Es un hecho: América Latina está del lado de Gaza. En la región, la condena a la intervención israelí en la Franja ha sido prácticamente unánime. La última, y una de las más duras, fue la declaración de Evo Morales. El presidente boliviano incluyó a Israel en una lista de “Estados terroristas”, anulando un acuerdo que establecía la prolongación de las visas entre los dos países. Las palabras de su colega venezolano, Maduro, (otro con estilo poco conciliador), fueron tajantes: “Lo que está en curso desde hace casi un siglo es una guerra de exterminio contra el pueblo palestino”, dijo. Dilma Rousseff, aunque sin llegar tan lejos, tampoco fue suave. Por una parte, calificó las acciones militares como “una masacre” y por la otra llamó a consultas al embajador brasileño en Israel. Un fuerte gesto simbólico que se utiliza en la diplomacia para manifestar rechazo o desacuerdo con respecto al comportamiento de otro Estado. Israel no lo tomó bien: “¿Brasil? Un enano diplomático”, fue la respuesta de la ciertamente poco diplomática portavoz del Ministro de Relaciones Exteriores israelí.
La misma medida de llamar a consulta a su embajador fue adoptada por Perú, Ecuador, Chile y El Salvador. José Mujica lo está pensando. Por el momento, el presidente uruguayo ha pedido el inmediato alto el fuego y que se retiren definitivamente las tropas, pero no pasará mucho tiempo antes de adoptar una postura más terminante. Costa Rica y Argentina –país donde reside la mayor comunidad judía de la región- se han limitado en cambio a convocar a sus propios Ministerios de Relaciones Exteriores a los respectivos embajadores israelíes.
Argentina está particularmente preocupada por la situación del padre Jorge Hernández, sacerdote a cargo de la única parroquia católica en la zona de Gaza que está siendo atacada. La presidente Kirchner adviritió, en Twiter y por las vías oficiales: “El gobierno de Israel es responsable de la integridad física del sacerdote Jorge Herández y las personas asistidas por él. El agravamiento de la situación de dichas personas tendría serias consecuencias en la relación bilateral”.
Por último, hay países que han roto desde hace tiempo todo tipo de relaciones diplomáticas con Israel, como Nicaragua (desde 2010) o los ya citados Venezuela y Bolivia (desde 2009, como consecuencia de una anterior operación israelí contra la Franja). Mientras Cuba repudió al Estado judío en 1973, después de la guerra del Kippur.
La única voz fuera del coro es la Colombia del reelecto Santos, quien descartó taxativamente la posibilidad de convocar a su embajador. Los tonos fueron algo más equilibrados en la declaración conjunta de los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela) donde hubo una “condena del uso desproporcionado de la fuerza de parte de Israel”, pero también de la que ha empleado Hamás contra la población israelí. Los países de la organización, por otra parte, se han declarado favorables al diálogo y a la búsqueda de una solución entre ambos Estados”.

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