ARGENTINA. SE CUMPLEN CUARENTA AÑOS DE LA MASACRE DE SAN PATRICIO. Fueron asesinados tres sacerdotes y dos seminaristas. Las víctimas, Pio Laghi y el proceso de beatificación

4 luglio 1976. Todavía se busca a los culpables
4 luglio 1976. Todavía se busca a los culpables

El próximo cuatro de julio se cumplen 40 años de la masacre de San Patricio. Ese día, asesinos profesionales, militares, amparados por la dictadura argentina, asesinaron en el barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires a tres sacerdotes palotinos y dos seminaristas: el padre Alfredo Leaden, el padre Alfredo Kelly, el padre Pedro Duffau, Salvador Barbeito y Emilio Barletti. En aquel momento el padre Jorge Mario Bergoglio era Provincial de los Jesuitas, elegido en 1973, y hacía dos años que monseñor Pio Laghi era nuncio en Argentina.

Hasta hoy no existe una verdad histórica y jurídica pese a que se llevaron a cabo dos juicios (presididos por los jueces Blondi y Rivaroli respectivamente) y diversas investigaciones periodísticas. Se conocen públicamente algunos nombres de probables  autores materiales de la masacre, cómplices o mandantes. En aquel momento, por pedido del nuncio Pio Laghi y del cardenal Juan Carlos Aramburu, arzobispo de la capital, se confió una investigación al padre Efraín Sueldo Luque. Sobre las conclusiones no se sabe casi nada y tal vez la apertura de los Archivos Vaticanos permitirá conocer los resultados de la misma.

Las víctimas. Alfredo Leaden, sacerdote, 23 de mayo de 1919, Buenos Aires; Alfredo José Kelly, sacerdote, 5 de mayo de 1933, Suipacha; Pedro Eduardo Dufau, sacerdote, 13 de octubre de 1908, Mercedes; Salvador Barbeito Doval, seminarista, 1 de septiembre de 1951, Pontevedra (España); Emilio José Barletti, seminarista, 22 de noviembre de 1952 San Antonio de Areco.

Pio Laghi. La famosa carta del entonces nuncio en Argentina, Pio Laghi, al cardenal Jean Villot, donde relata su reunión con el Ministro del Interior, General Albano Harguindeguy, tiene fecha del 16 de julio y dice en los primeros párrafos: “Después de la masacre de cinco religiosos palotinos, el mismo Ministro había manifestado el deseo de tener un encuentro conmigo y naturalmente yo estuve de acuerdo, considerando conveniente aprovechar esta audiencia para hablar también sobre los temas antes mencionados. Con respecto al asesinato de los palotinos, él me aseguró que continúa la investigación para identificar a los autores; agregó que el lamentable hecho ha provocado al país un daño incalculable, “mucho más grave que el daño producido por la bomba que explotó en el cuartel general de la Policía, que causó 20 muertos y más de 60 heridos”, por eso, agregó, los responsables deben ser identificados y juzgados. Me confió después que contaba con indicios para suponer que la mano asesina es “de extrema derecha”; ha dado órdenes a la Jefatura de Policía de hacer todo lo que sea necesario para aclarar los hechos, a fin de “limpiar y rescatar la imagen del Cuerpo”.

La matanza. El relato de este crimen odioso, gratuito y misterioso, pone de manifiesto algunos aspectos insólitos: el 4 de julio, a la una de la madrugada aproximadamente, tres jóvenes, Luis Pinasco, Guillermo Silva y Julio Víctor Martínez, vieron dos autos estacionados frente a la iglesia de San Patricio. Como Martínez era hijo de un militar, pensó que aquellos vehículos sospechosos podían estar relacionados con un posible atentado contra su padre, y se dirigió inmediatamente a la Comisaría de policía Nº 37 para hacer una denuncia y señalar el hecho que él consideraba sospechoso. Pocos minutos después un automóvil de la policía llegó al lugar y el oficial Miguel Ángel Romano habló con las personas que estaban en el auto sospechoso. A las 2 de la mañana, Silva y Pinasco vieron a un grupo de personas armadas con pistolas bien visibles que entraban en la iglesia. A la mañana siguiente, a la hora de la primera misa, un grupo de fieles encontró cerradas las puertas del templo. Entonces el joven Fernando Savino, organista de la parroquia, entró a la casa de los sacerdotes a través de una ventana y encontró los cuerpos acribillados. Los asesinos habían escrito con tiza en una puerta: “Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la Patria” (NdeR – La dinamita se refería al atentado con explosivos del grupo guerrillero Montoneros, que dos días antes había provocado la muerte de 20 policías que se encontraban en el comedor del Cuartel). Sobre una alfombra también habían escrito: “Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M.” (NdeR – sigla conocida que significaba “Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo”).

El 5 de julio de 1976 se celebró la Santa Misa en la misma iglesia de las víctimas, San Patricio. A ella asistieron autoridades militares y más de tres mil fieles. Mons. Pio Laghi era uno de los concelebrantes. Más tarde el nuncio declaró a Roberto Cox del “Buenos Aires Herald”:  “Yo tuve que darle la hostia al general – Carlos Guillermo – Suárez Mason. Puede imaginar lo que siento como cura… Sentí ganas de pegarle con el puño en la cara”.

Mons. Bergoglio abre el proceso de beatificación. El periodista Alver Metalli en Terredamerica.com hace dos años recordaba: “La investigación de la “Masacre de San Patricio” comenzó en 1976, poco después de los hechos, y se suspendió al año siguiente en medio de restricciones, ocultamientos y reticencias. En 1984, con el retorno de la democracia, se reabrió la causa. El testimonio de Pedro Álvarez, un policía que estaba de guardia, involucró gravemente a otro policía, Romano. Según el testimonio, éste habló con los ocupantes de dos autos estacionados frente a la parroquia de los palotinos y después se le acercó en un patrullero y le dijo: “Si escuchás unos cohetazos, no salgas, porque vamos a reventar la casa de unos zurdos”. En 1987 el juicio se cerró porque los delitos habían prescripto. Ahora volvió a abrirse. Se pudo escuchar a un sobreviviente del ESMA, la odiada Escuela de Mecánica de la Armada que funcionó como centro clandestino de detención y de tortura, y a otro palotino, actualmente ex sacerdote, Roberto Killmeate, que sobrevivió a la masacre porque en ese momento estaba en Colombia. Y precisamente el testimonio de los sobrevivientes permite asociar a los autores de la masacre con un grupo de tareas de la ESMA. En 2006 el entonces cardenal Bergoglio inició formalmente los trámites para la canonización de los cinco religiosos como mártires de la fe. En el curso de una misa en la que anunció su intención de iniciar el proceso canónico reveló que conocía bien a Alfredo Kelly y su recta disposición: “Yo soy testigo, porque lo acompañé en la dirección espiritual y en la confesión, hasta su muerte, (…) quien sólo pensaba en Dios. Lo nombro a él porque soy testigo de su corazón y, en él, a todos los demás”. (1976, MASACRE DE SAN PATRICIO. Se reabre el juicio en Argentina  ).

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