GUERRA PERDIDA. Aumenta la producción de cocaína en Colombia. Y el consumo en el mercado de América Latina

52 por ciento más
52 por ciento más

“El problema de la droga continúa”. La ONU confirma que en Colombia volvió a aumentar el cultivo de coca, que durante varios años había disminuído. Según el informe elaborado por la Oficina para el Control de Drogas de las Naciones Unidas (UNDOC) en colaboración con el gobierno colombiano, el área cultivada de coca creció un 44%, pasando de 48.000 hectáreas en 2013 a 69.000 al año siguiente. En consecuencia se ha registrado también un incremento de 52% de la producción potencial de cocaína. El Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci) de la ONU señala que el valor de la producción este año fue de 408 millones de dólares, 116 millones más que el año anterior.

El informe, realizado en base a imágenes satelitales y datos recogidos en el campo, muestra que hubo una fuerte disminución en algunas regiones como Amazonas, Orinoco y Sierra Nevada, pero aumentó de manera considerable en otras como Pacífico, Central, Putumayo-Caquetá y Meta-Guaviare y muy especialmente en dos parques nacionales: La Macarena y Nukak.

Las familias directamente involucradas en el cultivo de coca son cerca de 65.000, de las cuales el 63 por ciento vende directamente la hoja, cuando en 2013 lo hacía el 30 por ciento.

Entre las causas del aumento están, por un lado, el incremento de los precios, y por otro la presión de grupos armados presentes en el territorio, que también utilizan el engaño. Según los datos recogidos por la ONU, los grupos ilegales promueven en los campesinos la falsa idea de que el cultivo de la coca es un medio privilegiado para acceder a los programas del gobierno para desarrollo alternativo, que ya han beneficiado a 180 mil personas. Por otra parte los expertos de las Naciones Unidas subrayan el impacto negativo que ha tenido la decisión del gobierno de suspender las fumigaciones de los cultivos de coca con glifosato cuando esa sustancia fue declarada potencialmente cancerígena por la Organización Mundial de la Salud. El informe de la ONU, en efecto, demuestra que los cultivos crecieron sobre todo en las zonas donde ya no se podía fumigar, como los parques naturales o las reservas indígenas, zonas donde por otra parte hay una fuerte presencia de las FARC y donde la policía dice que la intervención se ha visto dificultada por bloqueos y minas.

Hacia un cambio de estrategia. Los nuevos datos instalaron en Colombia el debate sobre la necesidad de replantear la estrategia de la lucha contra el cultivo del arbusto y el narcotráfico que deriva del mismo. “Es una locura seguir haciendo lo mismo esperando diferentes resultados” declaró, citando a Einstein, el ministro de Justicia colombiano Yesid Reyes.

La prohibición de usar glifosato también plantea el riesgo concreto de que aumente paralelamente el cultivo de coca en otras zonas del país. El Director de la Policía antinarcóticos, Ricardo Restrepo, admitió que será necesario un trabajo mucho más intenso y riesgoso para la Inteligencia y los agentes de campo. Sumado a los mecanismos tradicionales como la erradicación manual (ya hay 31 permisos emitidos) y el bloqueo de las vías de acceso y salida de la droga.

El segundo cambio es de naturaleza política. El ministro Reyes considera que la clave podría consistir en reducir la represión. El Estado debe replantear su lucha contra las drogas, favoreciendo más la sustitución de cultivos y un desarrollo alternativo.

Para el gobierno, la apuesta es doble: por un lado el problema siempre actual de las FARC y por el otro unir sólidamente el proceso de paz y el éxito en la lucha contra el narcotráfico.

Más producción  equivale a más cocaína para traficar. El último punto que queda por resolver es dónde va a parar la mayor cantidad de cocaína que supone el aumento de la producción. El informe 2015 sobre las drogas del UNDOC demuestra que en Estados Unidos y Europa el consumo, aunque sigue siendo alto, está disminuyendo. Por eso los expertos consideran que el riesgo es que el exceso de oferta termine siendo absorbido por el mercado interno colombiano y sudamericano, con el consiguiente incremento del narcotráfico en la región.

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