HABLEMOS DE AGUA. Cientos de jóvenes brasileños se reúnen para proponer soluciones en el Foro Mundial del Agua que comienza el 18 de marzo en Brasilia

Cataratas del Niagara (Foto Brook Ward-Flickr)
Cataratas del Niagara (Foto Brook Ward-Flickr)

 No es común que 600 jóvenes se reúnan en once ciudades brasileñas para discutir sobre el tratamiento de las aguas servidas y el uso racional del agua. Pero todo cobra sentido a la luz de la conferencia que comienza el 18 de marzo y termina el 23 en Brasilia, con más de 10.000 participantes de 160 países. Las reuniones preparatorias se realizaron a comienzos de marzo en diversos puntos de Brasil que tienen realidades muy diferentes: en el norte del país se eligió Belén, en el estado de Pará; en el centro este la sede fue Cuiabá, en el estado de Mato Grosso; en el noreste el evento se llevó a cabo en São Luís, en el estado de Maranhão; en el sur la sede fue Curitiba, en el estado de Paraná; y por último en el sudeste, que involucró el mayor número de ciudades participantes: Belo Horizonte, Montes Claros, Teófilo Otoni y Santa Rita do Sapucaí, del estado de Minas Gerais, Campinas, Piracicaba y São Paulo, del estado de São Paulo.

Tatiana Silva, delegada juvenil de las Américas en el Consejo Mundial del Agua, declaró que el objetivo principal de los encuentros era estimular la reflexión y la participación directa de los jóvenes a través del debate sobre las políticas públicas referidas al uso del agua, además de intervenir específicamente en el foro. “Son encuentros organizados de manera orgánica y espontánea. Lo que querían los jóvenes era compartir conocimientos y experiencias para hacer llegar su voz al Foro Mundial del Agua”. Para colaborar con la movilización de los jóvenes de las distintas ciudades se redactó un documento que sintetiza las discusiones que se realizaron y una filmación con testimonios. “Hicimos un primer resumen y el video y estamos organizando un gran plenario de la juventud de todo el mundo que se llevaría a cabo simultáneamente con el foro mundial”, explica Tatiana Silva.

En el Foro Mundial del Agua se presentarán también algunas experiencias sencillas y económicas que ya emprendieron los jóvenes. Una de ellas es la de siete estudiantes de 14 a 16 años dirigidos por un profesor del Serviço Social da Indústria (SESI). El año pasado construyeron un Sistema de Irrigação por Método Automático (Sima) utilizando tecnología robótica por un valor de 300 reales, poco menos de cien dólares. “Con una aplicación del celular controlamos un interruptor conectado a una bomba de agua y según la humedad del terreno podemos decidir si activamos o no el sistema de riego”, explicó Isadora Marinho, de 15 años, alumna de segundo año de la escuela media. “Estuvimos observando el trabajo de un agricultor y vimos que cada semana desperdicia 1,2 millones de litros de agua en dos hectáreas de tierra. Con el sima, el volumen de agua desperdiciada bajó a 420.000 litros”, agregó Isadora. Otro grupo de estudiantes del Serviço Social da Indústria utilizó la química para elaborar una solución que permitiera reducir el derroche de agua en los hogares. Se elaboró un producto bioecológico que modifica el olor y el color de la orina en el baño. De esa manera se reduce la necesidad de descargas y se optimiza el consumo de agua. “El producto está compuesto por sal de amonio cuaternario, ácido cítrico, colorante orgánico azul y esencia de lavanda. Cuando entra en contacto con la orina, elimina el mal olor y la tiñe de color azul. De esa manera, da una sensación de limpieza y disminuye el uso continuo de descargas”, completa Maria Eduarda Araújo, de 14 años. Los beneficios son considerables, visto que la Organización Mundial de la Salud ha determinado que aproximadamente el 75% del agua que se consume en las casas de familia corresponde a la descarga de los baños.

La ciudad que reunió el mayor número de jóvenes fue Belém. La capital de Pará tiene uno de los peores sistemas de saneamiento básico de agua del país, agravado por la falta de una planificación urbana integrada a las cuencas fluviales, lo que genera problemas estructurales en la ciudad. “Como no hay una planificación apropiada, el proceso de canalización de los ríos trajo desbordes e inundaciones, que ocurren con frecuencia y prácticamente paralizan la ciudad”, observa Micaela Valentim, miembro del grupo Ame o Tucunduba.

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