ENTRE LOS BASTIDORES DE LA HISTORIA. El cardenal Ortega viaja a Nueva York para “sacar a la luz los hechos que están detrás del restablecimiento de las relaciones diplomáticas” entre Estados Unidos y Cuba

Cardenal Ortega: “El milagro está en el camino”
Cardenal Ortega: “El milagro está en el camino”

En cierto sentido, lo del 19 de septiembre en Nueva York será un encuentro “entre los bastidores de la historia”. Después de meses de silencio, el cardenal Jaime Ortega y Alamino, arzobispo emérito de La Habana, hablará del acuerdo alcanzado entre Estados Unidos y Cuba, y lo hará dialogando con Jeffrey De Laurentis, nuevo embajador estadounidense en Cuba tras décadas de vacío diplomático en las relaciones oficiales entre los dos países.

El encuentro se llevará a cabo en ocasión del próximo Concordia Summit, organizado por la asociación internacional del mismo nombre el 19 y 20 de septiembre, en Nueva York. Los promotores anunciaron también la presencia del cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, considerado uno de los protagonistas silenciosos del complejo entramado diplomático creado por la Santa Sede para acercar a Cuba y Estados Unidos.

El objetivo de la mesa redonda será “sacar a la luz los hechos que dieron origen al restablecimiento de las relaciones diplomáticas”, explican los organizadores, abriendo nuevas perspectivas para el rol de la diplomacia en el siglo XXI.

El cardenal Jaime Ortega, de ochenta años, a quien el Papa Francisco aceptó la renuncia por haber alcanzado el límite de edad el pasado mes de abril, es considerado una figura clave en los contactos secretos que condujeron a la puesta en marcha de las negociaciones entre los gobiernos de Barak Obama y Raúl Castro, utilizando lo que los analistas de Concordia llaman “plataforma de la Iglesia” para llevar adelante una “diplomacia eficaz”, mientras De Laurentis fue uno de los jefes negociadores de Washington. “El deshielo entre Cuba y Estados Unidos puede convertirse en un buen ejemplo para todo el mundo, para un camino de diálogo capaz de encontrar siempre la manera de superar las crisis, y no solo con la violencia o con la resistencia”. Estas palabras, pronunciadas por Ortega poco después de la firma del acuerdo, despertaron el interés de un gran número de observadores. Entre esperanza cristiana y realismo, el arzobispo dijo con claridad que “si en Cuba hubo este acuerdo diplomático muy bien hecho, muy bien logrado, fue porque todos tuvieron la voluntad de diálogo superando todas las dificultades, las críticas, las resistencias”. En otras palabras, “el milagro no ocurre de por sí sino que el milagro es la posibilidad de hacer un camino y lograr conducirlo hacia un buen resultado. El milagro está en el camino”.

Un éxito con muchos secretos, algunos de los cuales podrían ser parcialmente revelados precisamente durante el Summit de Nueva York. Las delegaciones de Cuba y Estados Unidos antes de llegar a un acuerdo habrían tenido no menos de nueve encuentros secretos en el Vaticano. En efecto, el Papa Francisco había escrito a Barak Obama y a Raúl Castro. La carta, considerada un punto de inflexión de las negociaciones, fue entregada personalmente por el cardenal Ortega a los dos mandatarios, tal como le había pedido Bergoglio. A Obama le llegó el mensaje el 18 de agosto de 2014, a pocas horas de distancia de que lo hubiera recibido Raúl Castro. El texto del Papa nunca se hizo público, pero se sabe que Francisco ofreció su disponibilidad para “ayudar de cualquier modo”.

Francisco ha contado que reflexionó mucho sobre la modalidad más oportuna para intervenir en el proceso de acercamiento, hasta que un día decidió enviar a Cuba y a Estados Unidos a “un purpurado que tenía conocimiento de la región”. Aunque no dijo el nombre, el Papa se refería al rol que desempeñó el cardenal Beniamino Stella, que había sido nuncio en Cuba entre 1992 y 1999 y fue uno de los silenciosos artífices del histórico viaje de Juan Pablo II a la isla. Ese viaje después fue comentado por el cardenal Jorge Mario Bergoglio en un libro – Una mirada sobre Cuba. El inicio del diálogo. Juan Pablo II y Fidel Castro – donde el entonces arzobispo de Buenos Aires, a través de las voces de algunos estudiosos, pasaba revista al encuentro cara a cara de Wojtyla y Fidel Castro, identificando ya en aquel momento algunas claves necesarias para poner nuevamente el diálogo en marcha.

Hasta donde sabemos Obama, temiendo una reacción negativa de los militares, notoriamente contrarios a cualquier concesión, mantuvo a oscuras al Pentágono, que fue excluido de todas las tratativas. Solo había unas diez personas que estaban al tanto de las negociaciones que se llevaron a cabo en la Santa Sede y en Canadá. Entre ellas, el Vicepresidente Joe Biden, el Jefe de Gabinete de Obama, Denis McDonough, y Susan Rice, Consejera de Seguridad Nacional. Incluso el Secretario de Estado John Kerry fue informado meses después de que se concretaron los primeros encuentros bilaterales. La reserva que mantuvieron todas las partes fue interpretada, sobre todo por los cubanos, como una prueba de seriedad que el mismo Obama dijo que apreciaba. Una fuga de noticias hubiera podido comprometer no solo toda la operación sino que hubiera creado dificultades fundamentalmente al líder estadounidense.

Por eso resulta comprensible que se esperen noticias relevantes del debate de los dos cardenales, Ortega y Dolan, y el embajador De Laurentis. En efecto, los cambios ocurridos en Cuba con la mediación vaticana se consideran un caso de manual, cuya comprensión es indispensable y esencial para la “buena diplomacia” del mañana.

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