A las 15.30, hora argentina, el destino de los dos imputados quedó decidido. Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella fueron condenados a cadena perpetua, como solicitaba el Fiscal federal, que ya no podrán cumplir en arresto domiciliario sino en una cárcel común, que en principio será la de Bower, de la ciudad de Córdoba. Otros tres acusados, entre ellos el general Videla, fallecieron antes de que comenzara el juicio. El asesinato del obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, ocurrido el 4 de agosto de 1976, y el intento de homicidio del sacerdote que conducía el automóvil, Arturo Pinto, se consideran probados de manera definitiva por los jueces del Tribunal Federal formado por José Camilo Nicolás Quiroga Uriburu, Carlos Julio Lascano y Juan Carlos Reynaga. En setiembre, el día 12 a las 9.30 de la mañana, se darán a conocer los fundamentos de la sentencia, con la reconstrucción de los hechos, la posición de cada uno de los imputados y el móvil que se les atribuye.
La agencia oficial Telam al dar la noticia de la sentencia hizo notar el “imprevisto impulso del Vaticano” cuando el Papa Francisco envió “dos documentos secretos” que según la agencia “resultaron un significativo aporte a la causa”. Se refiere al material que Bergoglio hizo llegar al sucesor de Angelelli, el actual obispo de La Rioja Marcelo Daniel Colombo, que consiste en una carta firmada por Angelelli y un informe sobre el asesinato de dos sacerdotes de su diócesis. La carta fue escrita por Angelelli en julio de 1976 y enviada ese mismo mes al nuncio apostólico en Argentina, Pio Laghi, muerto en 2009, que siempre negó haberla recibido. “Estamos permanentemente obstaculizados para cumplir con la misión de la Iglesia”, afirmaba el obispo pocos días antes de ser asesinado mientras viajaba por la ruta 38, cerca del paraje Punta de los Llanos. “Personalmente, los sacerdotes y las religiosas somos humillados, requisados y allanados por la policía con orden del Ejército”. El documento se titula “Crónica de los hechos relacionados con el asesinato de los padres Longueville Gabriel y Murias Carlos”, los dos sacerdotes asesinados el 18 de julio de 1976 en la localidad de Chamical, perteneciente a la diócesis de Angelelli.
Durante la noche anterior a la sesión conclusiva del tribunal, cientos de personas confluyeron en la catedral de la ciudad de La Rioja, el santuario de San Nicolás, convocadas por Mons. Colombo, quien declaró que no esperaba “renconr o venganza” sino “verdad” y una “sentencia justa”. También ha recordado, confirmando el material que llegó de Roma, que “Angelelli padecía ataques e injustas acusaciones, mientras se le impedía el libre ejercicio de su ministerio pastoral”
Angelelli “no podía aceptar la sugerencia de tomar distancia, de cuidar su propio pellejo, de dejar a su rebaño”, afirmó Colombi aludiendo probablemente a consejos de origen eclesial que le hacían en este sentido. “Presentía los peligros que se cernían sobre él, pero obraba movido por el Evangelio de Jesucristo en su compromiso personal e irrenunciable a favor de los hombres”.

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