Un programa común para defender la Amazonia, las poblaciones que la habitan y la biodiversidad. Con ese objetivo trabajaron, entre el 7 y el 10 de junio en Tabatinga, Brasil, obispos, representantes indígenas, congregaciones misioneras que operan en la región y organismos eclesiales como Cáritas y la Repam, la Red Eclesial Panamazónica (fundada en 2014 por iniciativa del Celam, Consejo Episcopal Latinoamericano). Fue en el marco de la creciente movilización eclesial por la Amazonia como consecuencia del impacto que tuvo la encíclica del Papa Francisco Laudato si’, cuyo primer aniversario, por otra parte, ha dado origen a innumerables iniciativas para celebrarlo.
En el encuentro participaron 91 personas en total, provenientes de tres países: Colombia, Perú y Brasil, porque la selva-pulmón de la tierra no reconoce fronteras y en consecuencia es importante que las iniciativas y los compromisos para tutelarla superen las mismas. Se organizaron espacios de diálogo entre los líderes indígenas y representantes de la Iglesia católica sobre diversos argumentos, desde el tema central del territorio hasta la cultura y la educación escolar de las poblaciones indígenas, los desafíos de las fronteras y la alianza para compartir las diversas formas de espiritualidad y de vida religiosa. También se realizó un análisis conjunto de las realidades de las regiones fronterizas y del área panamazónica, centrado en los principales desafíos socioambientales, los principios en base a los cuales debe orientarse la presencia y la actividad de la Iglesia entre los pueblos indígenas y las estrategias más adecuadas para responder a estos desafíos.
El primero de ellos es la defensa del territorio ante las leyes que amenazan los derechos de los pueblos indígenas, los problemas que plantean los “megaproyectos infraestructurales y de explotación económica, como los hidroeléctricos, las rutas y caminos, la explotación minera, la extracción de gas y petróleo y la deforestación para introducir el monocultivo agrícola”, y al mismo tiempo se analizó el peligro que representan las actividades ilegales como la trata de seres humanos o el narcotráfico. Una vez más se puso el acento en la necesidad de llevar a cabo un trabajo cultural considerando las nuevas formas de dominio, la emigración de los jóvenes y en el plano local los sistemas de producción inadecuados, las dificultades económicas, la pérdida del uso de la lengua materna y de otras expresiones culturales, los cambios en los hábitos cotidianos, el mal uso de las tecnologías, la difusión del alcoholismo y la presencia negativa de cierto tipo de sectas e iglesias.
Por último, se habló sobre la necesidad de “reforzar los proyectos de vida alternativos de frente a los grandes intereses económicos y políticos, y de autonomía de los pueblos indígenas”, todo ello a través de procesos de formación social y política. Se elaboraron también una serie de orientaciones para favorecer la colaboración entre la Iglesia y los pueblos indígenas. Especialmente, se afirmó el propósito de construir una Iglesia cercana a la realidad, capaz de conocerla, “capaz de comprender a los pueblos indígenas, que camina junto con las comunidades”, contribuye a la conservación y valorización de la propia cultura, capaz de sostener la formación social y política, de ser espacio de diálogo y participación, amiga, aliada y solidaria, espiritual y culturalmente encarnada y no impuesta al pueblo, que ponga en tela de juicio un orden opresivo con coraje y compromiso, “una Iglesia con rostro amazónico”.
El encuentro concluyó con una serie de compromisos, empezando por la necesidad de construir estructuras organizativas que incluyan “las tres fronteras” para responder lo mejor posible a los desafíos que plantea el territorio y el ambiente. Al mismo tiempo se ha decidido reforzar los procesos de formación en materia de políticas públicas, conocimiento de las diferentes legislaciones según los diversos niveles: local, nacional, internacional y de protección de los derechos de los indígenas. También se decidió preparar una catalogación de todas las leyes nacionales e internacionales que garantizan los derechos de los pueblos indígenas. En ese mismo plano, se asumió el compromiso de favorecer y acompañar las movilizaciones de los pueblos indígenas. También se promoverá un encuentro entre los pueblos de las fronteras y se considera necesario construir una red internacional que incluya parroquias, diócesis, vicariatos y organizaciones indígenas.