Los primeros, los que se identifican como “autodefensas”, son grupos de ciudadanos armados que han decidido limpiar sus pueblos y ciudades del crimen organizado, mientras que los “caballeros templarios” es una de las organizaciones delictivas más activas en el estado mexicano de Michoacán, que incluso cuentan con su propio código de honor y símbolos que recuerdan los famosos guerreros medievales (a menudo en sus refugios se han encontrado escudos y yelmos).
De los enfrentamientos esporádicos se ha pasado ahora a verdaderos operativos militares que al mismo ejército mexicano le resulta difícil mantener bajo control. En los primeros días del año las autodefensas rodearon la ciudad de Apatzingán, de 123 mil habitantes y principal feudo del cartel de los Caballeros Templarios, lo que quedó debidamente documentado en la página Facebook “Policía Comunitaria Tepalcatepec”, que publica la información de las autodefensas. Allí se puede leer que unas cien pick up y camiones blindados artesanalmente llegaron a Nueva Italia, considerada el bastión de los Caballeros Templarios, y rodearon la pequeña ciudad “tras un breve enfrentamiento”. El diario mexicano Reforma confirma que la llegada de comandos de civiles fue observada a la distancia por los militares, que no consideraron necesario intervenir.
El presidente mexicano Enrique Peña Nieto ordenó desplegar miles de soldados en mayo del año pasado en Michoacán, el estado más convulsionado por la criminalidad y el narcotráfico, en un intento por detener la violencia, pero los homicidios continuaron, transformando la seguridad en el problema más grave para el gobierno central.

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