DECAPITADO 300 AÑOS DESPUÉS. Es la estatua del fraile franciscano Junípero Serra, canonizado por el Papa Francisco en 2015

La estatua agraviada en la Misión de Santa Bárbara, California (Foto: Getty Images/Twitter/Univision)
La estatua agraviada en la Misión de Santa Bárbara, California (Foto: Getty Images/Twitter/Univision)

Es dura la vida para los santos católicos en los Estados Unidos de hoy. Más de tres siglos después de su muerte, como es el caso del franciscano Junípero Serra, canonizado por el Papa Francisco durante su viaje a Estados Unidos en septiembre de 2015. La estatua de fray Junípero que se encuentra en la Misión de Santa Bárbara, California, conocida como “la reina de las misiones” y una de las 21 que fundaron los Franciscanos – la orden a la que pertenecía –  en el siglo XVIII entre San Diego y San Francisco, fue decapitada y mancharon el cuerpo del misionero católico con pintura rojo sangre.

Este acto de vandalismo no es un episodio aislado y se suma a otras agresiones contra la figura de Junípero Serra desde que el Papa Francisco concluyó in loco el proceso de canonización iniciado por Juan Pablo II en 1998 con la beatificación del sacerdote de los Frailes Menores. El Pontífice polaco se refirió a él como «un luminoso ejemplo de unidad cristiana y espíritu misionero», destacando que «su gran objetivo era llevar el Evangelio a las poblaciones autóctonas de América, para que también ellas pudieran “consagrarse en la verdad”».

Durante muchos años Junípero Serra, cuyo nombre secular era Miguel José Serra y Ferrer, se dedicó a esta tarea en México, en la Sierra Gorda y en California. «Sembró las semillas de la fe cristiana en medio de los tumultuosos cambios provocados por la llegada de los colonos europeos al Nuevo Mundo», siguió diciendo Juan Pablo II en la homilía de beatificación, «un campo de trabajo misionero que requería paciencia, perseverancia y humildad, así como amplitud de miras y coraje». De «modelo ejemplar de evangelizador lleno de abnegación y “coloso” de la evangelización de la California del siglo XVIII» habló el Papa Francisco diecisiete años después en la plaza del santuario nacional de la Inmaculada Concepción, en Washington, durante su histórica visita a los Estados Unidos. Para el Papa argentino, Junípero Serra «supo testimoniar en estas tierras la alegría del Evangelio (…), supo vivir lo que es “la Iglesia en salida”, esta Iglesia que sabe salir e ir por los caminos, para compartir la ternura reconciliadora de Dios. Supo dejar su tierra, sus costumbres, se animó a abrir caminos, supo salir al encuentro de tantos aprendiendo a respetar sus costumbres y peculiaridades».

Días después de la canonización del misionero franciscano – que tomó el nombre de Junípero en honor del fraile Ginepro, uno de los primeros discípulos de san Francisco de Asís – la puerta de la Misión de San Carlos Borromeo de Carmelo fue manchada con pintura roja y con la misma pintura escribieron “Saint of Genocide” (santo del genocidio). En noviembre del mismo año volvieron a manchar un monumento en la Misión de Santa Cruz y en agosto de este año pintaron con rojo las manos de la estatua de Junípero Serra en la Misión de San Fernando del condado de Los Ángeles, escribiendo claramente la palabra “murderer” (asesino).

En estos días se conoció la noticia de que la ciudad de Los Ángeles ha decidido no celebrar más el día de Cristóbal Colón, para “corregir un error histórico”. El fundamento de esa medida es que el navegante genovés abrió las puertas al genocidio de los pueblos indígenas que él mismo habría acosado en el curso de sus viajes.

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