SER EMPRESARIO EN CUBA. Vademecum para el que quiere trabajar por cuenta propia con la esperanza de no fracasar en el intento

Cuba, diplomati

La Iglesia cubana está presente de manera imperceptible entre los pliegues de la sociedad y al igual que en los años de la revolución, en el tiempo de la reconciliación y la apertura se necesita más que nunca capacitación para trabajar. “Cuba emprende” es un proyecto de formación para pequeños empresarios que se repetirá en 2016 “para dar impulso a las actividades privadas y orientar hacia un futuro empresarial independiente del estado”, afirma la página web de la Conferencia Episcopal Cubana.

La iniciativa lleva ya algunos años. Comenzó en 2012 aprovechando los espacios que se abrieron con las reformas económicas implementadas por el gobierno de Raúl Castro y prestando especial atención a los emprendimientos privados y las microempresas individuales o cooperativas. La sede de los cursos de formación es el Centro Cultural Padre Félix Varela, en La Habana y en la arquidiócesis de Camagüey, a 534 kilómetros de la capital. El objetivo de Cuba Emprende es ofrecer servicios de formación y asesoramiento a los cubanos que desean comenzar o mejorar una pequeña empresa.

Constan de 80 horas de curso durante las cuales los empresarios o aspirantes a serlo estudian materias relacionadas con las áreas de desarrollo humano, marketing finanzas y contabilidad,  ventas y servicio al cliente, y gestión de un proyecto.

Una encuesta que realizaron los organizadores de Cuba Emprende comprobó que más del 75 por ciento de los que participaron en los años anteriores han consolidado su empresa e incrementado las ventas. “Cuando se dio la oportunidad de abrir negocios por cuenta propia en Cuba, nadie nos enseñó cómo hacerlo, y esto ha llevado a que muchos, apenas abren, estén destinados al fracaso”, comenta Elena, quien participó de los cursos y hoy es dueña de un hostal para extranjeros. “Cuba Emprende me enseñó a prever muchas de las situaciones que llevan al fracaso. Esto es una escuela no solo para los negocios sino para la vida en general”, explicó. Víctor abrió un negocio de trajes de baño y ropa de mujer, afirma: “Aprendimos a distribuir mejor nuestras ganancias y no usar en asuntos personales el dinero que corresponde para el negocio”.

A los cursos de formación laboral hay que sumarle los innumerables proyectos de las 700 parroquias de la isla para apoyar la iniciativa de miles de cubanos que cada vez con menos timidez quieren ser artífices de su propio futuro laboral.

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