A una semana de la victoria de Santos sobre Zuluaga, la prensa colombiana sigue analizando las causas del éxito del primero frente al segundo. Semana, la publicación de mayor circulación en el país, enumera 14 razones para el triunfo. Desde “el efecto optimismo por los logros deportivos colombianos” referidos al debut de la selección en el partido del mundial contra Grecia y el Giro de Italia conquistado por el colombiano Nairo Quintana, hasta los temores suscitados por el ex presidente Uribe en una parte del electorado potencialmente favorable a Zuluaga. Y sobre todo la causa principal, la que indudablemente ha tenido mayor peso para decidir el resultado: “la apuesta de Santos por la paz”, con las negociaciones con las FARC y la última in extremis con sus hermanos del ELN.
Nos preguntábamos si los acontecimientos de última hora serían suficientes para que el presidente saliente captara una parte del electorado que no lo había votado en la primera vuelta. En pocas palabras, si la decisión de las FARC de dar un paso que hasta el momento se habían resistido a aceptar –reconocer su responsabilidad en la violencia y la necesidad de reparación a las víctimas- y la del ELN de comenzar “contactos exploratorios” para iniciar un proceso análogo al de sus hermanos mayores de las FARC, atraería hacia Santos la cantidad de votos necesarios para ser reelegido (El coraje de hacer la paz).
La respuesta que dieron las urnas fue positiva. De los casi ocho millones de colombianos que votaron a Juan Manuel Santos (50,9%), sólo 3,2 millones lo habían apoyado en la primera vuelta. Lo que significa que cerca de 5 millones de otros electores confluyeron en su candidatura en el segundo round. Una prueba ulterior es la distribución territorial del voto del domingo que se ha podido analizar posteriormente. Los distritos y municipios de Colombia que históricamente registraron la mayor intensidad del conflicto prefirieron Santos a Zuluaga. Esto confirma una decisión y un mandato para llevarla a cabo: hacer una paz justa.
El representante del Papa en Colombia, el nuncio Ettore Balestrero, identificó con precisión la responsabilidad que Santos tiene por delante: “poner fin con verdad, justicia y solidaridad a un conflicto que dura ya demasiados años”, tal como declaró al día siguiente de los comicios durante la visita una diócesis del país. La Iglesia, cuatro días después de la votación y por boca del secretario general de la Conferencia episcopal, José Daniel Falla Robles, también felicitó al presidente reelecto, destacando la tarea principal que tiene ahora, “buscar la paz”. Julio César Vidal Ortiz, obispo de la diócesis de Cúcuta, una de las regiones más afectadas por la violencia, invocó para Santos la fuerza del cielo para “concluir todo este proceso de paz, que no consiste solo en la desmovilización de los grupos armados sino también en la justicia social, en la educación, la atención al agro y la atención a la salud” de los colombianos.
El proceso de paz con las FARC ha cumplido 18 meses desde su inicio. El punto que se refiere al reconocimiento y reparación de las víctimas, cuarto de los seis de la agenda y último antes de discutir las modalidades operativas de desmovilización de la guerrilla y la puesta en marcha de los acuerdos suscriptos en Cuba en su conjunto, comenzará a tratarse a partir de la próxima semana, el lunes 23 de junio, según la convocatoria aceptada por las partes.
2014 podría ser el año, el último año de medio siglo de violencia y destrucción.

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