EL PAPA EN CARTAGENA: DE PLAZA DE ESCLAVOS A CIUDAD DE LA PAZ. Allí vivió y murió el jesuita Pedro Claver, el santo de los africanos que capturaban y llevaban a América

El 26 de septiembre de 2016 se firmaron los Acuerdos de paz entre el Gobierno y las FARC
El 26 de septiembre de 2016 se firmaron los Acuerdos de paz entre el Gobierno y las FARC
El domingo 10 de septiembre el Papa Francisco visitará la cuarta y última ciudad colombiana, una de las localidades más bellas del continente americano: Cartagena de Indias. El Papa, proveniente de Bogotá (a 653 km) llegará a las 10 y desde ese mismo aeropuerto volverá a Roma a las 18.45 aproximadamente. En la principal ciudad caribeña de Colombia, Francisco bendecirá la primera piedra de las casas para los sin techo y de la Obra Talitha Qum, luego recitará el Angelus y por último visitará la Casa Santuario de San Pedro Claver. A las 15.45 está previsto el traslado en helicóptero desde la Base Naval hasta la zona portuaria de Contecar, donde el Pontífice presidirá la Santa Misa. Cartagena, cuyo nombre completo es Cartagena de Indias, será así la cuarta y última etapa del 20º Viaje Apostólico a Colombia del Papa Francisco, entre el 6 y el 11 de septiembre, y es la única ciudad marítima en el programa de la visita.
Con 900.000 habitantes, Cartagena es el principal destino turístico de Colombia y uno de los más visitados en la región del Caribe, sobre todo debido a una favorable ubicación geográfica en el interior de una bahía con pintorescas islas y lagunas, pero también a la riqueza de su historia, ya que fue el principal puerto del continente durante el período colonial español. Cartagena de Indias, reconocida como “ciudad heroica” por la acérrima defensa de su independencia del dominio español en el siglo XIX, declarada “patrimonio cultural de la humanidad” por su historia y sus monumentos y también llamada “perla del Caribe” debido a sus bellezas naturales, fue durante más de dos siglos la principal plaza del mercado de esclavos africanos.
Fue fundada en 1533 por Pedro de Heredia, quien bautizó el nuevo asentamiento con el nombre de una ciudad española de Murcia. En el lugar donde fue construida Cartagena habitaban los indígenas calamari, y  los relatos españoles cuentan que eran feroces y amantes de la guerra, y que hasta las mujeres luchaban a la par de los hombres. Pocos años después de la fundación de la ciudad, los españoles construyeron un fuerte amurallado para proteger la región contra los piratas ingleses, holandeses y franceses. No obstante, Cartagena fue atacada en numerosas oportunidades precisamente por su ubicación estratégica en las rutas marítimas de la época. Para poner freno a las continuas incursiones, en el siglo XVII la corona española contrató los mejores ingenieros militares europeos, que dotaron a Cartagena de las estructuras defensivas que hasta la actualidad constituyen la característica distintiva de la ciudad.
En marzo de 1741 se presentó frente al puerto una enorme flota inglesa a las órdenes del almirante Edward Vernon, compuesta por 186 naves con 23.600 hombres. La guarnición de la ciudad disponía solamente de 6 naves y 3.000 hombres, pero el asedio fue finalmente rechazado por el general y almirante Blas de Lezo, gracias sobre todo a las obras de ingeniería construidas en las décadas anteriores. Cartagena fue un activísimo puerto dedicado al comercio de esclavos, la única ciudad, junto con Veracruz, en México, donde estaba autorizado el comercio de negros. Los primeros esclavos llegaron ya cuando se fundó la ciudad, para trabajar en la construcción de caminos, profanación de tumbas de la población Sinu y construcción de edificaciones y fortalezas. Los agentes de la compañía portuguesa Cacheu distribuían cargas humanas desde Cartagena a toda América del Sur, para trabajar en las minas de Venezuela, el Virreinato de Nueva Granada y el virreinato de Perú.
Tras 275 años de dominación española, Cartagena, como todo el resto de Colombia y otros países de Sudamérica, se vio involucrada en las operaciones militares para conquistar la independencia del Viejo Continente. La ciudad pasó de manos realistas a independentistas y viceversa varias veces, y recién en 1821 las tropas españolas fueron definitivamente expulsadas de la ciudad por el general republicano Mariano Montilla. Cartagena fue la última ciudad de Colombia en ser liberada de los españoles y quedó profundamente marcada por la guerra. Recién a partir de 1880 comenzó a recuperarse gradualmente de los efectos colaterales del conflicto. El siglo XX trajo un gran desarrollo para la ciudad desde muchos puntos de vista: la ciudad volvió a poblarse gracias a los grandes flujos internacionales, que llevaron nueva linfa a un tejido social que había mutado considerablemente en los años previos y posteriores al cambio de siglo. El creciente comercio internacional, el desarrollo industrial y la revolución informática contribuyeron a la más reciente expansión de la ciudad, que ha experimentado un verdadero boom demográfico en las últimas décadas.
En los años ’90 Cartagena se distinguió por haber acogido al mayor número de prófugos provenientes de las distintas regiones del país, sobre todo andinas, que escapaban de la guerra civil. El 26 de septiembre de 2016, la ciudad fue elegida como lugar oficial para la firma de los Acuerdos de paz entre el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos y el jefe del grupo guerrillero de las FARC-EP, Timochenko. Por la asistencia a las víctimas del conflicto y por la visita que le hicieron 13 jefes de Estado de América Latina, el Secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, el Secretario de Estado de los Estados Unidos de América John Kerry, el rey Juan Carlos de España, el Secretario de Estado de la Santa Sede, cardenal Pietro Parolin, diversos gobernantes de Colombia y numerosas personalidades nacionales e internacionales, la ciudad se convirtió en centro de noticias en todo el mundo y actualmente es reconocida como ciudad de la paz.
La ciudad de san Pedro Claver. La elección de Cartagena para firmar los Acuerdos de paz, que hoy se están en proceso de aplicación después de haber sido ratificados por la Asamblea Nacional, tuvo una significación y una relevancia muy grandes, como declaró públicamente el presidente colombiano recordando que “San Pedro Claver ha sido proclamado como el gran defensor de los Derechos Humanos, este proceso de paz ha tenido como una de sus características que ha puesto a las víctimas y los Derechos Humanos como el centro de la solución de este conflicto. Por eso también hemos escogido Cartagena”, la ciudad donde vivió y murió el santo jesuita español. Pedro Claver ((Verdú, 25 de junio de 1581 – Cartagena, 8 de septiembre de 1654) llegó a Cartagena siendo muy joven en 1610 y durante 44 años fue misionero entre los africanos capturados y llevados a América en una época de auge de la trata de esclavos. Mientras los esclavos estaban retenidos en Cartagena en espera de ser comprados y llevados a diversos lugares, el padre Claver los instruía y los bautizaba. Los reunía, se preocupaba por sus necesidades y los defendía de sus opresores. Esta labor de amor hizo que sufriera grandes pruebas. Pero los mercaderes de esclavos no eran sus únicos enemigos. Fue acusado de ser un incauto por su celo por los esclavos y de haber profanado los sacramentos al dárselos a criaturas que “apenas tienen alma”. Las mujeres de sociedad de Cartagena rehusaban entrar en las iglesias donde el padre Claver reunía a sus “negros” y sus superiores con frecuencia se dejaron llevar por las críticas que le hacían. Sin embargo, Claver continuó su obra aceptando todas las humillaciones y haciendo penitencias rigurosas. Le faltaba la ayuda de los hombres, pero se sostenía con la fuerza de Dios. Durante su vida bautizó e instruyó en la fe a más de 300.000 negros. Fue beatificado el 16 de julio de 1850 por Pio IX y canonizado el 15 de enero de 1888 por León XIII. El 7 de julio de 1896 fue proclamado patrono de todas las misiones católicas entre los negros. Las reliquias del santo se conservan en la ciudad, en el altar mayor de la iglesia dedicada a él. El padre Jorge Mamacho, actual encargado del santuario, cuenta que apenas Pedro Claver veía, desde la pequeña ventana de su habitación, que llegaban las naves cargadas de africanos, decía: “Es Cristo que viene a mí” y entonces acudía rápidamente con sus ayudantes e intérpretes para llevarles ropa, alimentos y medicinas, y sobre todo misericordia y aliento.
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