BOGOTÁ A LA ESPERA. Es el tercer Papa que visita Colombia después de Pablo VI en 1968 y Juan Pablo II en 1986. Francisco llega el miércoles 6 de septiembre

2017: un año inolvidable
2017: un año inolvidable

El Viaje Apostólico que el Pontífice se dispone a realizar a Colombia el próximo mes de septiembre comenzará en la capital, Bogotá. Francisco llegará a las primeras horas de la tarde del miércoles 6 de septiembre y permanecerá todo el día siguiente. Desde la capital, el Papa se desplazará luego para visitar las otras ciudades del país – Villavicencio, Medellín y Cartagena – y el regreso a Italia está previsto para el lunes 11 de septiembre. Otros dos Papas ya visitaron Bogotá: Pablo VI, del 22 al 25 de agosto de 1968, y san Juan Pablo II en 1986, del 1º al 3 de julio. Mientras el Papa Montini solo visitó la capital, el Papa Wojtyla recorrió 12 localidades entre el 1º y el 8 de ese mes: Bogotá, Chiquinquirá, Tumaco, Cauca, Cali, Chinchiná, Pereira, Medellín, Armero, Bucaramanga, Cartagena y Barranquilla.

Bogotá – oficialmente Santa Fe de Bogotá – es la capital de la República de Colombia, capital del departamento de Cundinamarca y constituye también un distrito especial. La ciudad se encuentra situada en la Cordillera Oriental a 2.640 metros de altura, casi en el centro del país, en el extremo sur de un vasto altiplano (la Sabana de Bogotá) que en tiempos remotos estaba cubierto por un lago. El clima es húmedo, dada la ubicación un poco más al norte del Ecuador, pero templado por la altura. Con el nombre de Santa Fe de Bogotá – solo entre 1811 y 1991 la denominación oficial fue simplemente Bogotá –  fue fundada por el español Gonzalo Jiménez de Quesada en 1538, en el mismo lugar donde se encontraba la ciudad principal de los indios chibcha, llamada Bacatá. Los españoles destruyeron la ciudad indígena y construyeron otra según el modelo europeo. El nombre de la ciudad indígena significa “final de los campos” y, en efecto, la ciudad se encontraba fuera de las tierras fértiles del altiplano, intensamente cultivadas por los chibchas. Muy pronto Bogotá se convirtió en una ciudad importante, en 1572 ya tenía la primera universidad – hoy son cerca de diez – y en el siglo siguiente era el principal centro cultural de las colonias españolas en América. Cuando Alexander von Humboldt, el famoso explorador y naturalista alemán, visitó la región entre 1800 y 1804, la llamó Atenas sudamericana o Atenas de América por sus instituciones culturales y científicas, entre las cuales se encontraba el primer Observatorio astronómico de Sudamérica, fundado por José Celestino Mutis. En 1717 Bogotá era la sede del virreinato español de Nueva Granada, que comprendía los actuales territorios de Panamá, Venezuela, Colombia y Ecuador.

Cuando Nueva Granada declaró su independencia (1819) se constituyó en la Federación de Gran Colombia, que al principio comprendía el mismo territorio y Bogotá siguió siendo la capital y el centro intelectual. En efecto, el movimiento independentista se había desarrollado en sus ambientes cultos y sensibles al Iluminismo europeo. Sin embargo, el experimento federal de la Gran Colombia duró pocos años, desde la independencia hasta 1831, cuando se dividió en los tres estados actuales de Colombia, Ecuador y Venezuela.

Con la llegada del siglo XX Bogotá vivió un gran desarrollo urbanístico e industrial, que disminuyó hacia 1948, cuando comenzó la guerra civil en el país. La dictadura militar de los años cincuenta, encabezada por el general Gustavo Rojas Pinilla, significó una nueva etapa de desarrollo de la ciudad, principalmente con la construcción del Aeropuerto Internacional El Dorado y del Centro Internacional, ultramoderno para la época. A partir de los años noventa, la ciudad experimentó cambios importantes durante la administración de los alcaldes Antanas Mockus y Enrique Peñalosa, sobre todo con la construcción del sistema de transporte público TansMilenio. El gran desarrollo del siglo pasado propició un considerable aumento de la población, que pasó de 100.000 a 6.850.000 habitantes (casi 7.450.000 considerando la zona periférica) y transformó la ciudad en el principal centro económico de Colombia, con una intensa actividad comercial y financiera, pero también industrial: alimentaria, química, textil, de la goma y mecánica. La importancia cultural de la ciudad es notable, tanto por las universidades como por las instituciones culturales, parcicularmente el famoso Museo del oro, que conserva cerca de 33.000 piezas de metales preciosos de civilizaciones precolombinas. La ciudad se alarga en sentido este-oeste y cuenta con una red vial en forma de cuadrícula que sigue la orientación de la Cordillera: las calles paralelas a las montañas, de sur a norte, tienen el nombre de “carreras”, mientras las perpendiculares, de este a oeste se denominan “calles”. Aunque se conservan muy pocas construcciones antiguas, porque Bogotá quedó prácticamente destruida por un terremoto en 1827, el centro de la ciudad ha mantenido la planta característica de las ciudades coloniales españolas y algunos edificios interesantes: la catedral, la capilla del Sagrario y el Teatro Colón. Los barrios más modernos, en cambio, se asemejan a las ciudades estadounidenses. Las callejuelas estrechas, las casas blancas y bajas, los patios floridos y los balcones con rejas de hierro forjado, en el centro, contrastan con las calles anchas de varios carriles bordeadas por altos rascacielos y edificios modernos de las periferias. A partir de la década del cincuenta, sobre todo al sur del centro histórico, comenzaron a construirse algunos barrios “informales” que en algunos casos constituyen verdaderos barrios de emergencia.

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