Hoy cumple 89 años Fidel Castro, rodeado de homenajes y celebraciones. Mañana, después de algo más de medio siglo, un Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, llegará a la isla de Cuba para inaugurar oficialmente la embajada que se cerró hace 53 años. Y simultáneamente aparece en los Estados Unidos un libro que revela muchos detalles plausibles sobre la negociación secreta entre Cuba y los Estados Unidos, entre junio de 2013 (Canadá) y diciembre de 2014 (Vaticano), que llevaron a la normalización de las relaciones diplomáticas. Entre tanto, en Cuba hierven los preparativos para recibir al Papa Francisco, uno de los artífices del Acuerdo que se anunció el 17 de diciembre pasado y que pudo concretarse gracias a una “intervención” especial, cuando las conversaciones estaban a mitad de camino.
Según las revelaciones del libro de Peter Kornblum y William M. Leogrande, que llegará en octubre a las librerías ((“Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations Between Washington and Havana“) la famosa carta del Papa Francisco -que nunca fue publicada- a los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, punto de inflexión en las negociaciones, la entregó personalmente el cardenal arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, a los dos dignatarios, tal como le había pedido el Papa. A Obama, el purpurado le entregó la carta el 18 de agosto de 2014 en un breve encuentro no oficial en la Casa Blanca, cerca del Rose Garden. En la carta, el Papa Francisco declara su disponibilidad para dar “una ayuda de la forma que sea necesaria”, afirman los autores del libro. Kornbluh dirige el proyecto de documentación sobre Cuba del Archivo nacional de Seguridad (Universidad George Washington) y Leogrande, profesor de Ciencias Políticas de American University. Estas son algunas de las afirmaciones contenidas en el libro-investigación:
- La idea de involucrar al Papa Francisco en las negociaciones con Cuba nació en la Casa Blanca y luego se transmitió a la Santa Sede.
- La colaboración entre EEUU y Cuba, durante las operaciones de ayuda al pueblo haitiano a raíz del terremoto de 2010, había creado un buen clima entre las partes, al punto que, con la autorización de Hilary Clinton, entre cubanos y estadounidenses se empezó a hablar sobre la posible liberación de Alan Gross, un subcontratista de USAID que los cubanos consideran un espía y se encuentra en una cárcel de Cuba desde 2009. La Habana aceptó hablar sobre el tema si se incluía la situación de los cinco cubanos detenidos en EEUU, acusados de espionaje (Red Avispa).
- Fueron los negociadores estadounidenses Rhodes y Zuñiga, delegados personales de Obama para las conversaciones iniciadas en abril de 2013, los que propusieron canjear otro espía norteamericano preso en Cuba, Rolando Sarraf, por cuatro cubanos (el quinto, René González, ya había sido puesto en libertad en 2011). En ese trato no se incluía a Gross porque la Casa Blanca no aceptaba que fuera considerado “espía”.
- Rhodes y Zuñiga informan a los cubanos sobre los propósitos de Obama con respecto a nuevas medidas para flexibilizar las relaciones comerciales y los viajes entre Washington y La Habana, que se anunciarían en el curso de las reuniones en el Vaticano de las dos delegaciones, en el mes de octubre. Los autores del libro afirman que esto mejoró ulteriormente el clima y facilitó el avance en los puntos que todavía no estaban resueltos.
- Obama mantuvo a oscuras al Pentágono. Eran pocas las personas que sabían lo que se estaba discutiendo en Canadá. Entre ellos: John Biden, Vicepresidente, Denis McDonough, Jefe de gabinete de la Casa Blanca y Susan Rice, Consejero de Seguridad nacional. John Kerry, Secretario de Estado, no fue informado desde el primer momento (junio de 2013), sino algunos meses más tarde.
- Se decide recurrir a la “Trimpa Group” (Denver, Colorado) para que elabore una estrategia mediática preventiva y progresiva para transmitir, en el momento oportuno, las principales informaciones a los periodistas y a la opinión pública, y para estudiar cuál es el mejor lenguaje para efectuar estas comunicaciones, muchas veces no oficiales pero sí autorizadas.
¿Por qué y cómo involucrar al Papa Francisco? Según los autores, Kornbluh y LeoGrande, el primero que propuso involucrar al Papa Francisco en la negociación entre Washington y La Habana fue el congresista Dick Durbin, demócrata por Illinois, en el mes de septiembre de 2013, durante una reunión en la oficina de Susan Rice, Consejero para la Seguridad Nacional. En este contexto los autores aseguran que muchas personalidades cubano norteamericanas estaban presionando para que se involucrara al Vaticano. Pero al mismo tiempo observan que fue decisivo el rol del senador Patrick Leahy (demócrata de Vermont, Presidente pro tempore del Senado de Estados Unidos), quien se comunicó con los cardenales Ortega (La Habana), Theodore McCarrick (arzobispo emérito de Washington) y Sean O’Malley (arzobispo de Boston). El senador les solicitaba su colaboración para pedirle ayuda al Papa, porque el tema era de alto interés humanitario. Las cartas fueron entregadas en marzo de 2014. Al mismo tiempo Obama, antes de visitar al Papa Francisco (audiencia del 24 de marzo de 2015) hizo saber anticipada y oficialmente a la Santa Sede su propósito de informar al Santo Padre sobre lo que estaba ocurriendo desde junio de 2013 entre los dos países y consideraba que “sería útil si el Pontífice jugaba un rol”. Después del encuentro entre Obama y el Papa se enviaron, por intermedio del cardenal Ortega, sendas cartas –para ambos gobernantes- en las cuales el Santo Padre pedía “resolver cuestiones humanitarias de interés común, entre ellas la situación de algunos detenidos, de modo de iniciar una nueva fase en las relaciones entre los dos países”,
El libro ofrece muchos detalles sobre el rol –hasta el momento desconocido- de la señora Hillary Clinton, en la época en que ocupaba el cargo de Secretario de Estado. Las conversaciones secretas entre La Habana y Washington se iniciaron con su patrocinio, autorizando los encuentros bilaterales, en Haití (2010) y República Dominicana (2012). En representación de los Estados Unidos tomaron parte Cheryl Mills y Julissa Reynosso, colaboradoras de Clinton. El libro sigue describiendo los sucesivos momentos de “altos y bajos” en las conversaciones, provocados a menudo por el requerimiento de concesiones recíprocas inaceptables pero, afirman los autores, en ningún momento se interrumpió el hilo del diálogo entre las partes. En mayo de 2012 H. Clinton recibió un mensaje de los negociadores estadounidenses que decía: “Tenemos que seguir negociando con los cubanos sobre la liberación de Alan Gross, pero no podemos permitir que esta situación bloquee un avance en las relaciones bilaterales. Los cubanos no van a ceder. O tratamos con los Cuban Five o dejamos esos dos temas fuera”(Gross y los Cinco Cubanos acusados de espionaje).
El libro revela también la participación que tuvo la firma de lobby “Trimpa Group”, que recibió una donación de 1 millón de dólares de Patty Ebrahimi, la esposa de Fred Ebrahimi, ex propietario de la empresa Quark. Patty Ebrahimi, nacida en Cuba, estaba frustrada y enojada de que no le permitieran viajar a su país natal. Su donación tenía un solo propósito: hacer lobbying a favor de que se llegara a un acuerdo, y en este contexto la “Trimpa Group” recibió asimismo otras donaciones, precisamente cuando el gobierno de Estados Unidos había decidido colaborar con el grupo. En varios estudios de opinión financiados por “Trimpa Group” participaron consultoras como John Anzalone, encuestador de Obama, el Atlantic Council y FIU. Posteriormente se sumaron “CubaNow” y Luis Miranda, ex director de comunicaciones de la Casa Blanca para medios hispanos. Todos tenían un único propósito: crear una opinión favorable a un cambio radical de política con respecto a Cuba y favorecer una rápida normalización de las relaciones interrumpidas más de medio siglo antes.