COLOMBIA. ¿QUÉ SERÁ DE LA ANUNCIADA VISITA DEL PAPA EN 2017? Para los obispos del país, sin guerra y sin paz la visita sigue en pie. Pero no está dicho…

El Papa y Santos en junio de 2015
El Papa y Santos en junio de 2015

Sobre la posible visita del Papa Francisco al pueblo y a la Iglesia de Colombia, anunciada extraoficialmente para el primer trimestre de 2017, mucho se ha escrito y varios prelados colombianos, políticos y representantes de la sociedad civil la apoyan decididamente e insisten en decir que, de todos modos, esta visita no depende del referendo del 2 de octubre, la consulta popular en la cual la mayoría del 40% de ciudadanos que ejerció su derecho al voto rechazó el Acuerdo de paz entre el gobierno y la ex guerrilla de las Farc, firmado el 26 de septiembre anterior.

Sin perder de vista que es el Papa y solo él quien toma la decisión, vale la pena recordar que las condiciones que requiere una visita de Francisco se han complicado y enturbiado bastante. Es decir que para la pregunta “¿irá el Papa a Colombia?, a la luz de lo que conocemos públicamente, solo puede haber una respuesta: depende.

Desde que se anunció que se había logrado un Acuerdo definitivo entre el gobierno de Bogotá y las Farc, el 4 de septiembre, el Papa Francisco subrayó siempre una cuestión: debe ser un acuerdo “blindado” (palabra usada por el mismo Francisco), es decir verdaderamente serio, definitivo y cristalino. De sus palabras se puede deducir, como opinión nuestra, naturalmente, que el Santo Padre siempre consideró que un acuerdo de este tipo estaba y sigue estando rodeado de insidias, y en consecuencia el blindaje significa concretamente que es irreversible. Y tal como se ha visto tras la firma del documento y sobre todo después del referendo del 2 de octubre pasado, esa irreversibilidad es inestable y precaria.

El primer elemento de inestabilidad es conocido: el resultado del referendo. El 40% del cuerpo electoral, puesto ante el “sí” o el “no” al Acuerdo, dijo que “no”, pese a que solo hubo una diferencia de 60.000 votos. La incertidumbre y la desorientación que cundió en el ámbito político y en la opinión pública como consecuencia de ese veredicto no terminaron en algo peor gracias a a la firmeza del presidente Santos y los dirigentes de la ex guerrilla. La reacción inmediata de ambas partes fue clara: seguiremos buscando la paz y un acuerdo irreversible, y mientras tanto, el alto el fuego se confirma como una decisión definitiva. Ahora se ha vuelto a la negociación, en realidad a dos negociaciones. En La Habana, de conformidad con el resultado del referendo, el presidente Manuel Santos – quien entre tanto ha recibido el premio Nobel de la Paz 2016 – debe poner nuevamente en marcha las negociaciones con la ex Farc. Al mismo tiempo, debe también negociar con los líderes del “no” y en particular con Álvaro Uribe, a quien le estrechó la mano hace pocos días después de seis años sin ningún tipo de comunicación. El ex presidente Uribe, un político que siempre estuvo convencido de que la vía militar es la única manera de derrotar la lucha armada, es la persona con la cual Santos debe tratar de entender qué desean renegociar. Ahora ya no son dos partes, sino tres.

Los observadores y expertos que siguen de cerca este espinoso nuevo dossier, consideran que las cosas se pueden complicar mucho, porque piensan que en gran medida las exigencias de Uribe no serán fáciles de aceptar para la ex guerrilla. La renegociación podría alargarse mucho y probablemente deba superar momentos muy delicados y críticos. No parece que la cuestión se pueda resolver en seis meses. Desde afuera, observando y analizando con atención lo que está ocurriendo, no se ven las condiciones mínimas para una visita del Papa en lo inmediato. Considerando las palabras del Papa Francisco, no parece probable que pueda visitar un país sin guerra y sin paz, donde todavía se está negociando.

De todos modos, no hay que olvidar que el Papa Francisco sabe moverse muy bien en situaciones que aparentemente no tienen salida.

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