paz, jueguen en equipo y hagan un futuro mejor, porque acuérdense que el futuro está en las manos de ustedes. Sueñen el futuro jugando, pero no olviden la herencia cultural, sapiencial y religiosa que les dejaron sus mayores. ¡Adelante y, con valentía, hagan el futuro!”. El futuro está en las manos de los jóvenes si estos saben tener “alas y raíces” acotó, usando una imagen bellíssima.
Con pocas palabra Francisco les ha dados a los jóvenes, no ya una respuesta a sus interrogantes, sino un método para buscar las respuestas. De este modo el “no arruguen” empezó a circular en las redes sociales enloqueciendo a los pobres traductores que como nunca se sentían, como dice la expresión italiana, “traduttori-traditori” (traductores-traidores).
En realidad yo también me había quedado con la duda de cómo traducirla al inglés. El diálogo con una traductora argentina que vive en Washington fue muy interesante. Cuando le planteé la cuestión, lo primero que me preguntó fue si era la letra de un tango o de una canción de rock nacional. Le dije muy risueño que la había dicho el Papa. Se quedó muda y cuando pudo replicó: “Bueno, entonces es mucho más complicado” y empezó a romperse la cabeza yendo de expresiones simples como “don’t fear I’m, here” a otras de uso más común como “don’t panic!”. Al final se rindió. “En este momento no se me ocurre otra cosa en slang que sea tan expresiva”. Y como para disculparse remató con un: “Hasta admiradora de Francisco si, pero de intérprete no me da”.
Los argentinos no tenemos necesidad de tantas explicaciones. “Arrugar” no quiere decir solamente no tener miedo, implica también no poder superarlo y dar un paso atrás, acobardarse. Actitud que muchos expresan con el viejo aforismo “soldado que huye sirve para otra guerra”. “Arruga” quien deja de confiar en sus fuerzas y su coraje y se rinde sin pelear, retrocede o simplemente huye.
El Papa nos está diciendo que los cristianos no perdemos si luchamos junto a Dios. Algo que no necesita de mucha explicación para ser entendido, pero sí de extremo compromiso para ser aceptado. Al decir a los jóvenes que “no arruguen” los está estimulando al compromiso con Dios, a sentirse seguros de que con semejante aliado la vida no caduca. Claro que no es fácil comprometerse en un mundo donde reina el consumismo, el hedonismo, el individualismo y donde se escucha constantemente el canto de las sirenas de la falta de compromiso y el “dolce far niente”.
Francisco no inventa nada, solamente vuelve una y otra vez al Evangelio. Donde encontramos a aquel joven que cumplía con todos los mandamientos y se había quedado fascinado con la persona de Jesús, pero cuando le preguntó al Maestro qué tenía que hacer para seguirlo mejor y éste le respondió: “Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes, reparte el dinero entre los pobres y sígueme”, el jovencito “arrugó”, y se fue muy triste.
Hoy en día nos encontramos con algunos que vacilan en su fe, pero también nos encontramos maravillados con cristianos que prefieren ser decapitados antes de renegarla. Cristianos que no arrugan.
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