La pregunta sobre por qué el presidente cubano Raúl Castro ha decidido encontrarse con el Papa -evento que, como ya es sabido, se ha fijado oficialmente para la mañana del domingo próximo, antes del Regina Caeli- es una pregunta periodística más que legítima. Pero la pregunta no tiene una respuesta autorizada ni mucho menos oficial. Solo se pueden hacer conjeturas basadas en algunos hechos concretos o en un análisis de lo que está ocurriendo entre el Vaticano, Cuba y los Estados Unidos después que se anunció el Acuerdo el 17 de diciembre pasado, para restablecer gradualmente las relaciones diplomáticas plenas y normales.
1. Ya hace varios días que el presidente cubano se encuentra en una gira. Primero estuvo en Argelia y ahora en Rusia, en misión diplomático-política y comercial. Es su tercera visita a Moscú como presidente y las anteriores fueron en 2009 y 2012. Desde 1960 hasta la desintegración de la Unión Soviética, Raúl Castro visitó Moscú como Ministro de Defensa cerca de veinte veces. En estos días en Moscú es uno de los huéspedes ilustres que asistirán a las celebraciones previstas por el 70º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. En este contexto ha decidido hacer una escala técnica en Roma, el domingo a la mañana, para encontrarse con el Papa Francisco en una audiencia privada. La escala tiene de por sí un importante significado, porque pone de manifiesto el deseo del gobernante cubano de efectuar un gesto especial y excepcional, que es prácticamente una manera de devolver los gestos y compromisos del Pontífice en favor de las buenas relaciones entre La Habana y Washington, interrumpidas hace más de 50 años.
2.El encuentro se llevará a cabo cuatro meses antes de la visita del Papa a Cuba, ya oficialmente anunciada aunque todavía no se ha fijado la fecha específica, previa en todo caso al viaje a los Estados Unidos y la ONU (septiembre). Se puede considerar que este encuentro forma parte de la preparación de la peregrinación del Papa: no solo el primer apretón de manos entre los dos protagonistas del evento, sino también un primer intercambio de impresiones por lo menos respecto a tres temas. El primero podría tener que ver con los deseos del Papa en relación con su viaje (como las ciudades y lugares que quiere visitar). El segundo, obviamente, debería ser el Acuerdo Washington-La Habana, su aplicación en curso que implica importantes decisiones de ambas partes, sobre todo de Estados Unidos en la perspectiva de la ley del Congreso USA que podría, de ser aprobada, poner fin al famoso embargo o bloqueo. En tercer lugar es plausible imaginar que se hablará de la presencia y la contribución de la Iglesia católica al bien común de los cubanos en Cuba, al diálogo y la reconciliación y a la promoción humana. Por lo tanto es posible que este tema incluya desde el principio las diversas solicitudes de la Iglesia local, que vive en el país sin un estatuto jurídico y que cumple su misión evangelizadora con no pocos límites administrativos y burocráticos, como recordó hace pocos días el cardenal Prefecto Beniamino Stella al volver de Cuba.
3.También es previsible que el tema latinoamericano, a la luz del Mensaje del Papa a la VII Cumbre de las Américas (Panamá, 10-11 de abril pasado) forme asimismo parte de la agenda. En este documento el Santo Padre, pensando en la comunidad de las naciones y de los pueblos del continente americano (35), pone de relieve numerosos desafíos, para los que hacen falta respuestas compartidas y coordinadas, desde Alaska hasta la Patagonia. Sobre todo hacen falta, afirma el Papa Francisco, “afrontar los problemas con realismo transmitiendo al mismo tiempo esperanza”.