DINASTÍA SANDINISTA. Ortega presidente, Murillo vice, es la fórmula de las próximas elecciones en Nicaragua. Ella es también la esposa, primera dama y heredera

Parejas en el poder
Parejas en el poder

“Ella ha realizado ya una labor, ha sido puesta a prueba y lo ha hecho con mucha eficiencia, efectividad, responsabilidad, con mucho sacrificio, sin horario”. Habla el comandante Daniel Ortega, actual presidente, quien hizo oficial la candidatura a vicepresidente de Nicaragua, por el Frente Sandinista, de la poetisa Rosario Murillo, para las elecciones del 6 de noviembre, nombrándola también su legítima heredera. Con estas credenciales, el hecho de que se trata de su mujer puede parecer solo una pequeña coincidencia. Sin embargo, extrañamente, hay voces que se elevan denunciando el escándalo: “Es un intento de imponer un régimen de partido único, en cuya cabeza está una dinastía familiar con poder económico y político”, según las palabras usadas en un programa televisivo por los opositores políticos y ex íconos sandinistas Dora María Téllez y Luis Calleja.

La first lady che es al mismo tiempo candidata a la vicepresidencia y primera en la línea de sucesión del presidente, no es una invención de Nicaragua. “En las democracias la igualdad formal nunca logró superar las desigualdades sustanciales”, afirma el estudioso italiano Alessandro Campi en la introducción a una serie de ensayos publicados en 2015 con el título “El poder de la sangre. La política como asunto de familia”. Traducido: es cierto que solo en tiempos recientes ha sido posible que “la hija de un tendero, Margaret Thatcher” se convirtiera en “primer ministro de la más antigua democracia parlamentaria”, la del Reino Unido. Sin embargo, la política como asunto de familia nunca pasó de moda. A lo largo del tiempo, con historias muy distintas entre sí y que por tanto nos limitamos a enumerar, encontramos: las generaciones Bush y Clinton en Estados Unidos, los Castro en Cuba, el apellido Kirchner en Argentina que sucesivamente, entre Néstor y Cristina, ocupó la presidencia desde 2003 hasta el año pasado. Los Gandhi-Nehru en la India y una miríada de dinastías desde Bangladesh hasta Corea. También en muchos de estos casos con la presencia de mujeres – esposas o madres – dispuestas a sustituir al líder.

La elección de un sucesor es síntoma de fragilidad, afirma la ya citada Dora María Téllez: “Ortega se siente muy débil” y – se dice a raíz de sus condiciones de salud – quiere preparar el camino para un futuro bien doméstico. En este caso en particular, con su esposa Rosario Murillo, quien se mostró conmovida escuchando las bellas palabras que le dirigió su marido-comandante y provocaron el entusiasmo de los activistas de Juventud Sandinista, dispuestos a inundar el país con volantes sobre la candidata que, hasta pocos días atrás, “solo” era la esposa del comandante y no la heredera del poder.

A todo esto se suma la expulsión – también bastante reciente – de 28 opositores del Parlamento Unicameral, que ha diezmado al Partido Liberal Independiente, cuya conducción, por decisión de la Corte Suprema de Nicaragua, quedó a cargo de un político considerado muy cercano al mismo Ortega. “Cuando al pueblo se le niegan los derechos”, había dicho pocas semanas antes el obispo auxiliar de la arquidiócesis de Managua, Mons. Silvio José Báez, “se [lo] mata de manera institucional”. Palabras fuertes y claras, desde el corazón de la Iglesia local: “La ideología única, el partido único, no es bueno para el país. La pluralidad no significa necesariamente conflicto, confrontación. Este es el gran reto: apreciar y reconocer la diversidad de opiniones”.

Un reto que, considerando la historia más o menos reciente, parece haberse evitado cuidadosamente: la séptima candidatura del comandante, presidente de Nicaragua desde 2007 después de haberlo sido ya desde 1985 hasta 1990, que está terminando seis años como Gobernador de la Junta de Reconstrucción Nacional, hace saltar la alarma de un incipiente totalitarismo. Con mayor razón después de elegir a su vice. Pero según las palabras que pronunció la poetisa Murillo ante los periodistas amigos, de ninguna manera es así: “La Revolución Popular Sandinista fue la que abrió las puertas del protagonismo de las mujeres”.

Digamos que ser la esposa del presidente puede ayudar.

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