SOLIDARIDAD LATINOAMERICANA. Una diócesis de Brasil crea una “base misionera” en Haití, el país más pobre del continente

Pobres que ayudan a los pobres
Pobres que ayudan a los pobres

Es una de las periferias más pobres de Haití. Y allí se ha concentrado la atención la Iglesia brasileña. En un primer momento, creará una base de apoyo que con el tiempo concentrará las ayudas y la solidaridad de todo un país. La iniciativa, primera en su tipo, es de la diócesis de Juiz de Fora, situada en el estado brasileño de Minas Gerais, y su objetivo es ayudar con un copioso flujo de solidaridad al país caribeño más pobre del mundo. En estos días viajaron a Haití el arzobispo de Juiz de Fora, monseñor Gil Antônio Moreira,  el obispo de Leopoldina, también ubicada en el estado de Minas Gerais, monseñor José Eudes Campos do Nascimento y cinco jóvenes integrantes de la Comunidad  “Jovens Missionários Continentais” (Jóvenes Misioneros Continentales).

El primer paso fue “entrar en contacto con el obispo local y los dos auxiliares que le ayudan”, explicó  monseñor Moreira, “quienes nos recibieron y nos señalaron lo que sería más útil, necesario y urgente en este momento”. Monseñor Campos do Nascimento resume las prioridades: “Al principio el grupo de Juiz de Fora colaborará con los trabajos que ya están realizando diversas obras católicas organizadas por los Frailes Franciscanos de la Divina Providencia, en el barrio de Croix-Des-Bouquetsentre, una de las zonas más carenciadas de Puerto Príncipe”. Entre las primeras tareas estará celebrar misas y preparar fiestas, lo que requiere un número mayor de misioneros brasileños. Estos misioneros también deben aprender la lengua de señas, ya que se ha constatado que hay un elevado número de personas sordomudas que asisten a misa. En segundo lugar, se colaborará con la diócesis local en la formación bíblico-catequística, ya que los sábados hay cerca de 300 jóvenes que se reúnen para orar y para compartir un momento de distracción y convivencia. En tercer lugar se ofrecerá apoyo para las actividades sociales y caritativas. Algunas de las necesidades más urgentes de la zona, que se caracteriza por una extrema pobreza, es la alfabetización de niños y adultos, la educación en higiene personal y la asistencia médica, curativa y preventiva.

La idea es que después de un período de adaptación la base misionera también pueda ampliarse y desarrollar una acción solidaria en otras regiones del país, y se convierta progresivamente en un punto de referencia para todas las obras brasileñas presentes en Haití y para todos los brasileños que quieran colaborar con el país de alguna manera. “Lo que queremos es formar una red de encuentro y de solidaridad orientada a las necesidades identificadas en el campo”, anticipa monseñor Gil Antônio Moreira. La intención de los promotores es que la base misionera se ponga a disposición de todos los voluntarios que quieran trabajar en Haití para orientarlos hacia las áreas y las obras que tienen mayor necesidad de ayuda. Que no son pocas en la isla caribeña.

La situación del país, agravada sobre todo por el terremoto que hace siete años devastó su territorio, sigue siendo gravemente precaria. Más de 300.000 edificios se derrumbaron, incluyendo casi todas las instituciones del gobierno y la sede de las Naciones Unidas. El terremoto de 7.2 de magnitud de la escala Ritcher, que dejó más de 200.000 muertos, fue el peor registrado en las Américas. Entre las víctimas estaban 102 funcionarios civiles y militares de la ONU, incluido el vice-representante especial del secretario general de la ONU, el brasileño Luiz Carlos da Costa. Otras víctimas de nacionalidad brasileña fueron la doctora Zilda Arns Neumann, experta en salud infantil y fundadora de “Pastoral da Criança”, y 11 militares que integraban la misión de paz de la ONU.

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