Lo que hace diferente la selva del Chaco a la de cualqier otra parte del planeta son los ayoreos, una tribu indígena que jamás abandonó su región ancestral y que jamás ha sido vista por otros seres humanos. Los ayoreos son la última tribu fuera de la Amazonia brasileña que todavía no ha entrado en contacto con la civilización. Desde hace siglos habitan en la zona del Parque Nacional Defensores del Chaco, un bosque tropical al norte del Paraguay que forma parte del Gran Chaco, un área que abarca también parte de Bolivia, Argentina y Brasil y que le da el nombre al mayor estadio de fútbol del país, símbolo de la atávica unidad entre el tejido social y el ambiente. Pese a que fue declarado “Reserva de la Biósfera” por las Naciones Unidas, registra la tasa más elevada de deforestación del mundo. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) afirma que el bosque constituye una extraordinaria reserva de especies salvajes en vías de extinción, como el jaguar y el puma, íconos de una región que sufre el embate del desarrollo económico paraguayo. Pero no son los únicos, también viven allí el oso hormiguero y el tapir, por no hablar de los loros habladores, los venados y el tatú, entre otros. Un paraíso terrenal donde ya se introdujeron hace tiempo los inversores extranjeros, uruguayos y argentinos pero también estadounidenses y europeos, con explotaciones ganaderas destinadas a la industria de la carne y la leche. En el norte paraguayo las pasturas se están comiendo el bosque, con el riesgo de condenar a muerte todo el ecosistema.
Noelia González, periodista del diario uruguayo “El Observador”, penetró hasta el corazón del parque “Defensores del Chaco” acompañada por un equipo de World Wide Fund for Nature (WWF). El parque se encuentra a 700 kilómetros de la capital y se accede a él por caminos pantanosos que continuamente se vuelven impracticables por las lluvias torrenciales. El viaje en una camioneta 4×4 duró más de doce horas. Cuando llegaron a la pequeña comunidad “2 de Enero” fueron recibidos por una joven descalza que se acercó velozmente para acompañarlos hasta una de las pequeñas casas de bolques, con techo pero sin ventanas. Rostros y escenas ancestrales que parecían introducirlos en otra dimensión.
El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones paraguayo (MOPC) considera que es necesario asfaltar la ruta con piedras de la zona para reducir al mínimo el impacto ambiental. Por su parte, la Secretaría del Ambiente (Seam), responsable de la tutela de toda el área forestal, llamó a una audiencia pública para discutir un proyecto de estudio geológico en la zona de Cerro León, lo que suponía sacar muestras de roca para analizar, pero el Instituto del Indígena (Indi) del Paraguay, junto con la contundente movilización de los medios locales, ONG conservacionistas y otras organizaciones defensoras de derechos humanos, recordó que cualquier proyecto referido al Chaco debe ser previamente consultado con las poblaciones indígenas.
Los números son claros: 20 poblaciones subdivididas en 400 comunidades aproximadamente, con un total de 120.000 individuos. Es inevitable que entre los indígenas también existan diferencias de opinión, incluso en los ayoreos visitados por la periodista uruguaya. Algunos de ellos defienden la vida tranquila dentro de un ecosistema donde la alimentación se basa principalmente en la recolección de miel y de fruta y en la caza, pero otros no consideran que esto sea necesariamente negativo y están dispuestos a aceptar intervencion externas a condición de que garanticen un mejoramiento concreto de las condiciones de vida de sus comunidades.
En base a los datos del último censo, en el Paraguay habría 2.500 ayoreos, que se suman a otros 3.000 en territorio boliviano. En los últimos veinte años muchos de ellos salieron del monte y adoptaron un estilo de vida “mixto”. El antropólogo italiano, sacerdote y docente universitario Giuseppe Zanardini –al que todos llaman José- se encuentra en el Paraguay desde 1978, donde dirigió durante un tiempo la escuela técnica salesiana para la construcción de viviendas. Se concentró luego en la cuestión indígena y vivió durante muchos años en una comunidad ayoreo del Chaco; actualmente es profesor del Centro de Estudios antropológicos de la Universidad Católica de Asunción (Ceaduc). Zanardini explica que por una parte es necesario proteger el Chaco de la irrupción irresponsable de la civilización, pero por otro lado no se puede renunciar a la construcción de un camino empedrado para conectar a los indígenas con las fuentes de trabajo en la ciudad. Los indígenas sedentarizados siguen cazando y recolectando en forma tradicional pero también hacen pequeños trabajos como limpiar el campo, alambrar e instalar postes.
El origen de las discusiones y la alarma que se difundió en la sociedad se remontan a la errónea interpretación que hizo la prensa de la información oficial del gobierno. Daniel González, director de gestión socioamiental del Ministerio de Obras Públicas explica que solo se trata de un proyecto y no una obra en ejecución. Por otra parte, recuerda que ni siquiera entre los indígenas hay una sola postura y si bien hay algunos que están en contra de una eventual obra, otros son favorables a ella.
Cuando Maximiliano Mendita, abogado de la ONG de derehos humanos de los indígenas “Tierraviva” se enteró del proyecto de prospección geológica patrocinado por el MOPC, no dudó en redactar un documento para impedir cualquier iniciativa en el parque. Una “acción urgente contra la evidente, profunda y flagrante violación de derechos socioambientales y derechos humanos”, declaró Mendieta, apoyado por su colega Giuseppe Escauriza, coordinador legal de la ONG “Sobrevivencia”. En la primera instancia el tribunal aceptó el recurso de amparo, pero después quedó anulado por una apelación que presentó la Secretaría del Ambiente. Los abogados no se dieron por vencidos y presentaron un recurso de incostitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia que sin embargo todavía no fue admitido.
Otro frente de batalla para la salvaguardia del Chaco es en el Congreso, donde los legisladores debaten sobre la Ley 5392 que determina los límites y dimensiones del Parque Defensores del Chaco y permite su explotación. A fines de abril el Senado votó la modificación de la ley.
La lucha por la tutela de estas regiones incontaminadas sufrió un duro revés en noviembre del año pasado cuando el Ministerio de Obras públicas otorgó una licencia al empresario peruano Juan Enrique Werner Rassmuss Echecopar, vicepresidente de Metalúrgica Peruana SA, para la prospección de hidrocarburos en un territorio que abarca más de dos millones de hectáreas. Simultáneamente, el abogado Mendieta ha seguido trabajando en colaboración con “Amnesty International” para promover una serie de campañas de sensibilización en el Paraguay y para informar sobre las consecuencias nefastas de ese proyecto.
Quizás no se trata de encender una vez más la ruidosa y escandalizada indignación de multitudes vocifereantes. Probablemente descubriremos, como demuestra la experiencia de Noelia González, en medio de ojos bondadosos y cándidas sonrisas, la existencia de una marea humana que irradia una fuerza ancestral y arrolladora que produce escalofríos.