“MI PADRE SON LAS FARC”. La tercera generación de guerrilleros, jóvenes que no han conocido la paz. A la espera del futuro, entre realidad e ilusiones

La guerrillera Xiomara Martínez: “No vamos a salir a jornalear”. Foto León Darío Peláez-Semana
La guerrillera Xiomara Martínez: “No vamos a salir a jornalear”. Foto León Darío Peláez-Semana

Cuando la paz sea por fin una realidad, después de haberla esperado tanto tiempo, el 80 por ciento de los combatientes del bloque “Jorge Briceño” tendrá derecho al indulto. Eso implica que, dejando de lado los jefes, todos los demás podrán volver a casa sin tener que pasar por un tribunal. Volver a casa. Sí, ¿pero cuál casa? La realidad es que muchos soldados no tienen a dónde ir. Su casa son las FARC.

Son la tercera generación de guerrilleros, nacidos a fines de los ’80, cuando el país estaba en plena guerra. La mayoría de ellos escaparon de la violencia de los paramilitares. Se convirtieron en hombres y mujeres con un AK-47 al hombro. Sin estudios. Sin saber qué significa tener algo más que dos uniformes y una muda de ropa. Más una hamaca, una radio y una linterna. Sin saber lo que significa tener dinero en el bolsillo, un celular, internet. Nunca tuvieron aspiraciones individuales. Nunca debieron tomar decisiones. Convencidos de que la vida seguirá siendo siempre igual, viviendo con sus compañeros. Que nunca se van a separar.

Sin embargo, la vida que llevan quedará completamente trastornada dentro de pocos meses, cuando el adiós a las armas ya no tenga vuelta. “Yo no quería ser guerrillero, no quería” “Quería ser futbolista. También estudiar sistemas”. Pero Arley Biohó no pudo escapar a su destino de hijo de un sindicalista de las plantaciones bananeras, militante comunista y finalmente reconocido comandante de las FARC. Su padre se “enmontó” y su mamá también los abandonó. Junto con sus tres hermanas empezaron a pasar de casa en casa. Después empezó la persecución de los paramilitares y su padre le insistió para que se enrolara pero él se resistía. Hasta que un día no pudo más. Cedió y se enroló junto con sus tres hermanas. “Yo tenía 14 y ellas 16, 12 y 11”. Ahora espera la ratificación de los acuerdos que establecen la búsqueda de los cuerpos de los desaparecidos en guerra para reclamar el de su padre –muerto en un bombardeo en 2010- y darle digna sepultura. “Yo quiero ser como él. Mi papá fue un comunista a morir”, dice. “Uno sabe cuál es la clase a la que uno pertenece: la clase pobre”. ¿Y después de la guerra? Ya no podré ser futbolista pero al menos puedo estudiar. A mí me gusta el estudio”. Sueña con convertirse en un dirigente político, como su padre. “Yo quiero mucho a las FARC porque ellas me criaron. Mi papá son las FARC”.

“Me comprometo a ser un gran cantante”. Alexander tiene 26 años, toca la guitarra y canta una canción que ha compuesto hace unos días: “Quisiera ser un martillo para estripar la guerra, quisiera ser una hamaca pra dormir el dolor, quisiera ser un ladrillo para construir la paz”. Estudió hasta quinto grado de primaria y a los 15 años decidió ingresar a la guerrilla. Sus canciones son melancólicas. “He visto compañeros desaparecidos, sin hígados. La guerra es desastrosa. No da ningún fruto”.

Alexander ha il sogno di diventare “un grande artista del popolo” e suonare un giorno con Silvio Rodríguez, il cantautore che più ammira. “Voglio andare a Cuba e conoscerlo perché lui è un comunista a tempo completo”. E poi, soprattutto: “essere qualcuno ed aiutare la Colombia”.

“No vamos a salir a jornalear”. Xiomara Martinez tiene 29 años. Tenía 12 cuando se unió a la guerrilla. “Mentiría si dijera que uno entra a la guerrilla por conciencia. Más bien las FARC fueron un refugio para nosotros”. Tuvo que huir, junto con su familia, de los paramilitares y de un conflicto cada vez más violento. La escuela donde estudiaba se cerró y los jóvenes se quedaron sin hacer nada. “De mi vereda todos nos vinimos a la guerrilla”. Ella también afirma que las FARC fueron su escuela. “Estando aquí uno entiende que hay que organizar a las masas porque hay que cambiar el Estado”. Ni se le cruza por la cabeza la idea de tener una vida individual. “Debe haber un fondo para sostener el partido. Lo que no vamos a hacer es salir a jornalear o a meternos en una cocina”.

(2/3. Continua)

Libre reelaboración de la serie de reportajes del semanario colombiano Semana, titulado “Los últimos días de la guerra”. El artículo original se puede leer aquí.

La galería di fotografías del frente “Jorge Briceño” se puede ver aquí.

COLOMBIA. EN LOS CAMPAMENTOS DE LA GUERRILLA, ESPERANDO LA NORMALIDAD. ¿Puede vivir en la normalidad alguien que solo ha conocido la guerra?

“MI PADRE SON LAS FARC”. La tercera generación de guerrilleros, jóvenes que no han conocido la paz. A la espera del futuro, entre realidad e ilusiones

Torna alla Home Page