ARGENTINA. BUITRES Y OTROS VOLÁTILES. El Papa contra “la economía que mata”. Cuenta regresiva en la guerra de los holdouts

Carrera contra reloj
Carrera contra reloj

El Papa también estaría del lado argentino en el difícil juego que debe afrontar en estas horas contra los fondos especulativos estadounidenses y a un paso del default. Así lo ha revelado el vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, a “Radio América”, relatando los pormenores de su encuentro con el Pontífice el lunes pasado. El político argentino afirmó que Francisco, cuando la conversación tocó este tema, se habría referido al juez Thomas Griesa (el autor de la decisión que obliga a la Argentina a pagar mil millones y medio de dólares a los fondos especulativos) como un magistrado que “se encuentra a la derecha de la derecha republicana que quiere revertir la reestructuración de la deuda argentina y que amenaza el sistema financiero”. Según Mariotto, además, Francisco habría defendido la estrategia del gobierno de Cristina Fernández contra los fondos. “Lo que está haciendo Argentina está muy bien”, habría dicho el Papa al funcionario, que no ha sido desmentido hasta el momento por fuentes vaticanas.

Es verdad que cuando el juez Griesa tomó esta decisión, hace poco más de un mes, la Iglesia argentina ya se había expresado en términos similares a los que habría –en estos casos el condicional es obligatorio- utilizado Bergoglio. El presidente de la Comisión de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, al criticar la decisión del juez afirmó en esa oportunidad: “El capital económico debe estar orientado a generar puestos de trabajo dignos y a la producción, no a la especulación financiera”.

El obispo también había citado las palabras del Papa Francisco, que en un congreso del pasado mes de junio declaró: “No podemos tolerar más que los mercados financieros gobiernen la suerte de los pueblos en vez de satisfacer sus necesidades o que prosperen unos pocos recurriendo a la especulación financiera mientras muchos padecen las consecuencias”. Palabras que repetidas hoy parecen hechas a medida para la situación argentina. Por otra parte, desde que comenzó su pontificado no es la primera vez que el Papa condena el “capitalismo sin límites”. Ya en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium Francisco afirma: “Hoy debemos decir que no a una economía de la exclusión y de la disigualdad. Esa economía mata”.

El mundo empresarial católico argentino también ha expresado su preocupación. La Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) difundió precisamente hoy un comunicado donde auspicia que el gobierno recurra a “todos los instrumentos que tiene a su disposición” para evitar un default que tendría graves consecuencias en la población, con recesión, mayor inflación y desocupación.

Queda ahora por ver si el apoyo del Papa contribuirá de alguna manera a desbloquear una situación que de todos modos sigue siendo muy complicada para la Argentina.

En efecto, hoy faltan solo 24 horas para que el país entre en una situación de default técnico. Antes de mañana debería concretar el pago de los mil millones y medio requerido por los fondos especulativos, según la decisión del juez Griesa.

Sin embargo Argentina se niega a pagar; el gobierno afirma que la prioridad del pago corresponde a los miles de acreedores individuales que en su momento aceptaron la reestructuración de la deuda que se llevó a cabo en dos fases, en 2005 y en 2010. Para cumplir con ellos, la Argentina ya habría depositado el dinero previsto en un banco de Nueva York. Razón por la cual el ejecutivo de Cristina Fernández insiste en decir que técnicamente no hay incumplimiento.

La decisión de Griesa de bloquear el dinero depositado y de dar prioridad a los “fondos buitres” –como despreciativamente se denominan los hedge funds en Buenos Aires- echó por tierra los planes del país sudamericano.

La esperanza argentina radica en que el juez estadounidense disponga una medida cautelar que permita ganar tiempo para una ulterior mediación y evitar que se repita –aunque con proporciones y efectos ni remotamente comparables- lo que ocurrió el año 2001, cuando la gravísima crisis económica desembocó en el default de los títulos por cerca de 100 mil millones de dólares. Lo que hasta el día de hoy es el crack financiero más catastrófico de la historia moderna.

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