COLOMBIA. LA HORA DE LAS VENGANZAS. Desde la firma de los Acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla fueron asesinados 100 colombianos en actos de represalia

Difícil post-conflitto
Difícil post-conflitto

María Paulina Riveros, vice Procuradora nacional de Colombia, confirmó que desde el día de la firma de la paz entre las Farc y el gobierno, tras 50 años de guerra civil, fueron asesinadas 50 personas relacionadas con las ex Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). El vicepresidente colombiano Óscar Naranjo proporcionó ulteriores detalles, sumamente alarmantes. Fueron asesinados 12 colombianos de las familias de miembros de las Farc, 28 ex guerrilleros del movimiento armado y otros 10 líderes sociales vinculados a la ex guerrilla.

El informe del gobierno y de la justicia de  Colombia traza un balance desde el 30 de noviembre de 2016, día de la firma definitiva del Acuerdo de paz, hasta hoy. Al mismo tiempo, los responsables colombianos informaron que en estos 14 meses se registraron 44 ataques de la llamada “Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común” (Farc), grupo contrario a los acuerdos de paz que ha recuperado deliberadamente, modificándolo, el histórico acrónimo Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). En estos operativos murieron 50 personas. Hasta el momento la Justicia tiene en sus manos 20 individuos gravemente sospechosos de haber participado en estas acciones homicidas.

El jueves 7 de septiembre del año pasado, el Papa Francisco, consciente de las futuras insidias para el delicado y frágil proceso de paz tras años de complejas negociaciones, cuando comenzaba su visita para apoyar y consolidar el logro de esta paz tan intensamente deseada por la mayoría de los colombianos, concluyó su alocución a las autoridades de Colombia diciendo: «Señoras y señores, tienen delante de sí una hermosa y noble misión, que es al mismo tiempo una difícil tarea. Resuena en el corazón de cada colombiano el aliento del gran compatriota Gabriel García Márquez: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera». Es posible entonces, continúa el escritor, «una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra” (Discurso de aceptación del premio Nobel, 1982). Es mucho el tiempo pasado en el odio y la venganza… La soledad de estar siempre enfrentados ya se cuenta por décadas y huele a cien años; no queremos que cualquier tipo de violencia restrinja o anule ni una vida más. Y quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso; este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz».

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