REFLECTORES ENCENDIDOS EN EL PARAGUAY. El caso de sacerdotes argentinos acusados de abusos y refugiados en ese país. Uno siguió administrando sacramentos y participó en la misa del Papa

Carlos Richard Ibáñez Morino
Carlos Richard Ibáñez Morino

El diario La Nación del Paraguay puso en marcha una investigación estilo Spotlight siguiendo el rastro de sacerdotes argentinos con acusaciones de abuso y pedofilia en su contra que se habrían refugiado en el país limítrofe y continuaron ejerciendo su ministerio, por lo menos algunos de ellos, a la luz del sol. En primera página el diario de Asunción anuncia “al menos cinco casos” de presbíteros denunciados por abuso sexual en Argentina “que estuvieron escondidos en territorio paraguayo, amparados por la Iglesia local”.

El primero es Carlos Richard Ibáñez Morino, investigado por denuncias de abuso sexual de al menos diez jóvenes en Bell Ville, provincia de Córdoba, Argentina, a principios de los años ’90. A mediados de 1992 había acumulado en su contra –explica el diario paraguayo- un total de diez denuncias, todas por abuso sexual, todos jóvenes de barrios pobres que recibían dinero a cambio de relaciones sexuales con el religioso. El diario que destapó el caso revela también que la justicia paraguaya “se negó dos veces a proceder a la extradición” solicitada por la justicia argentina. Recién en noviembre de 2004 la Corte Suprema de Justicia dio via libre para la extradición, pero era demasiado tarde porque el caso se había extinguido y ya no existían motivos para procesarlo.

Los cinco casos han puesto en un brete a Iglesia paraguaya. El equipo de La Nación Investiga –que sigue los pasos de sus colegas más famosos de la película premiada con el Oscar 2016- consultó al Arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela. El prelado declaró que se enteró de la presencia y los antecedentes del sacerdote, que ya había sido suspendido “a divinis”, cuando fue consultado por el Obispado de Villa María, Córdoba, que a su vez había sido interpelado por los periodistas de La Nación que fueron a investigar a la ciudad argentina. El arzobispo de Asunción explicó las actividades impunes de Ibáñez Morino como una ingenuidad: “Nadie se atrevió a preguntarle: A ver, muéstreme sus documentos. Yo creo que nadie sabía nada. Entonces fue un conocimiento superficial. Se lo trató como un amigo que viene a ayudar”, argumentó el prelado. Cuando el diario de su país destapó el caso, monseñor Valenzuela declaró que había convocado a Ibáñez Morino para tomar las medidas necesarias. Le habría puesto delante las pruebas de que había usado documentos falsos y había engañado a la Iglesia del Paraguay, y lo habría obligado a firmar una notificación de interdicción para celebrar en el territorio de la arquidiócesis. “Él  la firmó. Ese documento ya fue remitido a la Santa Sede”, declaró el arzobispo.

El nuncio en Paraguay, el italiano Eliseo Ariotti, en cambio, admitió en una conferencia de prensa convocada después que estalló el escándalo que “Este caso estaba en conocimiento (de las autoridaes eclesiales) desde hace un año”. El representante de la Santa Sede aclaró también que “se recogieron elementos para poner en conocimiento de las autoridades… pero quiero dejar en claro que nunca fue presentada en Paraguay una denuncia (contra Ibáñez)”. El nuncio Ariotti dio después el nombre de otros dos sacerdotes, Gustavo Ovelar y Francisco Barreiro Ovelar, que ya han recibido de la Santa Sede la reducción al estado laical.

Pero el caso del argentino Ibáñez Morino, al que seguirán otros según el diario paraguayo, no deja de ser un caso desconcertante, ya que se ha comprobado su actividad sacerdotal impartiendo sacramentos –misas, casamientos, bautismos- en las ciudades de Villa Elisa, Asunción y San Lorenzo y zonas cercanas, e incluso en esta última habría celebrado misa en la misma catedral. Ibáñez Morino –afirma el diario La Nación – “ingresó en la zona reservada para sacerdotes en el altar que se hizo en Ñu Guasu, en julio de 2015, durante la visita del Papa Francisco” al Paraguay. Son muchas las preguntas para las que busca respuesta el equipo de investigadores de La Nación, comenzando por los títulos académicos que Ibáñez habría presentado durante los años que residió en Paraguay, como “Licenciado en Psicología con Orientación en Educación otorgado por la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y otros 23 títulos académicos entre doctorados, posgrados y especializaciones que figuran en su curriculum. Los misterios –y probables complicidades- serían cada vez más complejos si se confirmara la noticia de “La Nación Investiga” de que Ibáñez Morino fue arrestado en el mes de agosto de 1995 y alojado en la cárcel de Tacumbú. Había sido detenido en Ciudad del Este, en la frontera argentino-paraguaya, en cumplimiento de una orden de captura internacional emitida por Interpol, debido al proceso iniciado en los Tribunales de Bell Ville, la ciudad argentina de proveniencia.

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