CUBA: RELIGIÓN, PODER Y SOCIEDAD. El plan de la Iglesia para los próximos cinco años

Iglesia en salida
Iglesia en salida

La Iglesia cubana traza las líneas de acción para los próximos cinco años, desde setiembre de 2014 hasta diciembre de 2020. El “plan pastoral” –titulado “Por el camino de Emaús” –se subdivide en tres partes: el “marco de realidad”, el “marco bíblico teológico” y el “marco operativo” o líneas de acción. La primera parte del documento remite profusamente a la carta pastoral de 2013, La esperanza no defrauda y a la exhortación Evangelii gaudium del Papa latinoamericano. Los 15 obispos firmantes consideran que la invitación contenida en una cita de este último documento es el punto de partida más oportuno para afrontar toda la realidad de Cuba: “Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado en el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. En un campo arrasado vuelve a aparecer la vida, tozuda e invencible”.

Después de la “confesión” en el dinamismo siempre transfigurador de la fe, se encuentra una consideración demográfica sobre la disminución y envejecimiento de la población de la isla, atribuyendo el fenómeno –nuevo en sí mismo y nuevo en un texto del magisterio cubano- a una baja tasa de natalidad y a un incremento de la emigración, sobre todo juvenil. Con respecto a la economía de Cuba, el plan pastoral hace una mención positiva de la creación de empresas personales y familiares (cuentapropismo, en la jerga cubana) y del modelo cooperativo que el gobierno parece haber adoptado con convicción, pero emite asimismo un juicio severo sobre el conjunto de medidas implementadas por Raúl Castro en los seis años de presidencia: “Las reformas económicas”, dice el documento de los obispos cubanos, “no han logrado reactivar la economía de manera tal que lo perciba toda la población”. Y más adelante urgen a realizar “reformas más profundas y oportunas que permitan solucionar problemas acuciantes (…) de transporte, vestido y alimentación”.

En política interna, los obispos cubanos se constituyen en intérpretes de las “aspiraciones de muchos” a “un modelo de Estado menos burocrático y más participativo, menos paternalista y más promotor, menos autoritario y más democrático”. Aplauden la excarcelación de presos políticos reconociendo que han tenido un rol relevante en ello, pero al mismo tiempo expresan su preocupación por la intolerancia contra quienes “se manifiestan divergentes con la ideología del único partido gobernante”.

En el plano internacional, el documento pastoral quinquenal registra cierta apertura de Cuba hacia otros países de América Latina aunque lamenta que el embargo de Estados Unidos persista con imperceptibles atenuaciones, porque esto “contribuye a acrecentar las dificultades de los más débiles”. Pocos días atrás, mientras el presidente Obama prorrogaba por un año las sanciones económicas adoptadas en 1962, el gobierno cubano estimaba que el costo económico del bloqueo era de 3.900 millones de dólares y el monto total acumulado, desde que comenzó hace 55 años, era de 116.880 millones.

El documento programático incluye también estadísticas religiosas que no son fáciles de obtener en Cuba. De ellas resulta que el dos por ciento de la población de la isla participa de la misa dominical y el sesenta por ciento está bautizada. Hay 305 parroquias con 357 sacerdotes y 776 religiosos en actividad, y 96 comunidades religiosas en su mayoría femeninas (70 contra 26). Hace un énfasis especial en las “Casas de la misión”, lugares que suplen las carencias de estructuras parroquiales y concentran al mismo tiempo actividades de encuentro, formación, litúrgicas y de caridad recíproca. Hay 2.300 casas distribuídas en toda la isla y constituyen una realidad capilar actualmente en crecimiento. Y finalmente un fuerte acento en la devoción popular, centrada sobre todo en la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, de la cual se celebran los 400 años de su hallazgo y presencia en tierra cubana.

De las cuarenta páginas que contienen el compromiso de la Iglesia Cubana para los próximos cinco años, se desprende el perfil de una realidad eclesial en salida, fuertemente implicada en las transformaciones políticas, sociales y económicas que se están verificando y que la Iglesia misma ha contribuído a generar y se propone ampliar.

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