CON LA SOTANA (DE CARDENAL) EN EL ARMARIO. El nuevo purpurado de Nicaragua, Leopoldo José Brenes, la había recibido de regalo del cardenal Obando y Bravo.

Lilliam Solórzano Aguirre
Lilliam Solórzano Aguirre

por Alver Metalli

El nuevo purpurado de Managua, Leopoldo José Brenes, no tenía ni la más leve sospecha de que la púrpura, la primera conferida por el Papa latinoamericano, le tocaría precisamente a él. Sacude la espesa melena blanca frente a las cámaras y  periodistas que lo esperan al amanecer en la catedral, y habla de la “metodología especial” del Papa. “Por lo general se le avisa al candidato algunos días antes, a través de la nunciatura, de manera que la noticia no lo tome de sorpresa, pero creo que a muchos justamente nos ha tomado de sorpresa, porque no recibimos ninguna noticia previa”. Sin embargo, él ya tenía la sotana de cardenal, colgada en el armario y protegida con naftalina de las polillas centroamericanas. Lo revela cándidamente su madre de ochenta y seis años, Lilliam Solórzano Aguirre, mostrando la foto de su hijo “Leopoldito”, como llama afectuosamente a su ansiado primogénito, nacido después de seis abortos espontáneos por causas naturales, “como el susto por una iguana que apareció de improviso”, cuenta sonriendo y balanceando plácidamente la hamaca, en la galería abierta de la modesta casa de Managua.Madre di Brenes

Doña Liliana es feliz pero no se muestra ufana. “Es un momento de alegría… un momento especial de felicidad”, pero eso no significa que ella, o cualquier otro miembro de la familia, puedan reclamar algún mérito. Su hijo es el tercer centroamericano que recibe el birrete cardenalicio, después del arzobispo hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, y el segundo nicaragüense, después del hoy cardenal emérito Miguel Obando y Bravo. Y fue precisamente Obando quien le regaló a su sucesor la sotana roja con la que recibió la púrpura de manos de Juan Pablo II en el concistorio de mayo de 1985. “Tome, por si acaso un día lo hacen cardenal”, le dijo el arzobispo de Managua tendiéndole la prenda a monseñor Leopoldo Brenes. La sotana está en el armario de “Leopoldito”, confirma la anciana madre, quien agrega que la ha cuidado “de manera especial”.

“Se puso nervioso” cuando el rector de la catedral de Managua, el padre Héctor Treminio, le habló por teléfono a la mañana temprano. Bajó a la cocina para contarle a ella la noticia y se fue a celebrar misa.

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