EL ISLAM Y LOS INDÍGENAS DE CHIAPAS. Crece la presencia musulmana entre las comunidades tzotzil del sur de México

Un mural de propaganda musulmana en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Foto René de Jesús-Notimex
Un mural de propaganda musulmana en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Foto René de Jesús-Notimex

Una de las etapas más significativas del inminente viaje de Francisco a México es Chiapas, donde el Pontífice estará dos días, entre Tuxtla Gutiérrez y San Cristóbal de las Casas, en estrecho contacto con las comunidades indígenas locales y con los problemas de la inmigración proveniente de Centroamérica. Muchos observadores han justamente destacado que la decisión de visitar estos lugares expresa con especial claridad la voluntad del Papa de ponerse al lado de “los últimos” y de los grupos sociales más marginados. Sin embargo, otro dato que también merece ser considerado es el hecho de que Chiapas, que en las últimas décadas ha tenido el honor de ocupar varias veces los titulares de la prensa por las actividades del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y –en el ámbito eclesial- por la acción reformista del obispo Samuel Ruiz García, es el Estado menos católico de la Federación Mexicana. En efecto, según un estudio del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INGE) del año 2010, solo el 58% de sus habitantes profesa la religión católica, mientras que el porcentaje nacional es del 82%. Al mismo tiempo, Chiapas es una ciudad donde conviven las confesiones religiosas más diversas: católicos, protestantes evangélicos, budistas, judíos y musulmanes.

Precisamente los musulmanes, aunque su presencia es todavía muy reducida en términos absolutos, en los últimos años han sido protagonistas de un notable crecimiento numérico y es una realidad que vale la pena observar con más detenimiento. Si en el año 2000 había solamente 45 musulmanes en Chiapas, en 2010 el número se incrementó más del doble (110). Desde entonces, el trend de crecimiento alcanzó valores exponenciales según algunos especialistas, que estiman que actualmente hay cerca de 300 musulmanes en el Estado que limita con Guatemala. Una gota en el océano, considerando el total de musulmanes presentes en América Latina (un millón y medio según los cálculos del Pew Forum on Religion & Public Life de 2009) e incluso de México (110.000, según la misma fuente). Sin embargo, son datos que van contra la tendencia respecto de una realidad –la del Islam latinoamericano- que en muchos países crece sobre todo gracias a la inmigración africana y de Medio Oriente.

Porque el de Chiapas es un Islam casi exclusivamente “indígena”, que en los últimos veinte años se ha ido integrando en el tejido sociocultural de las comunidades tzotzil y tzeltal. El origen de la presencia islámica en Chiapas, sin embargo, es una intervención proveniente del exterior. En 1994, tras la sublevación armada del EZLN, el español Aureliano Pérez Yruela –que luego cambió su nombre por Emir Nafia- llegó a San Cristóbal de las Casas como enviado del Movimiento Mundial Murabitún, un grupo islámico radical derivado del sufismo y originario de España. El fundador de este movimiento es Ian Dallas, quien se  convirtió al Islam en los años Sesenta cuando trabajaba en la BBC como autor de programas y colaboraba con personalidades del mundo del espectáculo como Federico Fellini (tuvo también una pequeña participación en la película “8 y ½”) y Eric Clapton (al que, según versiones difíciles de verificar, habría inspirado la canción Layla).

El objetivo de Pérez era “convertir” al subcomandante Marcos a la causa del Islam y que el EZLN se incorporara al movimiento islámico. Ante la rotunda negativa de Marcos, que le valió la calificación de “infiel”, Pérez-Nafia comenzó a viajar por México retornando con frecuencia a San Cristóbal, donde conoció a un indio tzotzil chamula que se convirtió en el primer musulmán “autóctono” con el nombre de Mohammed Amin. Poco después, en 1995, formuló la profesión de fe al Islam la familia Chechev. El primero de ellos que se convirtió, Anastasio Gómez (ahora Ibrahim), es actualmente el imam de la comunidad Ahmadía, una de las principales realidades islámicas de San Cristóbal. La comunidad nació de una división del grupo de los Murabitún que se produjo los primeros años del 2000 debido al autoritarismo de Emir Nafia y su negativa a aceptar la cultura indígena (desde la lengua tzotzil hasta la alimentación basada en el maíz). Desde el principio los Murabitún de Nafia –que siempre contó con el apoyo financiero de los Emiratos Árabes, Malasia e Indonisia- siguen una estrategia de penetración económica con la construcción de panaderías y restaurantes en San Cristóbal. El último emprendimiento es la panadería-pizzería La Alpujarra, inaugurada en 2012 en la Avenida Diego Duguelay.

Pero también hay otros grupos musulmanes que no son Murabirún ni pertenecen al grupo de la familia Chechev. Hay una comunidad Wahabita de la rama sunnita y una comunidad sufí fundada por un sirio llamado Mudar, casado con una mujer de Tumbalá. Los grupos que todavía no cuentan con una mezquita propia –los Murabitún poseen una de 900 metros cuadrados- la están construyendo, por lo general en la periferia de San Cristóbal. Más allá de los tintes radicales de algunos exponentes musulmanes como Nafia, el Islam chiapaneco no parece despertar especiales recelos en los responsables del orden público. En ese sentido el obispo, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, defendió públicamente las comunidades musulmanas –que se convirtieron en objeto de discusiones a raíz de los atentados del ISIS en Francia- afirmando que son realidades pacíficas que de ningún modo constituyen una amenaza. Por su parte varios imam saludaron esta semana con satisfacción el mensaje de paz que el Papa Francisco traerá a Chiapas durante su visita.

También hay que considerar, como afirmó el director del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, Pedro Faro, que el crecimiento del Islam en las comunidades indígenas se debe principalmente a las condiciones de inseguridad, pobreza y marginación en la que viven muchos indios, que ven en el Islam una forma de rescate social y la posibilidad de un futuro mejor para ellos mismos y para sus familias.

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