SINALOA, UN AÑO DESPUÉS. Los negocios del cártel mexicano después de la captura de “El Chapo” Guzmán

Febrero de 2014, captura de “El Chapo”
Febrero de 2014, captura de “El Chapo”

¿Hasta qué punto se ha desarticulado el aceitado engranaje criminal constuido por el cártel de Sinaloa, a un año de distancia de la captura de su jefe indiscutido, Joaquín “El Chapo” Guzmán? Poco o nada, aseguran los expertos que supervisan la lucha contra la droga y sus efectos en el campo. La presencia del cártel mexicano, uno de los más poderosos del mundo, hoy es más subterránea y sutil, menos exhibida, pero tan extensa y eficaz como siempre. El bajo perfil que ha mantenido en estos meses es engañoso, porque el poder narco es tan fuerte como en los tiempos del Chapo. “El cartel está ahí. No se le nota débil, resquebrajado, dividido o en riesgo de desaparecer. No ha nombrado a un sucesor, al menos, visible, pero la impresión que tengo es que si alguien hace las veces de capo es Ismael Mayo Zambada, que es el más fuerte. Controla las policías. El hijo del Chapo, Iván Archivaldo, controla el menudeo en Culiacán (la capital de Sinaloa, NdeR)”, explicó Javier Valdéz, director de Riodoce, una publicación de referencia en la ciudad mexicana. “El concepto victorioso del Gobierno deteniendo a un capo importante como el Chapo, como si el narco fuera a desaparecer, es un mito”, declaró al diario guatemalteco La trinchera On Line.

En pocas palabras, no están precisamente de rodillas. Es más, los analistas consideran que el cartel está diversificando sus negocios. Un estudio de la universidad estadounidense de Rice, citado por el portal mexicano de noticias sinembargo.mx”, explica que en los últimos tiempos el interés del cártel apunta a los grandes depósitos de petróleo y gas shale en la frontera entre México y los Estados Unidos. El año pasado la petrolera estatal Pemex perdió más de mil millones de dólares debido a robos en oleoductos. Es una operatoria técnicamente compleja, lo que significa que los narcos poseen el nivel de conocimiento necesario para implementarla.

Pero el principal negocio sigue siendo el transporte y la venta de cocaína. A lo que se suman las drogas sintéticas, muy solicitadas en Estados Unidos, y por esa razón los capos de Sinaloa han hecho importantes inversiones en laboratorios clandestinos instalados en la zona urbana de Culiacán o en lugares remotos de la sierra de Sinaloa.

De esa manera todo el filón productivo se encuentra en manos mexicanas y no es necesario importar nada de Colombia o Bolivia. Aunque colocar la droga del otro lado de la frontera, donde realmente tiene valor, no es nada sencillo. “Tengo que pagarle 850 dólares por libra al transportista que lo lleva a la frontera, y 350 al que bota la mercancía a EE UU. Allí se hace cargo un dealer. No crea que es tan fácil ganar dinero, hay mucho intermediario”, cuenta Eduardo, de 26 años, quien junto con unos amigos “cocina” su propio producto.

Sólo una cosa ha mejorado. Desde que el Chapo está detrás de las rejas se redujo considerablemente el número de homicidios en el estado de Sinaloa, pasando de 1208 a 987 por año. Aunque esa tasa de 33 homicidos cada mil habitantes sigue siendo de todos modos una de las más altas de México y solo es inferior a la del estado de Guerrero, la región donde desaparecieron los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

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