LA GUERRA PÓSTUMA DEL REVOLUCIONARIO PANCHO VILLA. El gigantesco monumento que debía ser inaugurado el 20 de julio, aniversario de su muerte, por el momento se ha suspendido

El caballo para el héroe
El caballo para el héroe

Una estatua no se le niega a nadie, y menos a un héroe celebrado por la literatura y el cine desde los tiempos en que era mudo. La que conmemora al revolucionario mexicano Pancho Villa es tan gigantesca como su fama póstuma. Mide 20 metros de altura y debería quedar inaugurada el 20 de julio, día en que fue asesinado Doroteo Arango -el verdadero nombre de Francisco Villa- más conocido como “Pancho”. Siempre y cuando lleguen a colocarla donde desean los donantes.

Por el momento la controversia entre las autoridades de la comuna de Parral, en el estado mexicano de Chihuahua, y el Instituto Nacional de Antropología (INAH) ha puesto freno al proyecto de colocar el imponente monumento frente a la casa de Villa. En realidad donde se encontraba la casa, porque hace algunas semanas ésta fue demolida por orden de las autoridades del Municipio de Parral para ampliar la Plaza Juárez en el centro histórico de la ciudad, a fin de colocar allí la estatua del revolucionario a caballo. En ese momento el Instituto de Antropología dio a su vez la orden de suspender los trabajos porque no contaban con la autorización para colocar la escultura. La fundamentación es que “sus dimensiones y escala afectan negativamente los valores de la fisonomía histórica” de la zona de monumentos de Parral.

 “Pancho” Villa fue uno de los caudillos de la Revolución Mexicana de 1910. Actuó en apoyo de Francisco Madero en el levantamiento de los peones contra el régimen dictatorial de Porfirio Díaz. Depuso las armas retirándose a la “hacienda” de Canutillo, cuya propiedad le habían entregado, y se dedicó a la vida de terrateniente. Villa rara vez abandonaba sus tierras, y normalmente lo hacía acompañado por una escolta de diez hombres armados. En julio de 1923 cometió la imprudencia que le costaría la vida. El 10 de ese mes se dirigió en automóvil a la vecina ciudad de Parral para ser padrino de bautismo del hijo de uno de sus hombres, haciéndose acompañar solo por dos escoltas. En Parral tenía una amante, Manuela Casas, con la cual decidió quedarse algunas días después del bautismo y volver a Canutillo el 20 de julio. Nunca pudo cumplir sus planes. Saliendo de Parral al volante de su automóvil, un grupo de asesinos al grito de “Viva Villa” comenzó a disparar contra el vehículo desde las ventanas de las casas. Murió a consecuencia de numerosos impactos, y junto con él otros tres pasajeros (incluido su secretario personal). Solo se salvó uno de los hombres de la escolta.

Torna alla Home Page