EL TORBELLINO VENEZOLANO COBRA VELOCIDAD. El colapso del diálogo entre el gobierno y la oposición cierra una etapa de incertidumbre y abre otra de certezas desconcertantes

Nuevo round
Nuevo round

El adelanto unilateral de las elecciones presidenciales decretado por el gobierno provocó el firme rechazo del Grupo de Lima ( del que forma parte Argentina, Canadá, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Brasil y Costa Rica)que apoyó la decisión del gobierno peruano de retirar la invitación a Maduro para que asista a la Cumbre de las Américas. Como era de prever, la crisis venezolana acentúa las tensiones fronterizas  con Colombia y Brasil y crea riesgos en la región. Es necesario explorar formas de respuesta colectiva para el mantenimiento de la paz y seguridad en el hemisferio. El Grupo de Lima va por esa vía.

Crisis en la frontera. La imparable crisis venezolana provoca éxodos masivos especialmente hacia Colombia (que a su vez también es tránsito hacia Ecuador, Perú, Chile y Argentina) y hacia Brasil. Los estados caribeños asimismo sufren las consecuencias y EEUU ha ofrecido asistencia técnica y material para enfrentar los problemas que genera esa presión. A fin de hacer frente a ellos, Colombia impuso controles fronterizos que generaron malestar. El gobierno de Santos desplazó 2.500 efectivos armados a Cúcuta y Maduro una cantidad similar del otro lado de la línea fronteriza. Con ello aumentan las posibilidades de un indeseado accidente de consecuencias imprevisibles a lo cual se suman las especulaciones sobre una eventual acción militar contra el gobierno de Maduro, como veremos más adelante.

Certidumbres e incertidumbres. En el ámbito interno, el frustrado diálogo en República Dominicana dejó certidumbres, una de las cuales es común a ambas partes: tanto el chavismo como la oposición necesitan mantener la unidad. Para esta, sin embargo, la tarea es más difícil que para aquel. Las elecciones presidenciales fueron convocadas unilateralmente por el gobierno para el 22 de abril.

El gobierno y las Fuerzas Armadas tienen otra certidumbre: deben ganar las elecciones pues, de lo contrario, muchos terminarían presos. Sobran los motivos. El fracaso del diálogo impidió que el gobierno llevara a la oposición a participar en unas elecciones fraudulentas bajo la cubierta del diálogo. Maduro, candidato del chavismo, ya está en plena campaña.

Otra certidumbre es que realizar elecciones adelantadas en las condiciones que el gobierno las plantea, asegura que la comunidad internacional no reconocerá sus resultados (excepto los aliados de siempre: Rusia, China, Nicaragua, Bolivia y algún Estado caribeño). El Grupo de Lima rechazó el resultado electoral en su IV reunión celebrada en Lima el 13 de febrero.  Si Maduro resulta elegido en estos términos,  tropezara con problemas de legitimidad con los consiguientes inconvenientes diplomáticos.

A estos problemas deberá agregar los derivados de la hiperinflación (4.089% anualizada a enero), de una crisis humanitaria descontrolada, del default de su deuda y de la persistente reducción de la producción de petróleo. La oposición, por su parte, tiene la certidumbre de su propia división y también de la necesidad de superarla para poder actuar, en cualquier opción, de manera unificada. Las divisiones se derivan de los objetivos que buscan. Y ahí comienzan los problemas. Un sector -considerado  por algunos “radicales”- plantea abstenerse de participar en las presidenciales a fin de deslegitimarlas. A este grupo pertenecen María Corina Machado y Antonio Ledezma. En el otro extremo, se encuentran los que quieren participar a toda costa pues consideran que tienen una insuperable ventaja sobre Maduro. Ellos (Henry Ramos Allup y Henry Falcón) piensan que la candidatura única debe decidirse en elecciones primarias. La mayoría estima que no hay tiempo y que ese proceso implicaría un desgaste buscado por el gobierno. Quienes postulan participar en las elecciones (aun cuando sean patentemente fraudulentas) recuerdan que el abstencionismo opositor condujo al control absoluto del chavismo en 2005.

En el medio de esas dos posiciones están quienes consideran que un candidato independiente (“outsider”) con prestigio podría unificar las fuerzas opositoras. El más voceado es Lorenzo Mendoza, el CEO de las empresas Polar, la más importante empresa de Venezuela en el rubro de la alimentación (clave en estos momentos). Henry Falcón dijo que resignaría su candidatura si Mendoza se presentara, pero este aún no ha tomado una decisión.

La opción militar

La incertidumbre es grande y agitó más el avispero la propuesta de Ricardo Hausmann, antiguo ministro de planificación de Venezuela y profesor de la Universidad de Harvard. La propuesta sucede a la mención de Trump al señalar que no descartaba la “opción militar” para Venezuela, rápidamente rechazada por los gobernantes latinoamericanos. La propuesta de Hausmann precedió a la clara insinuación de Rex Tillerson cuando señaló que en Sudamérica el ejército ocasionalmente había resuelto problemas creados por los políticos. En la misma onda se ubicaron las declaraciones del senador Marco Rubio de Florida alentando al alto mando de la FAB a desplazar a Maduro.

Hausmann plantea que, ante la inédita y descontrolada crisis humanitaria, económica y política que afecta Venezuela, la Asamblea Nacional, único órgano del Estado de origen democrático, debería destituir a Maduro y designar un nuevo presidente, el cual pediría asistencia militar a países aliados para desplazar a la Fuerza Armada Bolivariana, también profundamente corrompida en sus altos mandos. En las redes la opción militar es fuertemente debatida.

Los problemas fronterizos, especialmente con Colombia, generan una situación de alta tensión que, dada la creciente militarización, puede provocar un accidente de consecuencias imprevisibles. A ello se suma la violencia generalizada en Venezuela proveniente de grupos de distinta índole, entre los que se cuentan los dedicados a la trata y tráfico de personas. Los numerosos pasos fronterizos irregulares (las trochas) ya han dado lugar a actos de violencia con muertes. La exasperación de los venezolanos por la crisis humanitaria provoca un desborde hacia países vecinos. Como afirmara la canciller peruana, la crisis ha dejado de ser venezolana y es hoy regional. Esta crisis configura una situación de “peligro para la paz y seguridad internacionales” y podría dar lugar a la aplicación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca cuyo artículo 6 define situaciones como las planteadas y cuyo art. 8 se refiere a las medidas colectivas. Entre estas se han considerado las sanciones petroleras de EEUU que serían muy efectivas contra el régimen de Maduro y harían innecesaria la “opción militar” de consecuencias también imprevisibles en una región explosiva y que sería recomendable evitar a toda costa.

*Revista Caretas-Perù

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