EL CORAZÓN DE LA FE CRISTIANA. Después de una semana de discusiones curiales, la magnífica carrera de Pedro y Juan, con el corazón en la boca, hasta el sepulcro vacío

Semana Santa en México
Semana Santa en México

Los ritos del domingo de ramos – que se celebran en cada iglesia del planeta – nos vuelven a centrar en el corazón de nuestra fe. Después de una semana marcada por tantas controversias asfixiantes reducidas al perímetro de la curia romana, volvemos a Jerusalén. A las aclamaciones de la multitud que de pronto se transforman en gritos y reclamos de crucifixión, y ese extraño referéndum entre un mesías inerme y ridiculizado y el fundamentalismo de Barrabás. Los apóstoles asustados, la traición de Pedro y la mirada de Jesús que convierte la vergüenza en llanto, lágrimas que se vuelven alegría con el repentino anuncio del Señor resucitado.

Vanos serían todos nuestros esfuerzos si solo se tratara de piadosas leyendas en vez del estupor que producen los encuentros reales, que hoy siguen ocurriendo; no de la misma manera que para los primeros discípulos pero sí con la misma fuerza de atracción. Porque si no fuera así, la Iglesia ya no tendría sentido, ni su unidad, ni sus palabras, ni sus estructuras ni su acción en el mundo. Verdad que hoy no se discute, pero suena abstracta.

Y ése es precisamente el problema: que el inmenso y conmovedor misterio que celebramos esta semana pueda parecernos esencialmente lejano. Desenfocado con respecto a lo que consideramos más urgente y valioso. Y por eso las discusiones en la curia  pueden parecernos más concretas y reales que la magnífica carrera de Pedro y Juan, con el corazón en la boca, hasta el sepulcro vacío.

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