DILMA CONTRA TEMER. ¿TERMINÓ EL PARTIDO? Dentro de dos meses Brasil tendrá elecciones administrativas. Entre procesos judiciales y luchas políticas, la situación económica será decisiva

Convulsiones en curso
Convulsiones en curso

La última semana de agosto definió el escenario donde se representó el acto final del drama del impeachment de la presidente Dilma Rousseff. Todo se concretó según el libreto constitucional: primero la votación en la Cámara de Diputados para aceptar o no la denuncia (367 votos a favor y 137 en contra); después se votó en el Senado, donde era necesario un mínimo de 54 votos para condenarla. El resultado fue de 61 votos pro impeachment y 20 en contra. Dilma Rousseff fue destituida del cargo de presidente de Brasil, para el que había sido elegida a fines del año pasado. Fin de la obra. Cae el telón.

¿Terminó todo? Eso parece, por lo menos para los que asistieron al espectáculo montado en Brasilia, pero en realidad la cosa no está tan clara. La defensa de Dilma ha utilizado una estrategia que, en el momento de escribir esta nota, no se sabe qué resultado puede tener. La condena contra la presidente, además de su destitución, según la ley comportaba también la inhabilitación para los próximos ocho años. Pero la defensa pidió que se procediera a dos sesiones de votación, una para el impeachment y la otra para la inhabilitación. Y en la segunda votación, Dilma fue “perdonada”. En este momento hay varios recursos en el Supremo Tribunal Federal por los motivos más dispares: van desde la completa anulación de todo el proceso de enjuiciamiento ante el Senado hasta la solicitud de anulación de la segunda votación.

Por otra parte, la situación de Temer no es fácil: las cosas no resultaron como muchos esperaban. Todo lo contrario. Al día siguiente de la votación comenzó en la capital de varios estados una serie de manifestaciones contra Temer al grito de “Diretas Já” (“Elecciones directas, ya”), el mismo que se había utilizado en los tiempos finales del régimen militar, cuando millones de personas salieron a la calle exigiendo, precisamente, elecciones directas para designar al presidente del país. Tanto el PT (Partido dos Trabalhadores, el de Dilma)  como los partidos que ahora están en la oposición prometen continuar con esa campaña. Pero no es tan sencillo, sobre todo teniendo en cuenta el calendario electoral. Dentro de dos meses se celebrarán elecciones municipales en todo el país para elegir alcaldes y “vereadores” (miembros de los cuerpos colegiados municipales con funciones ejecutivas o legislativas). Para cualquier partido, afrontar elecciones municipales y presidenciales con tan poco tiempo de distancia supondría una campaña complicadísima, un esfuerzo agotador. Lo mismo se puede decir para la población. En la sociedad hay una evidente amargura y un profundo cansancio, independientemente que se haya estado a favor o en contra de Dilma.

Por otro lado, se dice que la economía está mostrando señales positivas. Tal vez. De todos modos habrá que esperar hasta fin de año para saber si los rumores son más o menos ciertos. Aunque más no sea porque una de las claves fundamentales para el crecimiento económico es la reforma del sistema de previsión social, y de las normas para la jubilación. Son temas que debe discutir el Congreso y no parece que vaya a ser un trabajo fácil. Sin contar que Temer no puede dormir tranquilo ante la eventualidad de quedar involucrado en un juicio por corrupción, vista la cantidad de causas abiertas contra personalidades políticas en base a las denuncias hechas por los empresarios ante el juez Sergio Moro. Y el proceso actualmente en curso ante el Supremo Tribunal Electoral presenta un panorama más complicado todavía. Este plantea la posibilidad de anular las elecciones del año pasado que condujeron al nombramiento de Dilma y de Temer como su vice. No sabemos cómo puede terminar, pero sin duda las acusaciones de una campaña financiada con donaciones ilegales son bastante sólidas.

Sea como fuere, lo que se esperaba está ocurriendo. Lula está imputado en uno de los varios procesos en los cuales hay denuncias en su contra. Es un juicio por obstaculización de la justicia a raíz de una de las acusaciones de Delcidio do Amaral, uno de los principales exponentes del gobierno PT hasta que fue condenado a la cárcel por mandato del Supremo Tribunal Federal, acusado también de obstaculizar la justicia. Como se ve, o quizás no se ve, estamos asistiendo a una verdadera “opera bufa”. Lo cierto es que, en principio o como hipótesis (porque nunca se sabe lo que puede ocurrir en una situación tan caótica) Lula no podrá ser candidato ni a presidente ni a ningún otro cargo. Su estrategia defensiva apunta a la nulidad de todo el proceso. Está por verse, pero hay otros dos juicios abiertos en su contra.

Octubre será un mes decisivo, por lo menos para medir la temperatura real del Partido dos Trabalhadores. De acuerdo con el desempeño que tenga en las elecciones municipales se podrá saber si lo ocurrido pertenece al pasado (como algunos piensan) y el juego terminó con una derrota aplastante del PT o si, por el contrario, continúa y lo que parecía el silbato final solo anunciaba el comienzo del tiempo suplementario.

* Profesor de Historia de América en la Universidad Federal de San Pablo

Traducción de Claudio Ferlan

mentepolitica

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