EL PAPA EN COLOMBIA. Hacia una definición del viaje estrechamente sincronizado con las negociaciones de La Habana. Los caminos de la paz

El Presidente de Cuba Raúl Castro con las delegaciones del gobierno y de las Farc. FOTO AFP
El Presidente de Cuba Raúl Castro con las delegaciones del gobierno y de las Farc. FOTO AFP
El arzobispo de Tunja y Presidente de la Conferencia episcopal de Colombia, mons. Luis Castro Quiroga, prepara un encuentro importante en Santa Marta con el Papa Francisco, encuentro que podría definir nuevos detalles, e incluso la fecha, de la futura visita a Colombia. Castro Quiroga explicó que ya se empezó a preparar el programa de la visita papal y dio a conocer algunos lugares que visitará Francisco, que además de la capital, Santa Fe de Bogotá, incluye también la principal ciudad de su diócesis, Tunja, donde se ha previsto un encuentro con cientos de miles de campesinos colombianos. Resulta evidente que la visita va estrechamente sincronizada con lo que está ocurriendo en la mesa de negociaciones de La Habana. En el proceso de construcción de nuevas relaciones entre las Farc y Bogotá se ha desarrollado y puesto en práctica un método de trabajo que obligará a actualizar los manuales de diplomacia. Esta experiencia, con la triangulación que involucró a Cuba, constituye una piedra angular para la estabilidad y el relanzamiento de toda América Latina. Llevará años, sin duda, pero los cimientos ya están puestos. En base al éxito alcanzado en la mediación entre Estados Unidos y La Habana, que requirió no menos de nueve encuentros secretos previos de las delegaciones de ambos países en el Vaticano, la Santa Sede colaboró para que las partes pudieran dialogar en una sede que no se percibiera como hostil. En una entrevista que concedió a Radio Vaticana el 21 de septiembre, Mons. Castro Quiroga explicó que “el camino que se recorrió para llegar a La Habana comenzó de una manera muy privada, con un diálogo aquí, en la ciudad de Bogotá, entre el Gobierno y la guerrilla, para verificar si efectivamente ellos querían llegar hasta el fondo, si querían terminar el conflicto y deponer las armas”. Esa entrevista tiene hoy el valor de una revelación, porque significa que el primer paso fue estudiar si había una disponibilidad real. “Una vez que se verificó que tenían esta voluntad, esta intención, entonces ellos mismos –el gobierno y la guerrilla- se pusieron de acuerdo para empezar un diálogo y hacerlo público, en La Habana. Es mucho más fácil hacerlo allá, en el sentido de que hay menos interferencias, menos dificultades que si se hiciera acá (en Colombia, ndr). El diálogo comenzó y me parece que está progresando muy bien, precisamente porque se lleva a cabo en un lugar un poco aislado donde se puede dialogar con tranquilidad”.
A miles de kilómetros de distancia, en la capital cubana, se estaba verificando el mismo proceso que meses antes habían protagonizado en el Vaticano los emisarios de Estados Unidos y Cuba. Es la prueba concreta de que el diálogo pese a todo que predica el Papa Francisco no es una utopía sino un camino que se puede recorrer, por más accidentado que sea. La incógnita hubiera podido ser la disponibilidad de Cuba, pero el gobierno de los Castro ha demostrado que quiere desempeñar un rol siguiendo, no se sabe hasta qué punto conscientemente, el ejemplo del Papa Bergoglio. En La Habana la guerrilla se siente menos expuesta; es difícil que delante de las narices de los Castro les hubieran tendido trampas. “Allí se sienten más seguros, más protegidos, y efectivamente Cuba ha respuesto con la seguridad –explicó el presidente de los obispos colombianos-, poniendo a disposición con enorme gentileza todo lo necesario para que se pudieran desarrollar estos diálogos de la mejor manera posible. Me parece que en realidad fue una idea de la guerrilla, pero pienso que todos estaban de acuerdo en la necesidad de continuar estos diálogos fuera de Colombia”. El gobierno de Bogotá hubiera preferido otra sede, pero al final aceptó la idea de una negociación en la Isla Grande. La Iglesia no estuvo al margen. El arzobispo Castro Quiroga en persona fue y volvió varias veces entre Colombia y la capital cubana. Pero no solo eso, sino que exhortó a ambas partes para que la relación se fundara en la justicia y tomara en cuenta a los más débiles. Exactamente lo mismo que Francisco espera de las relaciones diplomáticas.
Los diálogos cubanos también se llevaron a cabo en presencia de los que más sufrieron por culpa de la guerra. “Estuve varias veces en La Habana, estuve allí seis veces, acompañando a las víctimas del conflicto –explica el arzobispo-, que eran grupos de doce personas cada vez, y pude constatar que el gobierno de La Habana ha sido muy amable, muy atento, para prestar ayuda en lo que fuera necesario, desde el servicio de transporte en el aeropuerto hasta el centro donde se realizaban las reuniones, y cualquier otro servicio que hiciera falta”. A lo largo del difícil camino para la normalización de Colombia, se ha ido poniendo de manifiesto el inédito rol diplomático de Cuba. Por otra parte desde este mismo país, el 21 de septiembre pasado al terminar la misa en la Plaza de la Revolución y antes de comenzar el Angelus, el Papa pidió encarecidamente que se tomara conciencia ”de la importancia crucial del momento presente, en el que, con esfuerzo renovado y movidos por la esperanza, sus hijos están buscando construir una sociedad en paz”. En esa oportunidad Francisco agradeció al presidente cubano por su compromiso en las negociaciones. “Que la sangre vertida por miles de inocentes durante tantas décadas de conflicto armado, unida a la del Señor Jesucristo en la Cruz, sostenga todos los esfuerzos que se están haciendo, incluso en esta bella Isla, para una definitiva reconciliación. Y así la larga noche de dolor y de violencia, con la voluntad de todos los colombianos, se pueda transformar en un día sin ocaso de concordia, justicia, fraternidad y amor en el respeto de la institucionalidad y del derecho nacional e internacional, para que la paz sea duradera. Por favor, no tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación”.
El futuro, en el camino de la estabilización y la difícil reconciliación, no está libre de incógnitas. Pero gracias al recurso de triangulación del papa latinoamericano, respaldado por el excepcional y discreto trabajo del cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, y la disponibilidad de Cuba, se ha establecido una nueva manera, pacífica y fructífera, de construir la paz donde parecía imposible, devolviéndo a América Central y América del Sur una perspectiva de esperanza y un lugar en primera fila en el concierto internacional.
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