FUE VERDADERA TEOLOGÍA. No hay ninguna rehabilitación, revela Gutiérrez, porque “nunca fui condenado por la Congregación de la Fe”.

El teólogo peruano Gustavo Gutierrez
El teólogo peruano Gustavo Gutierrez

Hay pruebas que el padre Gustavo Gutiérrez está muy dispuesto a mostrar. Como una carta que le envió la Congregación para la Doctrina de la Fe donde dice, con todas las letras, que el diálogo sobre la teología de la liberación ha terminado satisfactoriamente. El dominico aprovecha una entrevista concedida al portal español periodistadigital.com para aclarar definitivamente qué fue lo que ocurrió en el pasado. Algunos pensaron que la Iglesia católica había cambiado, gracias al Papa Francisco, su postura sobre el movimiento teológico que en los años Ochenta recibía, o por lo menos eso decían los medios de información, una radical oposición dentro de la Muralla Leonina.

En parte es así, pero la historia es más compleja. De otra manera no tendría explicación que el Observatorio Romano –el diario del Vaticano- dedicara dos páginas al sacerdote peruano Gutiérrez, el primer representante de esta corriente teológica. Dos páginas publicadas el pasado 4 de septiembre que contenían una síntesis del libro “De parte de los pobres. Teología de la liberación, teología de la Iglesia”, escrito en 2004 en colaboración con Gerhard Ludwig Muller, el arzobispo alemán que en 2012 Ratzinger nombró Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Entonces qué ocurrió realmente? ¿Y por qué en tantos ambientes eclesiales existía la convicción generalizada de que los partidarios de la teología de la liberación eran una especie de excomulgados?

El padre Gutiérrez explica que, en su caso, el Vaticano recibió una advertencia desde Perú. Esa manera de entender la fe a partir de la condición de opresión de los pobres debía haber preocupado a algún miembro de la jerarquía andina. Sin embargo, nunca le abrieron un proceso porque sospecharan que estaba fuera de la ortodoxia. Por el contrario, hubo un diálogo, porque algunas afirmaciones suyas no se habían comprendido bien. Todo se resolvió positivamente, a tal punto que –afirma Gutiérrez- “Cuando me dicen que estuve condenado, me río un poco, pues jamás estuve condenado por la Congregación de la Fe”.

Su relación con el cardenal Muller también sorprendió a los que consideran que el guardián de la fe es un tradicionalista, teológicamente encerrado en el pasado. En realidad, ellos se conocen desde hace mucho tiempo. “Es un amigo, muy buen amigo” dice Gutiérrez, y no solo afirma que el Prefecto conoce muy bien la teología de la liberación sino que agrega que lo defendió en algunas circunstancias. El cardenal Muller estuvo en Perú y decidió hacer algo práctico para ayudar a los pobres –cuenta el teólogo peruano- y durante quince años fue a enseñar teología en el seminario de Cuzco, donde la población es indígena.

Aunque no ha tenido personalmente problemas directos, cuando los hubo –aclara Gutiérrez- fueron amplificados por los medios. No hay duda que sobre la Teología de la Liberación, por lo menos en Europa, ha pesado la sospecha de ser demasiado deudora de la ideología marxista o políticamente inclinada hacia la izquierda. La discusión en los principales diarios construyó una imagen esquemática del conflicto con la Curia romana, empeñada en censurar cualquier orientación teológica nueva. Por otra parte, es útil recordar que el telón de fondo de las incomprensiones y las condenas era el enfrentamiento geopolítico entre comunismo y capitalismo, Unión Soviética y Estados Unidos, que distorsionó la comprensión de la teología de la liberación y su decidida “opción por los pobres”, que después se convirtió en un elemento clave para la Iglesia de América Latina.

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