Forbes – una de las más prestigiosas publicaciones económicas del mundo- había hecho las cuentas en 2009 y calculó que el patrimonio del Chapo era de mil millones de dólares. La cifra le confería a Joaquín Archivaldo Guzmán el raro privilegio de ser admitito en la lista que hizo famosa a la revista, la de personas más ricas del mundo. Ese año el Chapo debutó en la clasificación ubicándose en la respetable posición número 701. La suma establecida por los expertos estadounidenses –y citada en un artículo de la revista mexicana Proceso- era fruto de las ganancias obtenidas en 2008 con la venta de droga en los Estados Unidos (un giro de negocios estimado entre los 18 y los 39 mil millones de dólares), actividad que manejan prácticamente bajo un régimen de monopolio (la mitad de la droga que entra al país norteamericano y el 90 por ciento de la cocaína están en manos del Cártel de Sinaloa) por el Chapo y su socio histórico, el “Mayo” Zamabada. Los dos años siguientes el Chapo siguió figurando en la lista de Forbes, si bien descendió un poco en la clasificación (937 en 2010 y 1140 en 2011). Hasta que la revista renunció a asignar un número al patrimonio acumulado por el capo narco, en primer lugar por razones éticas (los directivos se sentían responsables de haber alimentado la leyenda del Chapo) pero sobre todo por la imposibilidad de determinar los ingresos y los costos de la “Chapo SpA”.
Efectivamente, no hay manera de cuantificar una fortuna que mueve flujos impresionantes de dinero en efectivo fuera del control de las autoridades, dinero que casi siempre se obtiene reciclando capitales por medio de empresas fantasma, que según algunos cálculos serían cerca de 300, distribuidas en 12 países de América Latina y España. Aún más difícil resulta asignar un número a los costos del Chapo y el Cártel de Sinaloa para pagar los sueldos de la que a todos los efectos es una multinacional del crimen con 150 mil dependientes (cifra calculada por el investigador Malcom Beith y reportada por el periodista estadounidense Patrick Radden Keefe en un amplio artículo de 2012 que publicó el New York Times Magazine). Así como es difícil determinar cuánto gastó el Chapo para pagar los arquitectos, ingenieros, especialistas y trabajadores que construyeron más de 100 túneles –con ventilación y aire acondicionado- que él mismo inventó y no solo reducían los tiempos sino que hacían más sencillo y seguro el envío de la mercadería, catapultándolo e imponiéndolo definitivamente como capo del narcotráfico.
Cuando pasó la época de los túneles, poco a poco descubiertos por la policía –aunque según parece no todos – Guzmán Loera buscó con éxito métodos alternativos, siempre con visión empresaria, como abrir una fábrica de conservas en Guadalajara – la “Jalapeños Comadre” – donde se producían miles de latas de “chile jalapeño” que, tal como hace el personaje de la serie Breaking Bad , en realidad estaban llenas de cocaína, cerradas al vacío y se despachaban a California.
La compleja logística desarrollada por el Cártel se completa con barcos, naves, pesqueros, motoscafos veloces y submarinos construidos en lugares ocultos del Amazonas. También en este caso los costos son gigantescos: más de un millón de dólares en medios de transporte. Sin embargo, los considera descartables. Si son interceptados por la Guardia Costera el piloto acciona una palanca que lo hunde junto con la carga. Solo la tripulación queda flotando en el agua, a la espera de que lo recojan las autoridades.
Palabra de orden: diversificar. La Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC, en inglés) del Departamento del Tesoro estadounidense identificó en 2011 4 empresas directamente conectadas con el Chapo, dos en México y dos en Colombia, respectivamente en el campo de la personalización de automóviles y en la cría de animales (una empresa dedicada a criar avestruces).
Otras empresas que la OFAC conecta indirectamente con el Chapo a través de diversos socios se encuentran dispersas en el territorio de 12 países latinoamericanos, como Ecuador, Panamá, Uruguay y Honduras. Revisando el listado se puede encontrar de todo: lecheras, galerías de arte, almacenes, inmobiliarias, restaurantes, centros comerciales, autódromos, parques acuáticos, clubes deportivos, aeronáuticas, farmacéuticas, hoteles, financieras con sucursales en México, Miami, Madrid, Panamá y Colombia, mineras, compañías aéreas… Ni siquiera faltan fundaciones filantrópicas con nombres bastante irónicos, como “Salva la selva” o “Bienestar para el futuro”.