AURORA, GUERRILLERA A LOS 12 AÑOS. Cómo transforman las Farc a los niños en combatientes expertos. Compromiso en La Habana de no enrolar menores de 17 años

Menores en armas
Menores en armas

El primer día de escuela de Aurora no fue igual que el de la mayoría de los niños de su edad. Porque Aurora tenía 12 años la primera vez que fue a la escuela, y en el campamento de las FARC donde se encontraba la lección era “técnicas de defensa contra el enemigo”. “Yo me fui a los 12 (años con la guerrilla) y casi cumpliendo los 13 (…) cogí mi primer arma”, relata a la AFP la joven, que hoy tiene veinticuatro años y estudia el bachillerato.

De su relato se desprende cómo es la rutina “escolar” en la guerrilla, de una sencillez desarmante: “Allá le daban a uno clases en un aula, a uno le enseñaban muchas cosas, cómo defenderse contra el enemigo (…), estudiar el reglamento”. Muy pronto se volvió experta en el uso de armas como el kalashnikov.

Para Aurora, que creció en una región del país controlada por los guerrilleros, enrolarse fue el modo natural de escapar de los problemas familiares. Sin ninguna posibilidad de instruirse, desde pequeña trabajaba en el campo cargando bananas y maíz sobre sus espaldas.

Aurora vivía con la guerrilla y era una niña todavía; no tenía claro por qué luchaba, solo que debía obedecer. “A mí me decían: ‘Tiene que irse para tal lado’ y yo cumplía órdenes”, afirma. Pero agrega: “Estuve allá casi cinco años. Mi crianza fue allá en el grupo y al salir era muy difícil, porque ya yo estaba acostumbrada a unas reglas”.

Paradójicamente, una desgracia fue su salvación. A los 16 años resultó herida durante un enfrentamiento con el ejército. Los médicos de la guerrila que la operaron de urgencia en medio de la selva no tuvieron otra opción que amputarle una pierna. Cercados, los guerrilleros se vieron obligados a dejar atrás a los heridos. Un compañero la convenció de que buscara la protección del Estado colombiano, que puso a su disposición un equipo de psicólogos para ayudarla a reinsertarse en la vida civil y superar el trauma de la mutilación. Después llegó el casamiento, el sueño de estudiar estética y la compra de una casa en construcción al sur de Bogotá, con la ayuda de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR).

Historias como la de Aurora no son raras en Colombia. Si bien faltan datos precisos sobre el número de menores reclutados, el Instituto de Bienestar Familiar atendió desde 1999 más de 5000 niños desvinculados de grupos armados. De estos, el 60% pertenecía a las FARC, el 20% al grupo paramilitar Atodefensas Unidas de Colombia (AUC) y el 15% al Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El reclutamiento de menores ha sido uno de los temas de las negociaciones de paz que se desarrollan en La Habana desde 2012. El pasado mes de febrero, la guerrilla se comprometió a no incorporar más menores de 17 años. La noticia provocó una fuerte polémica en Colombia, porque la sociedad colombiana pretende a mucho más que eso: exige que los guerrilleros liberen a todos los niños que se encuentran en su poder.

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