Por los ocho mineros sepultados en el derrumbe de la mina artesanal de San Juan Arriba, Honduras, todos ellos entre los 19 y 30 años, ya no se puede hacer nada. Las operaciones de rescate se suspendieron y clausuraron las galerías. El párroco de la zona solicitó al gobierno de Honduras que la mina sea declarada cementerio a todos los efectos y restaurada con este propósito. “Si eso se declara, vamos a celebrar una eucaristía en memoria de los ocho hermanos que están ahí enterrados, luego las familias pondrá una cruz y eso quedará ya como un cementerio legal”.
El padre Mario Sánchez, párroco de El Corpus, dice que habló con las familias y cuenta con su consentimiento. El propósito es llevarles tranquilidad interior a ellas y también a los compañeros de trabajo, que insisten en ingresar a la mina para recuperar los restos, exponiéndose a un serio peligro.
El cardenal de Honduras, Óscar Rodríguez de Maradiaga, coordinador del grupo de consejeros del Papa, denunció con fuerza en diversas oportunidades “la explotación de las riquezas mineras que realizan las transnacionales, que envenena el ambiente, expropia al país de sus riquezas y deja tras de sí montañas de piedras estériles”.

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