TRAICIONADO POR LA FAMILIA. Nuevas revelaciones sobre la vida y la muerte de Pablo Escobar en un libro que su hijo acaba de publicar en Colombia

Juan Pablo Escobar y Pablo Escobar/Foto: Archivio “SEMANA”
Juan Pablo Escobar y Pablo Escobar/Foto: Archivio “SEMANA”

Acaba de aparecer en las librerías colombianas con el título “Pablo Escobar. Mi padre”. 484 páginas para contar la vida del narcotraficante más famoso de todos los tiempos a través de los ojos de su hijo Juan Pablo. No faltan revelaciones y detalles inéditos. El más sensacional se refiere a la presunta traición  del círculo familiar de Escobar. En efecto, Juan Pablo explica que su padre fue entregado por su propio hermano, Roberto Escobar, con la aprobación de toda la familia paterna. Roberto habría sido un informante de la DEA (el organismo contra el narcotráfico estadounidense), y lo habría “vendido” a cambio de un salvaconducto.

El hijo de Escobar afirma que las circunstancias de su muerte también fueron diferentes. Sostiene que al verse perdido, Escobar se suicidó disparándose en el oído derecho. “No tengo dudas”, dice, y agrega que su padre siempre le dijo que antes de ser capturado vivo se suicidaría de esa manera. Desmiente así la versión oficial según la cual habría muerto en un enfrentamiento con agentes de policía cuando intentaba escapar por los tejados de Medellín.

El libro muestra además que Escobar, en la cumbre de su poder (llegó a ser el séptimo hombre más rico del mundo) tenía los recursos suficientes para influir en los acontecimientos geopolíticos de América Latina.

“Al general Noriega (ex dictador de Panamá, n.d.r.) le entregó cinco millones de dólares para que lo dejara operar en el país”, declaró Juan Pablo en estos días. Cuando Noriega trató después de traicionarlo, Escobar lo amenazó de muerte. El general –que había hospedado a toda la familia del narcotraficante en su residencia- , temiendo por su vida, devolvió parte de la suma.

Escobar también mantenía relaciones con la guerrilla sandinista de Nicaragua, país donde “quería transferir su base operativa”, y entregó a la guerrilla colombiana del M-19 un millón de dólares para financiar la toma del Palacio de Justicia en 1985, además de armas y apoyo logístico.

Por último, no faltan los entretelones sobre el estilo de vida extravagante y sobre el Escobar privado. “En las piñatas, en vez de juguetes se metían fajos de billetes, allí intervenían niños, madres, padres, todos querían meter la mano”. Era un mundo hecho de mansiones suntuosas, un zoológico (con cebras, jirafas e hipopótamos) y motos que se acumulaban en el garage para él, niño de nueve años.

 “Lo que vale la pena destacar es que de todo eso no quedó nada, todo fue destruido”, dice ahora Juan Pablo.

Ser hijo de Pablo Escobar fue “un extraño privilegio”, declaró  a AFP. “Para mí fue un gran padre. Tengo miles de cartas que me escribió aconsejándome, (…) alentándome a que me eduque, a que sea una persona de bien, a que me mantenga alejado de las drogas”, dice. “Mi papá se ocupaba hasta de amenazar a sus empleados de muerte si se fumaban un porro de marihuana delante de mí”. Sin embargo, admite que fue un secuestrador, un terrorista y un asesino. “No puedo tapar el sol con las manos”.

Después de la muerte de su padre, Juan Pablo se refugió, junto con su madre y su hermana, en Argentina. Durante veinte años vivió bajo la falsa identidad de Sebastián Marroquín. “Nos tocó despojarnos de todos los bienes, porque sus enemigos los reclamaron como botín de guerra. De a poco volvimos a empezar”, agrega. “Pude haberme convertido en Pablo Escobar 2.0, pero me convertí en el arquitecto, en el diseñador, en el conferencista y ahora en el escritor Sebastián Marroquín”, nombre que usa hasta la actualidad.

Ya en 2009 había pedido perdón a las víctimas de la violencia causada por su padre.

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