URUGUAY. LA NUEVA LUCHA DE LOS PRISIONEROS DE GUANTÁNAMO. Mujica: “Les falta el fuego interior, el afán de luchar por la vida”

Asomados a la ventana. Foto AP
Asomados a la ventana. Foto AP

Es más difícil de lo previsto el retorno a la normalidad para los ex detenidos de Guantánamo acogidos por Uruguay hace tres meses. “En Guantánamo solo pensábamos en salir. Acá tenemos que pensar en la comida, ropa, toda clase de cosas”, resumió Adel bin Muhammad El Ouerghi, entrevistado por AP junto con sus compañeros.

Los ex prisioneros que recibió en Montevideo “por una cuestión de derechos humanos” el ex presidente Mujica –quien también pasó 13 años en la cárcel durante la dictadura militar en Uruguay- son seis en total, los únicos que estuvieron alojados en la cárcel estadounidense en territorio cubano y actualmente viven en América Latina. Son cuatro sirios, un tunecino y un palestino, arrestados todos en 2002 bajo la acusación de ser milicianos de Al Qaeda, aunque nunca fueron incriminados formalmente por la justicia norteamericana.

Los problemas de integración comenzaron casi inmediatamente después de  llegar al país en diciembre. Pero solo recientemente, cuando los hombres se negaron a aceptar las ofertas de trabajo que les presentaban, la situación se transformó en tema de debate para los ciudadanos del pequeño país sudamericano.

En Montevideo y sus alrededores muchos consideran que el rechazo no tiene justificación, sobre todo tomando en cuenta que el gobierno uruguayo también ayuda a los ex convictos con 600 dólares mensuales aproximadamente para alimento, vestido y otros bienes de primera necesidad, salvo el alojamiento, que corre por cuenta del sindicado que se ocupa de ellos.

Pero ya antes las declaraciones de uno de los refugiados, Abu Wa’el Dhiab Dhiab (conocido por haber protagonizado reiteradas huelgas de hambre en Guantánamo) habían contribuido a exasperar los ánimos. Uruguay necesita mejorar su plan de asentamiento, reclamó en una conferencia de prensa, y agregó: “Tengo la sensación de haber sido trasladado de una cárcel a otra”.

 “Algunos han estado sin relacionarse con otros por casi diez años. Hay que ayudarlos mucho antes de largarlos al mundo”, trató de explicar la periodista Paula Scorza desde las columnas del diario uruguayo El Observador. “Todos los días surge algo nuevo sobre ellos porque la gente quiere saber qué hacen y qué va a pasar porque no se explicó en el inicio. Si se explicó, quedó en la nebulosa”.

El mismo ex presidente Mujica intervino para defenderlos: “Esta son gente que está destruida”, declaró a Reuters. “Los agarraron en una etapa joven de la vida y los mataron teniéndolos aislados. Les falta el fuego interior, el afán de luchar por la vida, los han transformado medio que en vegetales”. El ex presidente fue a visitarlos después que se negaron a aceptar las ofertas de trabajo: “El presidente nunca nos llamó holgazanes”, dijo El Ouerghi, quien lo mismo que sus compañeros habló con afecto de Mujica. “Si todos los presidentes del mundo fueran como Mujica, no habría problemas”.

Sin embargo, algunas pequeñas señales de integración parece que hubiera. La vecina de los seis hombres, por ejemplo, dijo que los ex detenidos han cambiado mucho en estos tres primeros meses. Contó que al principio la comunicación era casi imposible y hasta tenían miedo de su perrito. Pero ahora conversan con ella en un español muy básico y juegan cariñosamente con el perro. Y ya no demuestran miedo.

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