CUBA. ENCRUCIJADA DE CAMBIOS HISTÓRICOS. El deshielo con Estados Unidos, los acuerdos de paz del gobierno de Colombia y las Farc, el encuentro del Papa con Kirill. Y en el horizonte, las sucesiones del cardenal Ortega y Raúl Castro

El cardenal Jaime Ortega con el presidente Raúl Castro
El cardenal Jaime Ortega con el presidente Raúl Castro

Cuba sigue siendo una encrucijada de acontecimientos históricos. El sorpresivo comienzo del deshielo con Estados Unidos hace poco más de un año; el encuentro que se acaba de anunciar, inédito e inesperado, del Papa Francisco con Cirilo, Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana, antes de comenzar su visita a México; el anuncio inminente del fin de las negociaciones entre el gobierno de Colombia y las Farc, con la firma de los acuerdos de paz. Pero también hay otros cambios de trascendencia histórica que se perfilan en el horizonte y quizás podrían concretarse durante la Semana Santa del calendario litúrgico católico: el retiro del arzobispo de La Habana Jaime Ortega, quien ha guiado la iglesia cubana durante los últimos treinta años y sin sospecha de retórica se puede considerar como uno de los grandes y silenciosos artífices de la transformación pacífica del socialismo cubano a la que estamos asistiendo, y la sucesión de Raúl Castro, el vértice de la estructura de poder del estado cubano, del partido y del ejército.

El purpurado cubano apostó al diálogo con el gobierno, a la cultura del encuentro ante literam, que persiguió con determinación incluso cuando la orientación general era otra, más proclive al conflicto y a la afirmación de valores no negociables como la libertad y los derechos humanos. Raúl Castro reemplazó a su hermano Fidel en febrero de 2008 y demostró que se proponía avanzar mucho más allá de lo que hubiera permitido imaginar la sucesión. El cardenal Jaime Ortega y Alamino cumplirá 81 años en octubre de 2016. Hace cinco que puso su renuncia en manos de Benedicto XVI, como hacen todos los miembros de la Santa Iglesia Católica Romana al cumplir 75 años. Pero el sucesor de Benedicto, el Papa Francisco, hasta el momento no ha dado muestras de querer aceptarla. Muy por el contrario, le asignó varias misiones como enviado especial suyo: en El Salvador en agosto de 2013 y en Québec, Canadá, en septiembre de 2015. En Canadá se habían celebrado, con absoluta reserva, los encuentros entre representantes de Cuba y Estados Unidos para preparar el anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas en diciembre de 2014. Y también le confió la famosa carta, nunca publicada, que el prelado cubano entregó el 18 de agosto de 2014 a los presidentes Barak Obama y Raúl Castro, y se considera el punto de inflexión de las negociaciones secretas.

Pocos han notado el párrafo conclusivo de un breve artículo que publicó recientemente el blog 14YMEDIO de Yoani Sánchez, sobre Dionisio García Ibáñez, arzobispo de la segunda ciudad de la Isla, Santiago de Cuba: “Los entendidos en los entresijos eclesiásticos lo consideran un probable sucesor del cardenal Jaime Ortega y Alamino como Arzobispo de La Habana, lo que puede ocurrir alrededor de la próxima Semana Santa”. Nacido en Guantánamo hace 71 años y ex ingeniero eléctrico, participó en otro momento crucial de la vida eclesial cubana conocido como ENEC, Reflexión Eclesial Cubana, que concluyó en 1985, y en ese momento fue ordenado sacerdote. Once años después recibió la ordenación episcopal y se hizo cargo de la Arquiciócesis de Santiago de Cuba, de la estratégica Conferencia Episcopal Cubana y de la custodia de la popularísima Virgen de la Caridad que se venera en el Santuario del Cobre, meta de la peregrinación de Francisco a la Isla.

Las grandes transformaciones que modifican los fundamentos de una sociedad tienen padres, pero a partir de un determinado momento, la misma lógica de los procesos que ponen en movimiento requiere que las continúen sus hijos, legítimos o putativos. Cuba no es una excepción. Si Raúl, como hombre de poder y militar pragmático, “abrió Cuba al mundo”, no le tocará a él pilotear la Isla hacia un nuevo rumbo. Por otra parte ya anticipó que quiere retirarse en 2018, cuando termine su segundo mandato. En ese momento habrá cumplido 87 años, cuatro más que el cardenal Ortega. Un paso en esa dirección podría darse el próximo mes de abril, después de Semana Santa, en el VII Congreso del Partido Comunista, si el general Castro deja el cargo de Primer Secretario del Partido Comunista Cubano que tiene derecho a ocupar cinco años más, según las reglas aprobadas por el Congreso en 2011. No está dicho que lo haga, pero si así fuera, se plantea el interrogante sobre quién podría sucederlo. Nadie lo puede decir a ciencia cierta. No será el Primer Vicepresidente de Cuba Miguel Díaz Canel, que no forma parte de la élite político militar de la que saldrá el sucesor de Raúl, aunque puede ocupar el lugar de Castro en caso de muerte prematura y hasta que se elija el nuevo presidente. Un candidato de peso es Álvaro López Miera, quien a los 72 años tiene fama de ser el más capaz y flexible de los generales “históricos” que lucharon contra el ejército de Batista. Sobre todo, es uno de los protegidos de Raúl Castro. Otros generales de peso histórico y poder en la nomenclatura son los comandantes de Sierra Maestra, todos cerca de los 80 años. Después están los miembros jóvenes del Comité Central del Partido Comunista, con un curriculum más cercano al reformismo de Raúl Castro. El nombre que más suena es el coronel Alejandro Castro Espín, el benjamín de la Junta Militar, pero primero debe ser promovido al Comité Central del Partido Comunista y posteriormente al Buró Político. Si eso ocurre, podremos decir que se trata del posible heredero de Raúl Castro en 2018.

Aparentemente las sorpresas cubanas están destinadas a continuar.

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