LA BRECHA. Entre la mediación vaticana que nunca se concretó y el abierto disenso de los partidarios de Chávez con Maduro

Pietro Parolín, Nicolás Maduro, Henrique Caprile
Pietro Parolín, Nicolás Maduro, Henrique Caprile

Los obispos de Venezuela comenzaron su Asamblea plenaria anual con un apremiante llamamiento a reanudar una “verdadera” negociación, con “un orden del día” claro que conduzca a resultados tangibles. La palabra “verdadera” resume el contenido fundamental del llamamiento. La mediación que debía llevar a un acercamiento entre el modelo socioeconómico que encarna el gobierno y los reclamos de la oposición, nunca se puso en marcha “verdaderamente”. Menos aún la mediación del Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolín, que en los dramáticos días de las manifestaciones y los muertos había sido anunciada y aceptada tanto por el gobierno como por la oposición en su conjunto. Mientras tanto, la situación de Venezuela no sólo no ha mejorado sino que incluso se ha ido deteriorando cada vez más, tanto en el plano económico como institucional. Cuando se multiplican los llamamientos a la lealtad, la deslealtad o peor aún la traición está a las puertas. Y Nicolás Maduro repite continuamente, un día sí y el otro también, las apelaciones a la unidad y a la fidelidad.

La fisura que se produjo en la izquierda se está convirtiendo en una verdadera brecha a través de la cual puede pasar ese golpe que predijo hace unos meses Heinz Dieterich, un devoto del presidente Hugo Chávez . Maduro “no durará ni ocho semanas en el gobierno y probablemente será suplantado por una junta”, pronosticó el ex ideólogo del Socialismo del siglo XXI, que hasta hoy no ha modificado sus vaticinios. Jorge Giordani, el último miembro del gobierno desplazado por Maduro, no es un cualquiera. Fue ministro de Planificación y tuvo un rol destacado con Chávez. Tampoco lo son Héctor Navarro o Ana Elisa Osorio, también ministros, o Víctor Álvarez, una figura importante del principal partido de gobierno. Ni Rodrígo Cabezas, Fernando Soto Rojas o Freddy Bernal, ni el ex gobernador del Estado de Aragua, Rafael Isea. O Yoel Acosta Chirinos, Carlos Guyón… Otro ex gobernador, Florencio Porras, de Mérida, que se levantó en armas junto con Chávez en 1982, declaró públicamente hace unos días lo que piensa del sucesor: “En mi opinión, como revolucionario que soy, como bolivariano y como militar, estamos viviendo la antirrevolución”. Y todos han entendido que no se refería a los conspiradores externos, como los llama Maduro.

Los nombres no significan mucho para los que observan las alternativas de Venezuela desde lejos, pero “hablan” a los venezolanos y a los que ocupan posiciones sensibles del poder. Y la carta pública de algunos de ellos da voz a muchos otros que por el momento prefieren no hablar: Maduro reina pero no gobierna, reprime pero no convence, es lo que fundamentalmente dicen, mientras el barco se va hundiendo día a día. El espectáculo de chavistas doc que se pronuncian contra el pretendido auténtico heredero de Chávez, es nuevo. Y es fácil de interpretar. Fue evidente días atrás delante del Minsterio de Salud, donde un grupo de trabajadores del sector –médicos, enfermeras, personal administrativo, todos militantes de las “Unidades de Batalla Bolívar-Chávez”- protestaron ruidosamente por los trabajos prometidos y no realizados en un hospital público al sur de Valencia, en el estado de Carabobo.

La oposición, por su parte, está comprendiendo que salir a las calles para hacer caer a Maduro no es el camino apropiado y no conviene seguir insistiendo en eso. Un alto dirigente de la Mesa de Unidad Democrática lo reconoció abiertamente: “Queremos sustituir la hegemonía, el radicalismo y el mesianismo de este lado”.

Por ahora todo queda en suspenso hasta fines de julio, cuando se lleve a cabo el III Congreso del Partido socialista unido de Venezuela (PSUV), la base (o ex base) de Maduro, donde será posible comprender si la brecha anuncia una fractura.

Los obispos analizarán este panorama en el silendio de su retiro anual. Antes de cerrar las puertas y comenzar los trabajos, el Presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Diego Padrón, en representación de todos volvió a pedir que se reactiven las conversaciones entre el gobierno y la oposición: “El país sigue reclamando diálogo, entendimiento y sensatez. No un diálogo que sea solo un mecanismo para apaciguar la protesta, sino verdadero, con una agenda visible que conduzca a resultados tangibles”.

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