En la valija o en el bolso, casi nunca falta. La llaman “pastilla mexicana” y está siempre al alcance de la mano, por si algo ocurre durante el viaje. Y ese “algo” no necesita demasiados eufemismos. Son las violencias que pueden sufrir por el camino: estupros, abusos, relaciones sexuales forzadas. Laura Carlsen, del Programa Américas del Center for International Policy (CIP), pone en guardia acerca de la creciente “feminización” de la migración que desde los países de América Central se vuelca en dirección a la frontera con los Estados Unidos para intentar el cruce. Y con el incremento del componente femenino en el flujo migratorio, sumado al de menores que ya se conoce, han aumentado también los abusos de índole sexual.
“Antes de migrar es muy común que las mujeres vayan a la farmacia y pidan lo que llaman la pastilla mexicana, un anticonceptivo, porque saben que la posibilidad de violación en el trayecto hacia Estados Unidos es altísima. Hay ciertas partes del territorio nacional, sobre todo las montañas, donde está el crimen organizado, que tiene fama de ser ruta de las violaciones sexuales”.

ametalli@gmail.com

