EL AÑO DE VIOLETA. En 2017 se cumplen cien años del nacimiento de la artista chilena, autora de “Gracias a la Vida”, y cincuenta años de su suicidio

Imagen de Violeta Parra en la tapa de uno de sus discos
Imagen de Violeta Parra en la tapa de uno de sus discos

2017 es el año de la artista chilena Violeta Parra. Hoy, 5 de febrero, se cumplen 50 años de su fallecimiento (1967) y el 4 de octubre cien años de su nacimiento (1917). Para ese día del mes de octubre ya anunciaron un gran espectáculo en Chile, su patria. Estarán presentes muchos íconos de las generaciones del ’70 y del ’80, como los Inti Illimani, Isabel y Tita Parra, Luis Advis con Canto para una semilla… y la guitarra de Violeta, la que era de su padre, don Nicanor Parra, y ella descubrió cuando tenía seis años, como cuenta Marisol García en “Violeta Parra en sus palabras”, (Entrevistas 1954-1967), publicado en la colección Tal cual de Periodismo UDP-Catalonia. Cuando el padre salía de casa escondía la guitarra bajo llave en el cajón de la máquina de coser de su esposa, Clarisa Sandoval. Violeta descubrió el secreto y se la empezó a robar. «Mirando las posturas de su padre, Violeta, apoyando la guitarra contra el suelo, comenzó a sacar sonidos del instrumento y a cantar despacito canciones que escuchaba a los mayores. “Un día que mi madre me oyó no podía creer que fuera yo”», dijo Violeta Parra en una entrevista de 1958, publicada en la Revista Musical Chilena y recuperada ahora por Marisol García.

Violeta Parra concedió poquísimas entrevistas durante su vida y muchas de ellas son prácticamente imposibles de recuperar. El libro de Marisol García permite descubrir medio siglo después el mundo de Violeta Parra, su vida intensa y herida de la que nacieron algunas de las canciones más bellas de esta periferia del mundo.

Las 14 conversaciones de “Violeta Parra en sus palabras” revelan aspectos inéditos, como la mañana del 1 de enero de 1967, un mes antes de suicidarse, cuando Violeta concurrió a los estudios de Radio Magallanes, en Santiago, y conversó con el periodista René Largo Farías en el programa “Chile Ríe y Canta”. Estaba por comenzar una gira por el sur del país que al final no llegó a realizar. Marisol García relata que aquella mañana ante los micrófonos de la radio “habló de su trabajo, de su deseo de conectarse con el pueblo, de la alegría que le daba el haber podido levantar el proyecto de la Carpa de la Reina y de cuán importante fue para ella, tiempo atrás, recorrer Chile de norte a sur, en tres giras que había gestionado el mismo René Largo Farías: “Palpar desde cerca el cariño que el público les tiene a sus artistas es una cosa que toca el alma y que no se olvida tan fácilmente” comenta Violeta durante la entrevista.

En otra respuesta hace referencia a algunas de sus canciones: Gracias a la vida, Volver a los 17  y Run Run se fue pa’l norte. Con una sinceridad y una lucidez admirables reconoce: “Creo que las canciones más lindas, las más maduras… Perdónenme que diga canciones lindas habiéndolas hecho yo, pero qué quieren ustedes: yo soy huasa y digo las cosas sencillamente, como las siento”. Ella afirma que está “contenta de considerarme, en estos momentos, como compositora” y desea que ese nuevo año “se cumplan todos los deseos de los chilenos y que Violeta Parra tenga la suerte de seguir cantando como lo ha hecho hasta ahora”.

Paula Miranda, profesora de Literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en “La poesía de Violeta Parra” analiza en profundidad los textos poéticos y las canciones de la autora de Gracias a la Vida. “Estamos frente a una conciencia poética excepcional y genial… una de las mejores poetisas de la nación” afirma la autora del estudio, especialista en poesía chilena e hispanoamericana. La opinión de la profesora es básicamente análogo al del poeta Raúl Zurita Canessa, quien también conoce en profundidad la obra de Violeta Parra: “En su arrebatadora ternura, en su compromiso, en su fuerza y pureza, en su humor, las composiciones de Violeta Parra son uno de los máximos aportes que Chile le ha hecho a la sensibilidad y cultura de nuestro tiempo y una de las cumbres de la poesía universal”.

 “Gracias a la vida” cruzó la Cordillera  de los Andes y luego recorrió a lo largo y a lo ancho primero América Latina y después todo el mundo con la fuerza de sus palabras: un himno a la esperanza, una declaración de amor a la vida hecha por alguien que ve la vida mortificada por errores e injusticias.

Cuatro semanas después de aquella entrevista, en la misma Carpa de la Reina de la que estaba tan orgullosa, Violeta Parra se disparó en la sien con un viejo revólver. Un gesto incomprensible al que ningún análisis conseguirá dar una respuesta acabada y que remite a las misteriosas palabras que Violeta pronunció durante el lanzamiento de su último disco: “Me falta algo, no sé qué es. Lo busco y no lo encuentro. Seguramente no lo hallaré jamás”.

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