“En la confesión el hombre manifiesta su humildad y en la misericordia Dios manifiesta su grandeza”, decía san Agustín. Y más de mil Misioneros de la Misericordia que recibieron el mandato directamente del Papa Francisco para absolver los pecados especiales deben, efectivamente, escuchar todo tipo de revelaciones. Son pecados graves que han sido prolijamente enumerados en la Bula Misericordiae vultus y que solo la Santa Sede pude quitar y enmendar. Entre ellos no figura el asesinato, a menos que no se entienda como tal el aborto provocado que, precisamente, supone la excomunión inmediata. Los homicidas, aquellos que se han manchado con la muerte de otro ser humano, pueden recurrir a un confesor ordinario, cosa que en Bolivia, según la Iglesia local, ya ha ocurrido. “He recibido varias (confesiones de asesinos), no vivimos en un jardín de rosas”, declaró el padre Hugo Trujillo, con 30 años de sacerdocio, al diario boliviano La Razón.
La Paz tiene 12 iglesias habilitadas para las confesiones en el Año de la Misericordia, a las que se suman las parroquias de las regiones de Yungas y Río Abajo. El Año de la Misericordia fue inaugurado el 13 de diciembre en las catedrales del país andino y el 20 se abrieron todas las puertas de las parroquias bolivianas.