LOS PAPAS Y EL EMBARGO. La posición contraria al bolqueo contra Cuba es unánime en el magisterio pontificio y en las posiciones asumidas por la Santa Sede

embargo

La Santa Sede desde hace muchos años ha asumido una clara posición contraria al embargo estadounidense contra Cuba, embargo que, de conformidad con diversas leyes USA, promulgadas en diferentes momentos, aísla al país caribeño y a su pueblo de considerables y estratégicas relaciones económicas, financieras y comerciales con el resto del mundo. Por lo general el Vaticano siempre asumió posiciones diplomáticas contrarias a cualquier embargo y por lo tanto esta condena es coherente con su línea de pensamiento en las relaciones internacionales.

En marzo de 2008 el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, explicaba: “La primera condena del bloqueo fue en el año 1969, y lo hizo una Conferencia de obispos de aquella época. Porque es una constante en la Iglesia oponerse a este bloqueo y a todo bloqueo. Estamos viendo en estos días la crisis que esto ha creado en la Franja de Gaza, a los palestinos, donde comienza a haber una escasez que afecta a todo el mundo. No es solamente que falten los alimentos, sino que puede faltar lo necesario para la atención médica de las personas. Y esto ha pasado también en Cuba. Incluso los obispos norteamericanos han hablado más de un a vez rechazando este bloqueo de Cuba. Para nosotros el rechazo del bloqueo es una cuestión de principios. Esperemos que termine. El Papa lo dijo muy claramente cuando vino en 1998. Al final de su visita habló de «medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país, injustas y éticamente inaceptables».

En 1999, el entonces director de la Sala de Prensa del Vaticano, J. Navarro Valls, refiriéndose al encuentro del Papa Wojtyla y el presidente Bill Clinton declaró a los periodistas que habían hablado sobre Irak y Cuba, dos temas sobre los que no estaban de acuerdo Washington y el Vaticano. Con respecto al embargo contra Cuba, Juan Pablo II le dijo al Presidente que era totalmente contrario porque se trataba de una medida unilateral que afectaba a los más pobres, a los ancianos y a los enfermos.

JUAN PABLO II

Aeropuerto Internacional “José Martí” de La Habana. 21 de enero de 1998.  Por eso acompaño con la oración mis mejores votos para que esta tierra pueda ofrecer a todos una atmósfera de libertad, de confianza recíproca, de justicia social y de paz duradera. Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba, para que este pueblo, que como todo hombre y nación busca la verdad, que trabaja por salir adelante, que anhela la concordia y la paz, pueda mirar el futuro con esperanza.

Discurso de despedida en el aeropuerto de La Habana. 25 de enero de 1998. En nuestros días ninguna nación puede vivir sola. Por eso, el pueblo cubano no puede verse privado de los vínculos con los otros pueblos, que son necesarias para el desarrollo económico, social y cultural, especialmente cuando el aislamiento provocado repercute de manera indiscriminada en la población, acrecentando las dificultades de los más débiles en aspectos básicos como la alimentación, la sanidad o la educación. Todos pueden y deben dar pasos concretos para un cambio en este sentido. Que las Naciones, y especialmente las que comparten el mismo patrimonio cristiano y la misma lengua, trabajen eficazmente por extender los beneficios de la unidad y la concordia, por aunar esfuerzos y superar obstáculos para que el pueblo cubano, protagonista de su historia, mantenga relaciones internacionales que favorezcan siempre el bien común. De este modo se contribuirá a superar la angustia causada por la pobreza, material y moral, cuyas causas pueden ser, entre otras, las desigualdades injustas, las limitaciones de las libertades fundamentales, la despersonalización y el desaliento de los individuos y las medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del País, injustas y éticamente inaceptables.

BENEDICTO XVI

Aeropuerto Internacional “José Martí” de La Habana. 28 de marzo de 2012. La hora presente reclama de forma apremiante que en la convivencia humana, nacional e internacional, se destierren posiciones inamovibles y los puntos de vista unilaterales que tienden a hacer más arduo el entendimiento e ineficaz el esfuerzo de colaboración. Las eventuales discrepancias y dificultades se han de solucionar buscando incansablemente lo que une a todos, con diálogo paciente y sincero, comprensión recíproca y una leal voluntad de escucha que acepte metas portadoras de nuevas esperanzas. Cuba, reaviva en ti la fe de tus mayores, saca de ella la fuerza para edificar un porvenir mejor, confía en las promesas del Señor, abre tu corazón a su evangelio para renovar auténticamente la vida personal y social.

Presentación de credenciales del actual embajador Rodney Alejandro López Clemente. 23 de diciembre de 2013. Como muchos otros países, su patria también sufre las consecuencias de la grave crisis mundial que, sumado a los devastadores efectos de los desastres naturales y el embargo económico, afecta de manera especial a las personas y las familias más pobres. En esta compleja situación general se siente cada vez más la urgente necesidad de una economía que, edificada sobre sólidas bases éticas, coloque a la persona y sus derechos, su bienestar material y espiritual, en el centro de sus intereses. En efecto, el primer capital que se debe salvaguardar y salvar es el hombre, la persona en su integridad (cfr. Caritas in veritate, n. 25).

CARDENAL PIETRO PAROLIN.

El Observatorio Romano, 17 de septiembre de 2015. Respondiendo a las preguntas de Alessandro Di Bussolo del Centro Televisivo Vaticano, el cardenal Parolin confirmó en primer lugar que “es bastante conocida la posición de la Santa Sede sobre el tema del embargo, una posición contraria”. En efecto “más allá de aquellos que puedan ser los motivos, existe un hecho evidente y es que el embargo, este tipo de sanción, provoca problemas, sufrimientos en la población que lo padece”. Y precisamente “es desde esta perspectiva que la Santa Sede enfrenta la cuestión, y que a nivel de las Naciones Unidas, en las asambleas generales, ha siempre apoyado las mociones que solicitan el levantamiento del embargo en Cuba”. En consecuencia, “es de esperar, como dicen los obispos, de desear, de auspiciar, que una medida de esta magnitud, o sea una liberalización a nivel de vínculos y de lazos, sobre todo a nivel económico, pueda también conducir a una mayor apertura desde el  punto de vista de la libertad y de los derechos humanos, un florecer de estos aspectos fundamentales para la vida de las personas y de los pueblos”.

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