EL OJO DE VIDRIO. La intervención de la joven escritora argentina que conmovió al público del XXXIX Meeting de la Amistad entre los Pueblos que se está desarrollando en la ciudad de Rímini

Ceci-spinge-Veronica

El encuentro con el Papa – que pedí que pusieran en este video de presentación – su abrazo y sus palabras, introducen exactamente en el tema de este encuentro: “Se puede ser feliz”. Porque ese que acaban de ver ha sido un momento de felicidad. Hasta el punto de que puedo decir, para usar una sola frase, que ser feliz en la vida es sentirse abrazado. Y cuando es así, cuando ésa es la experiencia más fuerte y más importante, la vida se ve de otro manera: con el ojo de vidrio, como les dijo el Papa a los jóvenes de Cuba. Cuando fue a Cuba en 2015, hace casi 3 años, el Papa citó a un escritor latinoamericano, Miguel Ángel Asturias, quien decía que “las personas tenemos dos ojos: uno de carne y otro de vidrio. Con el ojo de carne vemos lo que miramos. Con el ojo de vidrio vemos lo que soñamos”. [i](…)

Yo lo escuché y me impresionó, me quedó grabado eso de los dos ojos, el ojo de carne y el ojo de vidrio.(…) Así que cuando se dio la oportunidad de asistir a la audiencia aquel miércoles 1 de junio, llevé un ejemplar de Il ladro di ombre y la tenía sobre la mesita de mi silla de ruedas. El ladrón de sombras es último libro que escribí, que se publicó precisamente en 2016, y yo tenía la esperanza de poder regalárselo. En medio de todo el trajín y la emoción del viaje, llegó el gran día pero todavía no le había escrito ninguna dedicatoria. Estaba ubicada a un costado de la escalinata de la basílica de San Pedro, donde están los chicos con discapacidad, y empecé a pensar qué tenía para decirle al Papa. Lo primero que se me ocurrió fue “gracias”, ¿pero gracias por qué? ¿Qué era concretamente lo que quería agradecerle?  Entonces me acorde del discurso a los jóvenes, del ojo de vidrio, de la perspectiva de la vida que me regalaba Dios al haberme creado con los dos ojos. (…)

Finalmente le escribí estas palabras:

Querido Papa Francisco te dedico este libro para agradecerte todo lo que me enseñaste. Me enseñaste a usar mi ojo de vidrio y mi ojo de carne, porque esto es un sueño para mí, un sueño que hoy vivo…

En el mismo discurso a los jóvenes cubanos, el Papa habló también de soñar, dijo que «en la objetividad de la vida tiene que entrar la capacidad de soñar, y un joven que no es capaz de soñar está encerrado en sí mismo. A veces uno sueña cosas que nunca van a suceder. Pero suéñalas, deséalas, busca horizontes, ábrete, ábrete a cosas grandes».

Me parece que soñar, tal como el Papa usó la idea,  es lo mismo que desear. Les decía a los jóvenes de Cuba que lo más precioso que tenemos es la capacidad de desear, de desear cosas grandes[ii] para nuestra vida, para las personas que nos rodean…

2. El Papa también dijo: «sueña que el mundo contigo puede ser distinto. Sueña que si tú pones lo mejor de ti, vas a ayudar a que ese mundo sea distinto». [iii]

Siempre lo pienso en relación con mi vida. ¿Cuál es mi manera de contribuir para que el mundo sea distinto?

¿Cómo voy a hacerlo si tengo esta limitación motora? (…)

La respuesta la encontré en la escritura, porque si yo no tuviese esta discapacidad, estoy completamente segura de que no hubiera empezado a escribir. Mi condición física me permite estar más atenta a la realidad, gracias a ella soy capaz de observar en los otros, con mayor detenimiento, los movimientos que yo no puedo hacer.

Por eso siempre digo con toda seguridad que estar en silla de ruedas ya no es mi cruz, sino la razón por la que escribo. Yo creo firmemente que cualquier circunstancia tiene una razón de ser, porque mi familia me enseño desde chica que a Dios no se le escapa nada.

Borges, el gran escritor argentino, una vez dijo: “Cualquier destino, por más largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.”[iv]

Entonces, a los diez u once años  le empecé a preguntar a Él no por qué, sino para qué me había regalado esta condición; y Él me dijo: yo te doy este don para que, a través de él, muestres a las personas que en cualquier circunstancia, pueden.

Uno  de los personajes de El ladrón de sombras, se llama Máximo. Está en el colegio, jugando con su sombra durante la clase de educación física, divirtiéndose al ver cómo su espejo oscuro imita con precisión cada movimiento que hace. También se fija en lo que reflejan los espejos de sus compañeros, pero al observar con detenimiento se da cuenta de que varios de ellos no tienen sombra. ¿Cómo puede ser eso? Se dirige a la puerta con esta pregunta en la cabeza, y así empieza todo. Observa que un compañero sale del colegio al terminar el día con una cosa, una especie de trapo oscuro o algo parecido, que cuelga de la mochila que lleva sobre la espalda… Bueno, yo tuve que ponerme en la piel de Máximo para describir cada movimiento en la clase de educación física, y puedo decir que en ese momento yo me movía junto con él.

3. El libro El ladrón de sombras recibió un premio importante en Italia, el premio Elsa Morante de Nápoles[v], y esa pequeña novela se hizo muy famosa también en Argentina. Así que me invitan con frecuencia a encuentros con chicos de mi edad o más chicos todavía. Yo hago lo posible para encontrarme con ellos, me gusta contestar las preguntas que me hacen sobre la novela, sobre los personajes, y por lo tanto sobre la vida. Trato de comunicarles que ellos también vinieron al mundo para ser felices, que todos tenemos un don escondido que debemos descubrir o permitir que otro nos ayude a descubrirlo. Además siempre les digo que no tengan miedo y se animen a luchar por eso que quieren, para que ellos también puedan ver la vida con el ojo de vidrio y afrontar con fe, fuerza y esperanza las adversidades que les toquen día a día.

Cuando escribo no tengo ningún tipo de límite, me basta con dar vía libre a la imaginación, conectarme con los personajes y respetarlos. Sí, respetarlos, porque una vez que cobran vida crecen e interactúan conmigo. Parece raro, pero a veces me ha pasado sentir que no les gusta estar dentro de la historia o cumplir el papel que están cumpliendo. Cuando pasa eso, solo abro la puerta para que entre otro personaje y se quede a vivir en mi pequeña casita hasta el final de la historia.

Para ser más concreta, voy a robarle una idea a Daccia Maraini[vi], la presidente del premio Elsa Morante. En  su libro Se un personaggio bussa allí mia porta, ella cuenta que cuando un personaje nace, golpea a la puerta de la imaginación, ella le abre, el personaje toma asiento y le pide un café, y después le cuenta su historia. Cuando termina pide la cena y por último una cama para quedarse a dormir. Una vez que el personaje se aloja cómodamente en la casita de mi imaginación, comprendo que tengo una historia para contarle al mundo. El personaje me cuenta lo que siente y yo lo escucho atentamente, de a poco nos hacemos amigos y juntos vamos construyendo otro mundo. Si bien los personajes nacen en mi imaginación, llega un punto en que maduran y se desarrollan por su cuenta. Cuando llega ese momento, tengo que aprender a respetar las decisiones que ellos toman, porque a veces me hacen saber que no se sienten cómodos cumpliendo el rol que les asigné y en algunos casos los tengo que dejar ir.

Otro escritor latinoamericano – de Colombia, que se llama Nicolás Gómez Dávila – tiene una frase extraordinaria: “¿Cómo puede vivir alguien que no espera milagros?”[vii]. Ese escritor escribió muy poco, pero ese aforismo es precioso: “¿Cómo puede vivir alguien que no espera milagros?”. Los milagros no requieren necesariamente que algo material cambie de forma o de lugar sorpresivamente, o cosas raras como esas.

¿Qué significa estar abiertos, esperar milagros? (…)

Cuando lo escuché quede muy impresionada, porque me di cuenta de que yo amo las palabras porque me dan la  posibilidad de mirar cada cosa, por más pequeña que sea, como  el milagro que realmente es. Eso es lo que me mantiene viva: el hecho de poder observar y valorar cada detalle de este mundo y descubrir los secretos que esconde.

4. Un milagro es también lo que me pasó hace poco, antes de recibir la invitación para viajar al Meeting. Acababa de hacerme una cirugía de columna, otra de una de cadera y varias más. Frente a un nuevo y duro desafío, como es una cirugía de columna, solo puede empezar a pedir que ocurriera un milagro y me salvara de esa lucha, una lucha que no podía creer que tuviera mi nombre. Estaba segura de que esa circunstancia era una prueba que Él me ponía en el camino para probar mi confianza y que después de tanta insistencia Él vendría a socorrerme una vez más.

Pero el tiempo pasaba y la respuesta seguía siendo: “vas a tener que operarte”. Sí, me dolió aceptarlo. Pero desde el primer momento mi familia y mis amigos no dejaron de abrazarme, me hicieron ver y estar segura de que todo eso sería para bien, porque ampliaría mis posibilidades de lograr cosas nuevas. Además, me recordaron que Dios nunca me abandona. (..)

Cuando recuperé la certeza de que Él no me había abandonado, de que no se olvidaba de mí, empecé a escribir mis propias oraciones. En ellas entregué hasta la última gota de dolor, de duda y de miedo que guardaba dentro. Le pedí sobre todo que me diera cinco cosas: fuerza, esperanza, confianza, paciencia y paz. ¡Fue realmente increíble! De pronto, Dios se convirtió en un amigo inseparable al que no podía dejar de contarle lo que me pasaba cada día, y al mismo tiempo le preguntaba, y todavía le pregunto,  “¿Qué quieres? ¿Qué esperas de mí mañana?”.

Con los meses, la cirugía se convirtió en un hecho cada vez más concreto y real, yo me convencí (con alegría) de que el 3 de abril de 2018 me esperaba impaciente “mi amigo el bisturí”, como decimos con mi hermano, que también está en silla de ruedas. Pero justo cuando ya había depositado toda la confianza que me fue regalada, cuando ya no tenía miedo de mirar el desafío directo a los ojos, Jesús me sorprendió y me dijo: “Me parece que te estás olvidando de una cosa. ¿Qué tal si te digo que estuve esperando hasta último momento para darte una sorpresa?”.

¿Qué es esto? ¿Por qué me lo decís ahora? ¿Es lo que tanto te pedí desde el principio o es algo mil veces mejor?, le pregunté con una emoción que nunca había sentido antes. “¡Ah, no sé, es una sorpresa! Rompe el envoltorio de este regalo con paciencia y vas a ver!” (…)

Llegó el día de la cirugía y terminé de romper el envoltorio del regalo. No fue fácil, significó mucho sacrificio, pero a través de esa circunstancia Dios me dio la posibilidad  de ensimismarme con su cruz cargando la mía, y después resucitar junto con Él (para mí eso también cuenta como milagro, porque significa que cualquiera puede vivir hoy lo que Él vivió hace dos mil años).

Con esto quiero decir que ser feliz no significa tener un cielo sin tormentas, un camino sin accidentes o un trabajo sin cansancio. Ser feliz es poder encontrar fuerza y esperanza en las batallas. Esa fuerza y esa esperanza la encontré en el abrazo invisible pero increíblemente poderoso de todas las personas que rezaron y siguen rezando por mí. Gracias a ese enorme abrazo y a pesar del dolor que me toca enfrentar por mi discapacidad, fui y soy feliz.

¡Entonces es muy cierto que las fuerzas que mueven la historia son las mismas que hacen feliz al hombre!


[i] Papa Francisco, Discurso a los jóvenes cubanos, La Habana, septiembre 2015.

[ii] Papa Francisco, Op.cit…

[iii] Papa Francisco, Op cit…

[iv] Jorge Luis Borges, Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, Hipertexto del Martin Fierro, Buenos Aires, 1949.

[v] Premio literario italiano dedicado a la escritora Elsa Morante.

[vi] Dacia Maraini, Se un personaggio bussa alla mia porta, Rai-Eri, Roma 2016

[vii] Nicolás Gómez Dávila, Escolios a un texto implícito, Colombia.

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