FUTURO NEGRO. El petróleo es una riqueza, pero también una maldición para los pueblos indígenas. El caso del Amazonas peruano

En lucha contra el petróleo. Foto Alessandro Currarino-El Comercio
En lucha contra el petróleo. Foto Alessandro Currarino-El Comercio

Despertar una mañana y encontrar el río cubierto por una pátina negra de petróleo. Les ocurrió a los habitantes de la localidad de Chiriaco, en la Amazonía peruana, y a los de Morona, en el estado de Loreto, también en territorio peruano. Un tramo considerable de las aguas del río Chiriaco, afluente del Marañón, del que depende en gran medida la vida de la gente de esa zona y su supervivencia, estaba cubierto por una capa uniforme de petróleo.

El primer derrame ocurrió el pasado 25 de enero a la altura del kilómetro 440 del oleoducto Norperuano, administrado por la sociedad petrolera Petro-Perú. La semana siguiente se produjo una segunda falla en la provincia de Datem del Marañón, en el Estado de Loreto. La sociedad petrolera estatal explicó que el derrame de petróleo se debió a una fisura en la tubería provocada por un derrumbe que se produjo como consecuencia de las intensas lluvias del mes de enero.

La Organización Regional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Norte del Perú (Orpian) considera que los dos derrames han afectado cerca de 8.000 residentes.

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