COLOMBIA EN EL MOMENTO CRUCIAL. El 26 se firman los acuerdos, el 2 de octubre se celebra el plebiscito para aprobarlos o rechazarlos. El cardenal Parolin presente en nombre del Papa

Planes para el mañana. Foto Eliana Aponte ELTIEMPO
Planes para el mañana. Foto Eliana Aponte ELTIEMPO

En Colombia, en razón del plebiscito del 2 de octubre para decidir con un “si” o un “no” si se aceptan – desde el punto de vista de la soberanía popular – los Acuerdos de paz alcanzados tras más de cuatro años de negociaciones entre el gobierno del Presidente Manuel Santos y los dirigentes de la ex guerrilla Farc, se pelea una dura y masiva campaña electoral en la que no faltan los golpes bajos. El enfrentamiento está drásticamente polarizado y en muchos casos los argumentos de una y otra parte son fuertemente enfáticos y poco razonables. Los numerosos sondeos con clamorosas diferencias evidencian manipulaciones y por lo tanto no son creíbles. Entre las curiosidades de la batalla política hay una realmente insólita, como la alianza de dos ex Presidentes a favor del “no”: Andrés Pastrana y Álvaro Uribe. Este último ganó las elecciones gracias a la derrota de Pastrana en el primer intento de negociación con las Farc. Ahora, juntos, se enfrentan a Manuel Santos. La consulta se refiere a la aceptación o el rechazo de los contenidos de las 297 páginas que establecen en seis capítulos decenas y decenas de acuerdos. Básicamente, los Acuerdos cierran de manera definitiva 52 años de guerra interna y dan comienzo a un largo y delicado proceso de pacificación que implica la transformación de las Farc en un partido político constitucional.

Muchos son los aspectos delicados del proceso si resulta aprobado por el pueblo. Entre ellos, la desmovilización de miles de personas armadas y su reinserción sociopolítica, los juicios a los culpables de crímenes graves contra la dignidad humana en el curso del conflicto y el resarcimiento a las víctimas y sus familiares. A estos desafíos hay que sumarles el más importante de todos: la participación popular en la consulta del domingo 2 de octubre. El resultado del referéndum se puede considerar válido solo si el “sí” alcanza por lo menos el 13%, algo así como 4 millones y medio de votos. El cuerpo electoral supera los 31 millones de personas con derecho a voto y en Colombia, por otra parte, la abstención es históricamente muy alta (60% en la primera vuelta de las presidenciales de 2014).

Los Acuerdos serán firmados el lunes 2 de septiembre en la ciudad de Cartagena de Indias, en la plaza que se encuentra frente a la iglesia donde se conservan las reliquias de san Pedro Claver, grande y heroico defensor de los derechos de los esclavos afroamericanos que llegaban a este puerto desde África para ser vendidos a los colonos. Estarán presentes numerosos Jefes de Estado y de Gobierno, Ministros y Representantes de organismos internacionales y regionales. Uno de los huéspedes será  el Secretario de Estado del Papa Francisco, el Cardenal Pietro Parolin. ¿Cómo se interpreta esta relevante presencia? ¿Qué significa que en Cartagena de Indias se encuentre presente el Secretario del Estado del Papa Francisco y que entre otras cosas presida una breve ceremonia religiosa?

1. La primera respuesta, aunque sea descontada es fundamental: el cardenal Parolin estará presente porque así lo desea el Papa Francisco y lo representará a él en este importante evento. El pasado mes de agosto el Papa expresó su apoyo a los Acuerdos como algo positivo, y desde siempre, en reiteradas oportunidades, alentó las negociaciones con la convicción de que el pueblo colombiano tiene una urgente y dramática necesidad de paz. Al Presidente Santos le anticipó que si firmaban la paz iría a visitar al pueblo colombiano para llevarle su afecto, caricias y esperanzas. En pocas palabras, se podría decir que el Papa Francisco considera que la paz en Colombia puede ser esa obra de misericordia largamente esperada de apoyo y reconocimiento recíproco, y la única capaz de cambiar para bien el rostro del sufrimiento, el luto y el odio. Al principio, ninguna paz es perfecta, pero de todos modos siempre es mejor que la guerra. Lo importante es desarmar las manos, los espíritus y los corazones para comenzar a transitar el camino del encuentro, del conocimiento y del respeto, para llegar a compartir y colaborar.

2. El cardenal Parolin estará presente como eminente testigo de un evento histórico para la región latinoamericana, donde la Sede Apostólica y la Iglesia colombiana siempre se manifestaron a favor del diálogo y de la negociación, convencidos de que las armas, como lo demuestra la historia, nunca resolvieron nada. Es sabido – y la iglesia lo repite con insistencia – que la violencia es una espiral que genera siempre nuevas violencias. El mensaje que ofrece la presencia del Secretario de Estado se extiende así a toda América Latina, especialmente a los países que en este momento viven graves crisis endémicas, y, más en general, a todos los pueblos. La Santa Sede no puede estar ausente, y nunca lo estará, allí donde las partes en conflicto deciden, seria y honestamente, superar el enfrentamiento y la enemistad.

3. Sin duda la presencia del Secretario de Estado, así como la de numerosos gobernantes y representantes de organismos internacionales y regionales, nada tiene que ver con el plebiscito, que permanece como un recurso inviolable de la soberanía popular colombiana. Estas presencias no tienen que ver con el “sí” o el “no”. Estas presencias son expresión y manifestación de un anhelo planetario, ampliamente compartido por la inmensa mayoría de la humanidad: vivir en paz, buscando siempre los métodos adecuados para resolver con el diálogo las diferencias y las controversias. Las modalidades, los mecanismos, las condiciones y las reglas son responsabilidad del pueblo colombiano y en estas cuestiones ningún otro sujeto puede intervenir. Por otra parte, si al final en Colombia triunfa eventualmente el “no”, obviamente no significa que se ha votado por la guerra y las balas. Quiere decir que los Acuerdos deben ser renegociados. El Nuncio en Colombia, mons. Ettore Ballestrero destacó hace pocas horas que el cardenal Parolin desea orar, y al mismo tiempo exhortar a todos a hacer lo mismo, por la “concordia y la reconciliación”. Recordando las profundas raíces cristianas de la nación colombiana, el diplomático vaticano especificó: “Dentro del más profundo respeto de la autonomía de las instituciones, el Cardenal Parolin pedirá a Dios que ilumine a cada uno de los colombianos para que obrando en conciencia y con total libertad, de manera responsable e informada, participe en la toma de decisiones que interesan al bien común de este país tan querido por el Papa Francisco”.

4. Por último, no se puede ignorar o subestimar una dimensión que es muy importante para el pueblo colombiano: la cercanía amorosa y compasiva del Papa Francisco. Nadie tiene derecho a disminuir la dimensión humana de la cercanía del Papa, aunque sea por intermedio de su Secretario de Estado, al pueblo de Colombia, donde prácticamente en todas las familias se han vivido las consecuencias de 52 años de guerra; tal como lo demuestran numerosos estudios independientes, casi cada núcleo familiar conoce el dolor de una víctima, un secuestrado, un desocupado, un exiliado o un desplazado. Los números hablan claro: más de 8 millones de colombianos inscriptos en el Registro nacional de víctimas, más de 265.000 muertos (que pasan a ser 700.000 con las víctimas indirectas), más de 7 millones de desplazados y más de 39.000 personas secuestradas.

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