NOBEL DE LA PAZ. EL PAPA TENDRÁ QUE ESPERAR. La edición 2015 fue asignada a 4 organizaciones tunecinas protagonistas del diálogo en un país amenazado por el terrorismo islámico

Cuatro voces para el diálogo
Cuatro voces para el diálogo

Creemos que la asignación del Premio Nobel de la Paz 2015 a la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), la Confederación Tunecina de la Industria, el Comercio y la Artesanía, la Liga Tunecina de Derechos Humanos (LTDH) y la Orden de los Abogados Tunecinos, denominados Cuarteto de Diálogo Nacional, merece un sólido y convencido aplauso porque, en primer lugar, es un premio a la sociedad civil tunecina y en consecuencia al pueblo de esta nación que tanto ha sufrido y que con enorme esfuerzo busca una vía democrática y pluralista para salir de las sombras de un pasado totalitario.

Además, el Premio pone en evidencia otros aspectos que no se deben subestimar, como el hecho de que se trata de una nación africana que es miembro determinante de la región del Maghreb, una amplia zona de África donde los movimientos en la sociedad civil van en aumento y pueden ser determinantes para el futuro de la región. También hay que tener presente, tal com se hace en estas horas, que Túnez es el único país que ha salido de las “Primaveras Árabes”, aunque sea con grandes dificultades y contradicciones, por una vía democrática, constitucional y pluralista. El Comité Nobel de Oslo, con su decisión ha dado un fuerte respaldo al futuro de África, en especial a los países donde las decisiones fundamentales sobre su destino las toman los pueblos democráticamente.

Por último hay que destacar también que Túnez, de mayoría musulmana, es el único país que está intentando controlar democráticamente, y hasta ahora con buenos resultados, el extremismo islámico. Y en este esfuerzo, con lucidez y coraje, está participando el pueblo tunecino, que en su gran mayoría distingue y separa con toda claridad el Islam de cualquier tipo de extremismo que toma como pretexto la religión de Mahoma.

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